La comunidad api?ada
Una de dos, o bien la manifestaci¨®n convocada el pasado s¨¢bado en Bilbao por unos ciudadanos particulares con el lema Gora Euskal Herria era ilegal, o bien no lo era. Si era ilegal, tal como lo prescrib¨ªa el auto del juez Garz¨®n, el Gobierno vasco tendr¨ªa que haberla prohibido, haciendo uso de sus funciones y obligaciones, en lugar de desempe?ar el papel del mensajero, como si la cosa no fuera con ¨¦l: les comunico se?ores convocantes que el juez Garz¨®n considera que su manifestaci¨®n es ilegal. El Gobierno parec¨ªa lavarse las manos, pero destacaba a un par de centenares de ertzainas como arc¨¢ngeles del Se?or, que actuar¨ªan en funci¨®n de un criterio justo y proporcional, no sometido al parecer a orden alguna, y que corregir¨ªa por elevaci¨®n al se?or Garz¨®n, al Gobierno vasco y a los propios manifestantes. Apostados los tronos celestiales en lugar que no les nublara el juicio, aguantaron comedidos hasta que les agredieron. Tambi¨¦n la paciencia de los querubines tiene un l¨ªmite. En definitiva, el com¨²n de los mortales sigue sin saber si aquella manifestaci¨®n estaba prohibida o no, si era ilegal o no lo era, ya que la actuaci¨®n de los ertzainas no fue motivada por esas causas, sino por una agresi¨®n que no estaba prevista en el programa. La verdad es que todo resulta tan grotesco que hasta hace dificultoso hablar de ello.
Pero se hizo efectiva la profec¨ªa, y esa es la virtud de la huida al limbo de nuestro Gobierno. Ya lo advirtieron ellos: la ilegalizaci¨®n de Batasuna tendr¨¢ consecuencias funestas y radicalizar¨¢ a los ya radicales. Sin embargo, ni la decisi¨®n parlamentaria de iniciar el proceso de ilegalizaci¨®n del partido abertzale, ni el auto del juez Garz¨®n que paralizaba todas sus actividades, suscitaron ninguna reacci¨®n alarmante que diera raz¨®n a los agoreros. Las protestas mayores vinieron desde el nacionalismo institucional, mientras los radicales se limitaban a exigir de ¨¦ste una actitud m¨¢s firme de rechazo de las medidas adoptadas y un posicionamiento m¨¢s n¨ªtido de defensa de la comunidad nacionalista. Pues bien, ya todos empiezan a coincidir y ¨¦se es el principal m¨¦rito de la manifestaci¨®n bilba¨ªna. Dej¨® patente, en primer lugar, esa reacci¨®n importante del mundo radical que hasta entonces hab¨ªa brillado por su ausencia; dramatiz¨®, adem¨¢s, los efectos de la aplicaci¨®n de las decisiones del juez Garz¨®n, consecuencias no queridas para un Gobierno que previamente se hab¨ªa distanciado de ellas; provoc¨®, finalmente, una reacci¨®n victimizada en el mundo nacionalista, que da pie al Gobierno para defender a los suyos en nombre de los derechos ciudadanos conculcados. Nada de todo esto hubiera sido posible sin la torpeza previa del Gobierno vasco.
No me considero competente para analizar las decisiones del juez Garz¨®n, aunque confieso haberme sentido algo perplejo ante ellas. No tengo ninguna duda de la suposici¨®n, o de la certeza, que las fundamenta: la vinculaci¨®n org¨¢nica de Batasuna y ETA. La misma suposici¨®n, o certeza, que poseen los partidos pol¨ªticos que componen nuestro Gobierno. Lo que no obsta para que el auto del se?or Garz¨®n pueda adolecer de falta de garant¨ªas jur¨ªdicas que lo hagan susceptible de cr¨ªtica y hasta de ser recurrido. Faltar¨ªa m¨¢s. No obstante, queda en pie lo fundamental, y esas posibles incorrecciones no pueden servir de excusa para darle la vuelta, es decir, para convertir a los verdugos en v¨ªctimas. Es cuesti¨®n de actitudes, y las verdaderas v¨ªctimas de este drama interminable hubieran deseado que su Gobierno hubiera mostrado con ellas los mismos escr¨²pulos que ahora manifiesta con sus verdugos. Loables escr¨²pulos que con otra actitud, m¨¢s firme contra el mundo del terror, le hubieran llevado a optar por v¨ªas m¨¢s discretas de correcci¨®n en lugar de haber buscado esta escenificaci¨®n del desastre.
Y el nombre de esa actitud no es otro que el de colaboraci¨®n en el desmantelamiento del mundo del terror, una vez comprobado que ¨¦ste no va a diluirse por s¨ª mismo. Colaboraci¨®n clara que sirva tambi¨¦n para evitar determinadas imposturas antes de que se hagan manifiestas. Algo a lo que los dirigentes de ELA tampoco parecen dispuestos cuando critican al Gobierno vasco por 'la prevalencia absoluta de principios como el cumplimiento de la legalidad vigente y la renuncia a iniciativas que la cuestionen'(?!). En consejos de esa naturaleza reside el c¨¢ncer de fondo de este pa¨ªs, en esa gangrena contra el Estado desde el Estado. Y actitudes de esa ¨ªndole ya no pueden ser consideradas inocentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.