Las tribulaciones de Messier
Las enormes p¨¦rdidas provocaron la ca¨ªda del singular presidente de Vivendi
El 17 de diciembre de 2001, Jean-Marie Messier se siente feliz: acaba de celebrar su 45 cumplea?os. Durante esta semana ha adquirido una participaci¨®n en la cadena por sat¨¦lite estadounidense Echostar y, sobre todo, ha comprado USA Networks. So?aba con esta adquisici¨®n desde el d¨ªa en que anunci¨® la fusi¨®n de Vivendi con Seagram, en junio de 2000. Con USA Networks posee por fin la pieza que faltaba en su rompecabezas audiovisual. Adem¨¢s, ha logrado asegurarse la colaboraci¨®n del m¨ªtico Barry Diller, reconocido por todo el mundillo audiovisual estadounidense, pero famoso por su independencia y su car¨¢cter receloso. Es el segundo ¨¦xito de la operaci¨®n.
Es cierto que ha tenido que realizar importantes concesiones financieras para lograr que acepte la direcci¨®n de todas las actividades audiovisuales y cinematogr¨¢ficas del grupo. Pero es el hombre que va a abrirle las puertas de Hollywood y le permitir¨¢ establecer definitivamente a Vivendi Universal como un gigante de la comunicaci¨®n. En Nueva York, ante la prensa, el presidente ejecutivo de Vivendi Universal no para de jactarse de los m¨¦ritos de la operaci¨®n. Una aver¨ªa el¨¦ctrica lo interrumpe bruscamente. Cuando vuelve la electricidad, Messier prosigue risue?o. Embriagado por el momento, se deja llevar: 'La excepci¨®n cultural francesa ha muerto', lanza de forma abrupta, en un ingl¨¦s con fuerte acento franc¨¦s.
'?De verdad ha dicho usted que la excepci¨®n cultural francesa ha muerto?'
'Jean-Marie, no debes encarnar t¨² solo a Vivendi. Los mercados ya no te siguen'
La se?al de debacle ha sido dada. El grupo vende sus t¨ªtulos a cualquier precio
'?Lo ha dicho usted? ?De verdad lo ha dicho?'. Catherine Gros, su directora de comunicaci¨®n, se mueve nerviosa a la salida de la sala de conferencias. Tras una semana de marat¨®n informativo en ambas orillas del Atl¨¢ntico, no ha considerado ¨²til asistir a esta ¨²ltima representaci¨®n. Pero las palabras de Messier le han sido comunicadas enseguida. '?De verdad ha dicho que la excepci¨®n cultural francesa ha muerto?', insiste. 'No lo s¨¦. Ya no s¨¦. No me agobie con esto. De todos modos, esto ayudar¨¢ a Pierre en sus conversaciones con el Gobierno y los cineastas franceses', responde Jean-Marie Messier haciendo un gesto con la mano. 'Si usted lo ha dicho, ya no respondo de nada', replica. Un oscuro presentimiento: una simple frase, realizada para seducir a Hollywood, va a marcar el inicio de los problemas para el presidente ejecutivo de Vivendi Universal. ?ste es el relato de los seis meses que han provocado la ca¨ªda de uno de los m¨¢s importantes empresarios de Francia y han desestabilizado el capitalismo franc¨¦s.
Cuando al d¨ªa siguiente Pierre Lescure y Denis Olivennes, presidente del directorio y presidente de Canal +, respectivamente, conocen las declaraciones de Jean-Marie Messier por el diario Lib¨¦ration se quedan aterrorizados. Desde hac¨ªa varias semanas, deseaban iniciar conversaciones con los medios especializados para estudiar posibles cambios en la financiaci¨®n del cine franc¨¦s; la idea es que Canal + no sea el ¨²nico en soportar la carga. 'Debemos hacer lo mismo que con la UMTS, imponernos', insisti¨®, durante una reuni¨®n en noviembre, el presidente ejecutivo de Vivendi Universal. 'La diferencia es que con la UMTS no corremos el riesgo de ver a Depardieu encadenarse a la verja de Matignon; con el cine, s¨ª', respondi¨® Olivennes. Los dos dirigentes de Canal + pensaban haber convencido a Messier de que les dejara hacer. Pero se equivocaron. Tras estas declaraciones, consideran que ya no pueden esperar nada: toda esperanza de negociaci¨®n se ha visto saboteada.
Ya por la tarde, la pol¨¦mica empieza a crecer. Los grandes nombres del cine clamaban su indignaci¨®n; Marin Karmitz, productor y distribuidor; Daniel Toscan du Plantier, presidente de Unifrance, el organismo encargado de la promoci¨®n del cine franc¨¦s en el extranjero; David Lynch; los medios de la producci¨®n; el CSA (Consejo Superior de Medios Audiovisuales)... S¨®lo Luc Besson, productor de El quinto elemento, mimado por Vivendi Universal y su presidente ejecutivo, se mantiene callado. Todos los dem¨¢s denuncian el esc¨¢ndalo de un presidente ejecutivo dispuesto a vender la cultura francesa a Hollywood.
