Homenaje a la catatonia
El pasado viernes se estren¨® en Londres el ¨²ltimo filme de Pedro Almod¨®var. 'Hable con ella' ha superado el n¨²mero de espectadores de 'Todo sobre mi madre' en pa¨ªses como Francia, Italia y Alemania. Hasta la fecha, la recaudaci¨®n total supera los 22 millones de euros
Las diversas y a veces rid¨ªculas versiones de El fantasma de la ¨®pera para enmascarar el horror (y el amor) y, al mismo tiempo, el actor irreconocible no muestra m¨¢s que media cara, como la luna menguante, oculta por un antifaz (?delante o en contra de la cara?, la m¨¢scara m¨¢s cara al protagonista), en profusos pero populares remakes. ?Y qu¨¦ es un remake? Una pel¨ªcula (tambi¨¦n hay novelas y cuentos) literalmente aprovechada de un ¨¦xito anterior, a veces con varias d¨¦cadas de prioridad. Pero hay un axioma para esta clase de pel¨ªculas: los que olvidan las pel¨ªculas del pasado est¨¢n condenados a ver remakes.
En la primitiva El hombre invisible, el hombre se hace invisible y as¨ª permanece hasta el visible final. Para muchos, la primera versi¨®n (por supuesto hay diversos y previsibles remakes que aprovechan todos los trucos que permiten ahora el morphing y la animaci¨®n por computadoras), con Claude Rains, conten¨ªa a un protagonista completamente invisible, pero que hablaba con una de las voces m¨¢s reconocibles del cine, memorable en este intercambio: Kem pens¨®. 'Es horrible... ?Pero qu¨¦ arte diab¨®lico puede hacer a un hombre invisible?'. 'No es (un arte) diab¨®lico. Es un proceso'. Pedro Almod¨®var puede decir tambi¨¦n que su arte es un proceso. (Diab¨®lico dir¨ªa yo desde las sombras de mi butaca de la tercera fila). Ahora, Almod¨®var ha corrido uno de los riesgos ruinosos del cine y ha salido, como otras tantas, triunfador en esta prueba que es una ordal¨ªa que se repite. ?Cu¨¢les fueron esas pruebas diab¨®licas precedentes? M¨¢s que un cuento, vamos a hacer un recuento.
'Hable con ella' es la mejor pel¨ªcula t¨¦cnicamente hecha que ha realizado Pedro Almod¨®var hasta la fecha
Almod¨®var ha hecho que una mujer drogada se quede dormida en medio de la acci¨®n trepidante de Mujeres al borde de un ataque de nervios, y a su alrededor se organizan los enredos y desenredos de esta comedia perfecta. Otra ocasi¨®n, en Kika hay una muy visible violaci¨®n que es para re¨ªr (y echar espuma por la boca las feministas enrag¨¦es) gracias a la visi¨®n atrevida de Almod¨®var y la considerable vis c¨®mica de Ver¨®nica Forqu¨¦. En otras como Todo sobre mi madre, una tragedia desgarradora con intermedios c¨®micos, Cecilia Roth sufre su dolor compartido con otras mujeres y uno que otro transexual -a medias y de comedias-. (Esta comedia es una tragicomedia.) Ahora, en Hable con ella, el director m¨¢s auteur del cine espa?ol reconocido en todo el mundo, que es el cine m¨¢s cosmopolita de Europa, mantiene a su protagonista de c¨²bito supino y v¨ªctima de una catatonia en que el cuerpo de Leonor Watling se permite las consecuencias de un accidente en que la mayor secuela es la desaparici¨®n de su esp¨ªritu mientras permanece en lo que la bruja de Blancanieves llam¨® la 'muerte dormida'. Ahora los mirones admiran sus senos m¨¢s que su cara, su pubis m¨¢s que sus muslos, y hasta se le permite una fornicaci¨®n forzada (violaci¨®n que no se muestra) y un embarazo del que se habla m¨¢s que se ve. Cuando el personaje recobra su normalidad, la mujer que padece la catatonia (en realidad parece dormida) deja de ser el fascinante espect¨¢culo que ofrece su coma profundo.
