'Ca?oncito Pum'
En un partido con una clara vocaci¨®n de futuro como el de esta noche, sobre todo por la novedad de varios de los contendientes, se presiente que habr¨¢ un momento solemne que evocar¨¢ al mejor de los pasados. Ocurrir¨¢, si todo va bien, cuando Ferenc Puskas salga al campo para hacer el saque de honor. El encuentro se ha organizado precisamente como homenaje al ex jugador del Honved y el Madrid, al que el Consejo Superior de Deportes ha concedido la medalla de oro al m¨¦rito deportivo y al que anoche se aguardaba en una cena oficial con directivos de las dos federaciones y ex compa?eros del calado de Di St¨¦fano, Marquitos o Santamar¨ªa, que viajaron con la selecci¨®n espa?ola para reencontrarse con un amigo que no anda muy bien de salud.
Puskas vive entre la cl¨ªnica y su domicilio desde que en octubre de 2000 fue hospitalizado por una esclerososis cerebral. Desde entonces, su cabeza presenta muchos altibajos, de manera que resulta dif¨ªcil asegurar su presencia f¨ªsica en cualquier acto. Por el contrario, su imagen aparece por Budapest como el santo y se?a de la ciudad: nombrado ciudadano de honor, el estadio nacional ha pasado a llamarse Ferenc Puskas, las entradas llevan impresa su fotograf¨ªa y la candidatura para organizar la Eurocopa de 2008 se proyecta a partir de su figura.
Puskas (Budapest, 1927), ha sido uno de los grandes del f¨²tbol. El Mago H¨²ngaro le llamaban en aquella selecci¨®n que se presentaba bajo la leyenda de los magiares m¨¢gicos. Aquel equipo fue el primero que gan¨® en Wembley (1953) a Inglaterra con un resultado de impacto, 3-6, se?al inequ¨ªvoca de lo bien que jugaba. En aquella d¨¦cada los h¨²ngaros eran los reyes del f¨²tbol, los campeones ol¨ªmpicos de Helsinki 52, y todav¨ªa hoy la vieja hinchada se pregunta c¨®mo no ganaron el Mundial de Suiza 54. Puskas, que era el mejor, jug¨® lesionado la final contra la Alemania de Fritz Walter, ganadora por 3-2, y a Hungr¨ªa se le escap¨® un t¨ªtulo que mereci¨® por la novedad, la belleza y el sello que hab¨ªa dejado su juego.
Futbolista del Honved, equipo del Ej¨¦rcito y m¨¢quina de propaganda del r¨¦gimen comunista, Puskas decidi¨® no regresar a su pa¨ªs cuando, estando de gira, se produjo, en 1956, la invasi¨®n sovi¨¦tica de Budapest. La FIFA le sancion¨® con 18 meses de suspensi¨®n y su figura rechoncha, siempre sobrada de kilos, parec¨ªa que iba a pasarle factura cuando Santiago Bernab¨¦u se lo llev¨® al Madrid con 31 a?os.
Pero Puskas, Pancho, triunf¨® tanto que acab¨® siendo conocido como Ca?oncito Pum, un sobrenombre tan certero como el de Escopeta que ten¨ªa en su pa¨ªs. Por su astucia, habilidad y remate con la zurda, fue cuatro veces Pichichi, marc¨® cuatro de los goles de su equipo al Eintracht de Francfort en la memorable final de la Copa de Europa de 1960 y, con el 10 en la zamarra, form¨® una de las delanteras m¨¢s recordadas: Kopa, Rial, Di St¨¦fano, Puskas y Gento.
Una vez completado un curr¨ªculo ¨²nico, pues la Federaci¨®n Internacional de Historia y Estad¨ªstica le situ¨® como el m¨¢ximo goleador de todos los tiempos, con 512 tantos en 528 partidos en Primera Divisi¨®n, y habiendo sido internacional por Hungr¨ªa (84 veces) y Espa?a (cuatro), Puskas complet¨® una carrera menos luminosa como entrenador, aun cuando llev¨® al Panathinaikos a las semifinales de la Copa de Europa de 1971 frente al Ajax de Cruyff, dispuesto a empezar su reinado.
Una vez decidi¨® jubilarse, Puskas regres¨® a su Budapest natal, donde vive con un cierto misterio. Hoy a buen seguro que se le levantar¨¢ el ¨¢nimo, en el estadio que ya lleva su nombre, con el partido que enfrentar¨¢ a las dos selecciones cuyos colores defendi¨®.
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