Sin excesos, pero con firmeza
Espa?a supo manejar el partido desde el tempranero regalo de Grecia que supuso el tanto de Ra¨²l a pase de Valer¨®n
Grecia recibi¨® a Espa?a con un regalo. Entreg¨® un gol nada m¨¢s comenzar, el paisaje so?ado por I?aki S¨¢ez para su puesta de largo oficial. Dabizas, un fornido central curtido con el Newcastle en la Liga inglesa, cedi¨® el bal¨®n en el borde del ¨¢rea -a Valer¨®n, lo que impone la tesis del obsequio sobre el ardor en el robo- y Ra¨²l, con el conjunto heleno, que iniciaba la salida, al contrapi¨¦, no perdon¨®. Ni en unos de esos vespertinos concursos de televisi¨®n arranca uno con tanto premio.
Con el 0-1 de abanico, Espa?a prim¨® el orden al riesgo y dej¨® que Grecia asumiera todo el desgaste. Obligado a cargar con la iniciativa, el grupo local agrand¨® sus carencias. Armada a partir de la corpulencia y no del talento en la mayor¨ªa de sus hombres y desprovista de su principal arma, la ayuda de una hinchada a la que silenci¨® el tempranero gol en contra, Grecia qued¨® en manos de Tsartas, quien, pese a los a?os, conserva el toque y las maneras del jugador grande. Los pases del ex sevillista, su facilidad para encontrar los claros del centro del campo y descolgar desde all¨ª su veneno, fueron el ¨²nico argumento que puso en aprietos a Espa?a. Si el receptor era Nikolaidis, un peque?o terremoto que oblig¨® a Garc¨ªa Calvo y Marchena a pasar la noche en estado de alerta, la cosa se complicaba. Pero Espa?a sobrevol¨® tranquila por la primera mitad.
GRECIA 0| ESPA?A 2
Grecia: Nikopolidis; Patsatzoglu, Fyssas (Vryzas, m. 72), Dabizas, Dellas; Konstantinidis (Karagunis, m. 41), Zagorakis (Basinas, m. 46), Tsartas, Giannakopulos; Nikolaidis y Haristeas. Espa?a: Casillas; Salgado, Garc¨ªa Calvo, Marchena, Bravo; Joaqu¨ªn (Mendieta, m. 62), Xavi (Baraja, m. 62), Helguera, Vicente; Valer¨®n (C¨¦sar, m. 87) y Ra¨²l. Goles: 0-1. M. 8. Valer¨®n burla a los centrales griegos dej¨¢ndole el bal¨®n muerto a Ra¨²l, que fusila con la derecha. 0-2. M. 76. Vicente centra a Ra¨²l, que, de espaldas, retrasa a Valer¨®n, quien remata ajustando el bal¨®n a la base del palo. ?rbitro: Markus Merk (Alemania). Amonest¨® a Karagunis, Salgado y Helguera. Unos 17.000 espectadores en el estadio Apostolos Nikolaidis, de Atenas.
La selecci¨®n de S¨¢ez naci¨® bien y dio prioridad al bal¨®n en vez de al v¨¦rtigo
Viaj¨® por ella a baja velocidad, durmiendo el ritmo y el partido. Valer¨®n, sometido a una vigilancia estrecha y exhaustiva, apenas aparec¨ªa y Joaqu¨ªn, que interven¨ªa poco, no lograba rebasar ni una sola vez a su pareja. Pero Espa?a mandaba. Gracias, sobre todo, a Helguera, formidable, y a Xavi, que llevaban el duelo al paso que conven¨ªa. De vez en cuando por la izquierda, en alguna incursi¨®n de Vicente y Bravo -el ¨²nico que prefer¨ªa moverse a ritmo de corneta-, la selecci¨®n causaba alg¨²n ruido. Pero poco. M¨¢s bien, jugaba a tramitar el resultado. A sumar minutos de posesi¨®n sin desarmarse, especialmente tras comprobar en los primeros minutos que la velocidad del rival pod¨ªa causar da?os a la contra.
La entrada en el campo de Karagunis y Basinas sac¨® a Espa?a tras el descanso de su pl¨¢cida velada. Grecia decidi¨® apretar. A partir de la agresividad y el coraje y envenenada con la sutileza de Tsartas, se meti¨® en el partido. Un tiro al larguero de Giannakopulos y un cabezazo en plancha de Nikolaidis pusieron a Espa?a sobre aviso. Apareci¨® entonces la influencia de la temida hinchada griega y su equipo se vino definitivamente arriba. Llegaba el momento m¨¢s cr¨ªtico.
S¨¢ez trat¨® de corregirlo retirando a Joaqu¨ªn, que ofreci¨® su peor versi¨®n desde que se subi¨® al carro de los principales, y a Xavi, al que a empujones los griegos estaban desalojando de la sala de mandos. Baraja y Mendieta saltaron al c¨¦sped para dotar de mayor consistencia a la l¨ªnea media. A la causa se sumaron Valer¨®n, liberado al fin del marcaje obsesivo del rival cuando Grecia decidi¨® jugarse el todo por el todo, y Ra¨²l, extraordinario en sus ayudas en el medio campo.
Casillas volvi¨® a ser puesto en aprietos en un par de arreones m¨¢s, pero a Espa?a le fue saliendo poco a poco la reconquista. Contest¨® la decidida presi¨®n griega poniendo el bal¨®n en circulaci¨®n, tocando con rapidez y precisi¨®n, pero sin ganar metros de forma alocada. Se mov¨ªa de un lado a otro, atr¨¢s si era preciso. Hasta que llegaba a la izquierda, por donde, ah¨ª s¨ª, Vicente pon¨ªa la directa y buscaba la vertical.
As¨ª lleg¨® el gol que borr¨® la incertidumbre. Corri¨® Vicente hasta l¨ªnea de fondo y descosi¨® un pase al coraz¨®n del ¨¢rea. Ra¨²l no consigui¨® rematar, pero, a la segunda, sac¨® el bal¨®n al punto de penalti, desde donde Valer¨®n sentenci¨®. El canario remach¨® con un golpe violento, un derechazo pegado al palo derecho, uno de esos partidos que juega con la soltura del que parece flotar.
La selecci¨®n de S¨¢ez, en suma, naci¨® bien. Sin excesos, pero con mucha firmeza. Aprovech¨® el regalo que le hizo el bando griego en el arranque y luego, d¨¢ndole m¨¢s prioridad al bal¨®n que al v¨¦rtigo, manejando los beneficios de la r¨¢pida ventaja en el marcador, se llev¨® el partido. Espa?a arranc¨® otra vez bien en una fase de clasificaci¨®n, su terreno favorito.
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