Al mismo tiempo, Rosario Flores, ah¨ª al lado, en otra habitaci¨®n del mismo hospital, ha ca¨ªdo en coma. Pero el coma de Leonor es producido por un trauma que es, a la vez, diferente. Rosario es una torera y vemos c¨®mo se pone el traje de luces y se impone las medallas de su santo patr¨®n. Michel Leiris, un surrealista temprano, escribi¨® La literatura considerada como una tauromaquia; ahora Almod¨®var compone la tauromaquia como cine. Est¨¢n la mujer y el toro, pero no es el mito de Pas¨ªfae que cre¨® el laberinto, sino el toro como un minotauro, y la mujer es una torera, una Ariadna sin Teseo. Vemos el ritual de vestirse de luces y la Flores es como una versi¨®n de Manolete creada por Brancusi: ella cita al toro y sufre una cogida que la deja catat¨®nica, en un estado de coma que es un d¨¦dalo particular. Leonor recobra la conciencia despu¨¦s de un acto de amor que sufre imp¨¢vida. Pero, para acabar con las simetr¨ªas, Rosario muere sin recobrar el conocimiento.
Las dos mujeres est¨¢n vistas en su vida actual (Leonor es una indiferente bailarina; Rosario es gitana y padece de fobias terribles) y despu¨¦s Almod¨®var pasa revista en una sucesi¨®n de flashbacks que son relatos de una visi¨®n a trav¨¦s del espejo retrovisor. Hable con ella es, tal vez, la pel¨ªcula que mejor ha construido Almod¨®var, y hasta se permite un gui?o malicioso con un inserto en blanco y negro. Se trata de una versi¨®n muda de The Incredible Shrinking Man, en que ¨¦ste se reduce por el amor de una mujer -hasta introducirse en la vagina de la amada: es el amante menguante-. Es el ¨²nico gesto de humor que nos regala Almod¨®var. Hay una introducci¨®n casi folcl¨®rica de la siempre eficaz Chus Lampreave, pero es solamente una breve an¨¦cdota.
Los fan¨¢ticos de Almod¨®var (entre los que se encuentra quien escribe) esperaban despu¨¦s de Todo sobre mi madre, que era una tragedia desesperada, una pel¨ªcula m¨¢s risue?a, llena de humor: una especie de retorno a Kika. Pero Hable con ella es a¨²n m¨¢s sombr¨ªa que Carne tr¨¦mula. El breve episodio con Chus Lampreave muestra que Almod¨®var puede regalarnos el humor que quiera. Es obvio que despu¨¦s de Hable con ella pueden esperarnos d¨ªas de ira o una estancia en el infierno humano. Nunca hay que pedirle a un artista que siga el camino obvio, sino esperar que suceda el milagro. Hable con ella no es un tr¨¢nsito amargo, sino la pel¨ªcula mejor hecha (fotograf¨ªa, decorados, montaje) t¨¦cnicamente que ha realizado Almod¨®var hasta la fecha. Vi¨¦ndola, el espectador acucioso sabe que Almod¨®var sabe lo que quiere y c¨®mo conseguirlo. Como dice Oscar Levant ante la magia total del director Jeffrey Cordova: 'Este hombre puede hacerlo ?todo!'.
Pedro Almod¨®var tiene tanto talento que aun en sus fotograf¨ªas del rodaje de Hable con ella, montadas en una exposici¨®n, se ve el ojo detr¨¢s de la c¨¢mara, el talento convertido en genio. (Una frase que he tratado de evitar desde el comienzo de esta cr¨®nica es la que dice el mexicano, ?Ni modo!). Los superlativos son siempre peligrosos, pero he visto tres veces Hable con ella y hasta la he exhibido como v¨ªdeo para el cr¨ªtico neoyorquino Ren¨¦ Jord¨¢n, y no le encuentro un fallo ni un punto flojo. No se trata, como los filmes franceses de Bu?uel, en que el color revela las debilidades que el blanco y negro ocultaba desde Abismos de pasi¨®n hasta Viridiana. (No he visto y no creo que exista una pel¨ªcula de Almod¨®var en blanco y negro para referirme a sus puntos d¨¦biles). Con Hable con ella y Todo sobre mi madre sus t¨ªtulos se han vuelto coloquiales y nada rotundos: son como una proposici¨®n atendible, pero no como los ¨²ltimos t¨ªtulos (franceses) de Bu?uel, tales El discreto encanto de la burgues¨ªa o Ese oscuro objeto del deseo, que son tan literales y literarios y de un surrealismo tard¨ªo basado en las contradicciones in abjecto como esos comensales burgueses que defecan en el comedor y cenan en el retrete. Si se quiere una metaf¨ªsica de la burgues¨ªa hay que ir atr¨¢s y volver a ver El ¨¢ngel exterminador.
Para Almod¨®var y sus ¨²ltimas pel¨ªculas hay que pedir prestado su grito de victoria a Pen¨¦lope Cruz en la noche de los ¨®scares en que Todo sobre mi madre se gan¨® la estatuilla dorada y gritar como ella: '?Pedro!'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.