Catherine Tasca les brinda r¨¢pidamente su apoyo. La ministra de Cultura no ha olvidado la afrenta que le hizo Messier, por entonces presidente del Festival de Arte L¨ªrico de Aix-en-Provence, que invit¨® a Tasca a acudir cuando quisiera; pero olvid¨® que el ministerio subvencionaba el acontecimiento desde sus or¨ªgenes. Desde ese momento, la ministra de Cultura no tiene mucho aprecio por el tal Jean-Marie Messier: 'Son las palabras de un hombre de negocios que desarrolla su grupo en la otra orilla del Atl¨¢ntico; no se trata de una pol¨ªtica. Y no es, desde luego, la de nuestro Gobierno', subraya el 20 de diciembre. Jacques Chirac, al que nunca le ha gustado el presidente ejecutivo de Vivendi Universal, muy proclive a Edouard Balladur, se?ala ante la prensa: 'Considerar las obras de arte, los bienes culturales como unas mercanc¨ªas m¨¢s es una profunda aberraci¨®n mental que nada puede justificar'.
Frente a esta avalancha, el mundo de los negocios se queda perplejo: ?c¨®mo ha podido Jean-Marie Messier cometer tama?o error? Los empresarios, que lo conocen bien, confiesan no comprender. Hasta entonces, el presidente ejecutivo de Vivendi Universal ha demostrado un instinto pol¨ªtico fiable, logrando conciliar a la izquierda y a la derecha, sabiendo obtener lo que deseaba: desde sustanciosas rebajas fiscales a cambios de leyes, pasando por la toma de control sin problemas de Havas y de Canal +, consideradas, sin embargo, dos empresas con un alto riesgo pol¨ªtico. Pero desde hace unos meses, todo parece salirle mal. Primero se produjo ese pulso rid¨ªculo con el Gobierno sobre el pago de la licencia de la UMTS, que finalmente tuvo que abonar, y esa disputa epistolar con Martin Bouygues, a quien reprochar¨¢ por reescribir la historia a su favor, lo que le valdr¨¢ como respuesta la recomendaci¨®n de acudir al psiquiatra, y, para terminar, estas declaraciones absurdas sobre la cultura.
'Desde que se instal¨® en Nueva York da la impresi¨®n de no comprender a Francia', confiesa un banquero a un amigo. 'Ya no escucha lo que se le dice', a?ade otro. 'Jean-Marie, debes exponerte menos, por ti y por tu grupo. No debes encarnar t¨² solo a Vivendi Universal, sobre todo en estos momentos. Los mercados han cambiado, ya no te siguen', le ha advertido en varias ocasiones Georges Ralli, socio y gestor de Lazard, que le ha acompa?ado en toda la transformaci¨®n del grupo. A finales de 2001, otros le han aconsejado nombrar a un director general que pueda encargarse de una parte de la gesti¨®n diaria y que permanecer¨ªa en Par¨ªs mientras ¨¦l estuviese en Nueva York.
Messier rechaza todos los consejos. ?Le reprochan vivir en Nueva York, provocar a las ¨¦lites culturales y pol¨ªticas, alterar las costumbres? La respuesta llega a comienzos de enero bajo la forma de una carta de felicitaci¨®n de Navidad. Una carta fuera de lo normal, ilustrada con dos dibujos de Semp¨¦. En uno de ellos aparece un paseante con su bicicleta en los muelles del Sena, cerca del puente Des Arts, y, en el otro, una pareja tumbada en la hierba del Central Park, en Nueva York. Con los mejores deseos de Jean-Marie Messier...
Para Vivendi Universal, el comienzo de 2002 ha resultado mucho menos despreocupado. Ya desde la primera gran sesi¨®n burs¨¢til del a?o, el 8 de enero, el grupo anuncia la venta del 5,5% del capital que pose¨ªa en autocartera. Ese d¨ªa, en el avi¨®n Par¨ªs-Londres, varios responsables bancarios y financieros que regresan de sus vacaciones de Navidad s¨®lo hablan de esa operaci¨®n: ?por qu¨¦ Vivendi Universal demuestra tal precipitaci¨®n?
Todos han sido contactados en las ¨²ltimas semanas para estudiar esta cesi¨®n. La mayor¨ªa de los banqueros han declarado que no pueden realizarla. Las condiciones impuestas por Vivendi Universal son demasiado duras: seg¨²n las resoluciones adoptadas por la asamblea general del grupo, ¨¦ste no tiene derecho a vender por debajo de 60 euros la acci¨®n. Pero la cotizaci¨®n ha ca¨ªdo por debajo de ese nivel. Para evitar el obst¨¢culo, algunos bancos han propuesto 'montajes' m¨¢s elaborados, como emisiones obligatorias reembolsables en acciones. 'Es demasiado largo', les ha respondido la direcci¨®n financiera.
