La guerra del cacao
El conflicto de Costa de Marfil dispara la materia prima del chocolate
La crisis de Costa de Marfil, desatada tras una sublevaci¨®n militar y la toma este fin de semana por los rebeldes de Daloa, la capital del cacao, ha disparado la cotizaci¨®n de esta semilla, de la que el pa¨ªs africano es el primer productor mundial (el 43% del mercado). En Londres, el precio para diciembre de la tonelada de cacao alcanz¨® ayer las 1.615 libras esterlinas (2.548 euros), el m¨¢s alto en 17 a?os. Los expertos preven nuevas subidas.
Los compradores temen que los rebeldes superen el cintur¨®n del cacao -que divide el norte musulm¨¢n y el sur cristiano-, se adentren en los bosques tropicales y logren el control total de los cacaotales. Esto, unido a los cortes de carreteras y la falta de combustible, explica el comportamiento de los precios.
Con la toma de Daloa, los rebeldes tienen el camino libre para controlar los cacaotales
'A los puertos est¨¢ llegando poco cacao y, adem¨¢s, los compradores tenemos miedo a que las tropas rebeldes avancen hasta las plantaciones. El precio subir¨¢ hasta que no se solucione la crisis', sostiene un broker de Liffe, una de las principales compradoras del mercado de opciones y futuros de Londres. Esta subida llega en 'un momento malo, porque el grano ya estaba muy caro debido a la especulaci¨®n', indica Javier Almela, gerente de Natra Cacao, el principal fabricante en Espa?a, que exporta manteca, pasta y polvo de cacao a 40 pa¨ªses.
Otros opinan que los precios se han disparado porque no hay suficiente materia para abastecer los mercados. 'Hay m¨¢s demanda que oferta, por eso se valora el producto', explica Jan Vingerhoest, director de la Organizaci¨®n Internacional del Cacao, con sede en Londres. Todos coinciden en que la evoluci¨®n del conflicto en los pr¨®ximos d¨ªas marcar¨¢ la cotizaci¨®n del cacao en los mercados internacionales y el abastecimiento de chocolate en todo el mundo.
En Costa de Marfil, 'todo lo que es pol¨ªtica es cacao y todo lo que es cacao es pol¨ªtica', sentencia Fran?ois Ruf, economista del Centro de Investigaci¨®n Agr¨ªcola (CIRAD), en conversaci¨®n telef¨®nica desde Abiy¨¢n.
La asonada comenz¨® hace tres semanas para bloquear la reforma del ej¨¦rcito planeada por el Gobierno civil de Laurent Gbabgo, pero ha degenerado en una sublevaci¨®n que ha provocado el ¨¦xodo de decenas de miles de personas. El reci¨¦n creado Movimiento Patri¨®tico de Costa de Marfil domina el norte del pa¨ªs, incluida Bouak¨¦, la segunda ciudad en importancia, y Daloa (centro), y avanzan con el apoyo de la poblaci¨®n musulmana (27% del pa¨ªs). Sus aspiraciones son ahora m¨¢s ambiciosas: quieren derrocar al presidente Gbabgo y convocar elecciones. Para lograrlo han anunciado 'una gran ofensiva en tres direcciones'.
El cacao encuentra cada vez m¨¢s obst¨¢culos para salir del pa¨ªs, que vende a Europa y EE UU 1.200.000 toneladas al a?o y que constituyen el 30% de los ingresos en Costa de Marfil. El Gobierno ha cortado el suministro de combustible como estrategia para frenar el avance rebelde, y ha dejado sin gas¨®leo a los compradores que no pueden acceder a las plantaciones. Las dificultades se han dejado notar en los puertos de Abiy¨¢n y de San Pedro, desde donde sale el grano, que cada vez registran menos actividad.
La clave, seg¨²n los expertos, es Daloa. Con su toma este fin de semana por los rebeldes, ¨¦stos tienen el camino expedito para adentrarse en los cacaotales. 'Lo que no sabemos es c¨®mo se comportar¨¢n los cerca de cinco millones de burkineses que viven en el sur, y que est¨¢n a favor del alzamiento. Ellos constituyen la mayor¨ªa de los trabajadores de los dos millones de hect¨¢reas de cacao', dice Ruf.
Unos 5.000 trabajadores han abandonado las plantaciones ante el temor de nuevas represalias del Gobierno marfile?o, que acusa a la vecina Burkina Faso de azuzar la rebeli¨®n. En las dos ¨²ltimas semanas, las fuerzas de seguridad incendiaron decenas de miles de chabolas en Abiy¨¢n habitadas por burkineses.
A las dificultades t¨¦cnicas y a las divisiones ¨¦tnicas y religiosas se suma la labor de los especuladores, que acaparan y alientan rumores de guerra civil para hacer su agosto en los mercados de futuros y opciones de Londres y Nueva York.
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