Un 'Va pensiero' para el recuerdo
Las ¨®peras en grandes recintos, con sonido amplificado, tienen sus propios registros. El repertorio se suele limitar a t¨ªtulos de gran alcance popular como Carmen, Aida o Nabucco. La publicidad insiste en lo grandilocuente y lo espectacular. La ¨®pera sale as¨ª de sus santuarios habituales y llega a otros p¨²blicos. 30.000 espectadores vieron esta producci¨®n en Colonia y 20.000 en Bruselas, seg¨²n los organizadores. Ahora recala en Madrid y Barcelona (en el Palau de San Jordi los d¨ªas 26 y 27).
Los precios, al menos en Madrid, no son precisamente de saldo: de 70 a 100 euros. Ello no impide una asistencia notable y un ambiente colorista (qu¨¦ mantones de Manila, qu¨¦ guap¨ªsimas mujeres). Los espectadores fueron a disfrutar. Y disfrutaron. Lo aplaudieron todo, arias, d¨²os, concertantes y coros. E incluso alguna pareja joven hizo serios prop¨®sitos de ir, 'cueste lo que cueste, al menos una vez' a la ¨®pera en el teatro.
Nabucco
De Giuseppe Verdi. Orquesta y coro de la Plovdiv State Opera de Bulgaria. Director musical: Koen Kessels. Director de escena: Frank van Laecke. Con Carlos Almaguer (Nabucco), Irena Milkeviciute (Abigaille), Pavel Daniluk (Zacarias), Roberts Schwarts (Ismael), Renate Arends (Fenena), Fabrice Pillet (Abdallo), Chris de Moor (Sumo Sacerdote) y Sylvie de Pauw (Anna). Plaza de toros de Vistalegre. Madrid, 20 de septiembre.
La experiencia es, en principio, positiva si se aceptan las reglas del juego. El modelo tiene, en cualquier caso, una exigencia fundamental: la calidad del sonido. En ese terreno, como en el de las reproducciones discogr¨¢ficas o videogr¨¢ficas, depende de las exigencias de cada cual. El de la plaza de toros de Vistalegre es mejorable, pero tambi¨¦n es digno. No impide entrar en lo que se est¨¢ contando. En la primera parte del ensayo general me pareci¨® infame. Sin embargo, con sus limitaciones, lleg¨® muy mejorado a la primera representaci¨®n.
Momento m¨¢gico
Aceptando estas condiciones, lo visto y o¨ªdo en la plaza de toros de Vistalegre tuvo un nivel nada desde?able. Y ello tanto a nivel musical como teatral. Hubo un momento m¨¢gico que destac¨® sobre todos: la preparaci¨®n y resoluci¨®n del coro de esclavos Va pensiero. La imagen del pueblo oprimido con sus maletas de cart¨®n mirando al tendido y dando la vuelta a la plaza fue estremecedora. Y la transformaci¨®n de la condici¨®n de exiliados a la de prisioneros, con el cambio de la humilde ropa de calle a los grises y uniformes guardapolvos de campo de concentraci¨®n, dio una vuelta de tuerca dram¨¢tica y emotiva a la escena, que se continu¨® con coros y figurantes dormidos en la arena en posici¨®n fetal y tr¨¢gica. Demasiado familiar, para no conmover.
La puesta en escena adopta un tono intemporal. Si cabe, es m¨¢s contempor¨¢nea que tradicional. Los dictadores, el poder, por un lado; el pueblo llano y perseguido, por otro. La tragedia de los hebreos adquiere un sentido universal, el de los oprimidos frente a los represores, all¨¢ donde est¨¦n. Anecd¨®ticamente, el pu?al se sustituye por la pistola, el caballo por un coche negro y siniestro de lujo que se desplaza por la plaza de toros ante el regocijado asombro de los espectadores. Es la repetici¨®n de los excesos del poder y sus abusos.
Fueron disciplinados, profesionales y efectivos los cuerpos estables b¨²lgaros, y apuntaron buenas maneras los solistas vocales. La frialdad del artificio met¨¢lico central, a modo de estrella de David, se contrarrest¨® con los movimientos de masas. En la orquesta y en los cantantes hubo esp¨ªritu verdiano. El p¨²blico mostr¨® su satisfacci¨®n, y al final m¨¢s de uno sali¨® de estampida para ver si llegaba a tiempo al ¨²ltimo metro. Y es que no todas las estampidas tienen el mismo significado. Para muchos espectadores ha sido su primera ¨®pera. S¨®lo por ello ha valido la pena el esfuerzo.
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