Tiene mucha, mucha prisa: Vivendi Universal atraviesa una crisis de liquidez sin precedentes. Dicho claramente, el grupo est¨¢ al borde del estrangulamiento. Ya en septiembre de 2001, el equipo financiero empez¨® a dar la voz de alarma; envi¨® unos correos electr¨®nicos a Jean-Marie Messier y a Guillaume Hannezo, el director financiero. Nada ha cambiado. El grupo ha continuado su ritmo de vida desenfrenado. Para sostener su cotizaci¨®n tras el 11-S, Messier se puso incluso a comprar sus propias acciones casi todos los d¨ªas en el mercado. De este modo, cerca de 5.000 millones de euros fueron gastados en tres meses para comprar m¨¢s del 5% del capital. Mientras tanto, la venta de los alcoholes de Seagram y de la prensa profesional se demoran. A comienzos de diciembre de 2001, pese a la cesi¨®n del 9% del capital de Vivendi Environnement, de la puesta en garant¨ªa de la participaci¨®n del grupo en BSkyB, de tomar en garant¨ªa otros activos, de l¨ªneas de cr¨¦dito a corto plazo obtenidas por los pelos, la direcci¨®n financiera no sabe c¨®mo podr¨¢ comprar a fin de mes. 'Hay que vender la parte en autocontrol, cueste lo que cueste, si no vamos hacia la cat¨¢strofe', repite Dominique Gibert, director financiero adjunto del grupo.
A finales de diciembre, el Deutsche Bank y Goldman Sachs aceptan encargarse de la operaci¨®n. Los dos bancos compran por 3.300 millones de euros un total de 55 millones de acciones sobre la base de 60 euros el t¨ªtulo. Corre a su cargo revenderlos. Pero cuando se presentan en el mercado, el 8 de enero, los arbitrajistas les aguardan: la venta se convierte en una cat¨¢strofe. Al final de la jornada, los dos bancos se quedan sin vender m¨¢s de la tercera parte de sus t¨ªtulos. La operaci¨®n les costar¨¢, seg¨²n los c¨¢lculos del mercado, 300 millones de euros a cada uno.
La se?al de la debacle burs¨¢til ha sido dada. Para el mercado, el grupo vende sus t¨ªtulos, a cualquier precio. En los pasillos de Vivendi Universal se minimiza el batacazo. 'Es un rev¨¦s pasajero', insisten. La direcci¨®n financiera se muestra m¨¢s inquieta. 'Hay que plantearse muy r¨¢pidamente una emisi¨®n obligatoria de entre 2.500 y 3.000 millones para consolidar la estructura financiera del grupo', indica una nota interna de la direcci¨®n de la tesorer¨ªa. La operaci¨®n empieza a ser estudiada. A mediados de enero, Jean-Marie Messier decide anularla: no quiere tener que explicarla a los analistas. Los mercados ya no le quieren; ¨¦l ya no quiere a los mercados.
Lo que desea es conocer directamente la opini¨®n de la gente cara a cara. 'El grupo tiene un problema de comunicaci¨®n. Hay que hablar, cambiar la imagen, pasar por encima de los grupos de presi¨®n', zanja el presidente ejecutivo.
Maurice L¨¦vy, presidente de Publicis convertido en uno de sus consejeros m¨¢s pr¨®ximos, es llamado en auxilio. Se prepara una campa?a de publicidad. '?Excepciones culturales? No, hombres de excepci¨®n', claman los carteles, teniendo como fondo retratos de Picasso, Dal¨ª, Louis Armstrong o Mozart. A mediados de enero, el estado mayor descubre el proyecto. Agn¨¨s Touraine, la presidenta de Vivendi Universal Publishing (VUP), la divisi¨®n editorial, est¨¢ de acuerdo, Pierre Lescure no dice nada y Denis Olivennes se opone. La palabra del director de Canal + tiene escaso peso. Pero otras voces, m¨¢s influyentes, se sumar¨¢n a ¨¦l para hacer saber su desacuerdo sobre esta campa?a y enterrar el proyecto.
Si no hay campa?a de publicidad, al menos habr¨¢ una entrevista en Paris Match. Messier quiere responder a sus detractores, hablar de su traslado a Nueva York, de su compromiso en EE UU y aprovechar para desmentir el rumor que recorre todo Par¨ªs de su relaci¨®n con la actriz Sophie Marceau.
El 8 de enero, cuando el grupo est¨¢ en plena tormenta burs¨¢til, unos cuantos asalariados de la direcci¨®n general, en la sede del grupo de la avenida Friedland, andan de cabeza. Hay que encontrar urgentemente un seguro para el presidente de Vivendi Universal.
El propietario de la pista de patinaje de Central Park exige esta garant¨ªa antes de autorizar la sesi¨®n fotogr¨¢fica para Paris Match. Durante toda la tarde se produce un intercambio de fax entre Par¨ªs y Nueva York con un tono cada vez m¨¢s nervioso. Finalmente, se encuentra el seguro. Quince d¨ªas m¨¢s tarde, los empresarios descubrir¨¢n, alucinados, a Messier que hace acrobacias sobre el hielo.
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