El fin de la inocencia
Esta importante monograf¨ªa de Freud, cuyo verdadero t¨ªtulo es Tres ensayos de teor¨ªa sexual, tiene una historia interesante. Por lo pronto, se gesta antes del comienzo de siglo (desde 1896 y aun antes, con sus Estudios sobre la histeria y otras publicaciones). No obstante, dejara pasar delante La interpretaci¨®n de los sue?os (1900), obra desde luego fundamental en la teor¨ªa psicoanal¨ªtica, y m¨¢s tarde El chiste y su relaci¨®n con lo inconsciente, de 1903, el mismo a?o del texto de que tratamos, que pod¨ªa haber esperado m¨¢s. Hoy entrevemos ciertas claves que explican el que una aportaci¨®n tan decisiva para la historia del pensamiento psicoanal¨ªtico tardara tanto tiempo en enunciarse con el car¨¢cter sistem¨¢tico que aqu¨ª se ofrece. En realidad, todo deriva de la etiolog¨ªa (la causa, el origen) de la histeria, r¨²brica bajo la cual se incluye lo que actualmente es la histeria propiamente dicha (casi una rareza ya) y los trastornos neur¨®ticos diversos (angustia, fobia, obsesi¨®n, hipocondr¨ªa), todos ellos 'cristalizaciones' de la angustia stricto sensu. La etiolog¨ªa de la histeria se conceb¨ªa desde Charcot como de origen traum¨¢tico (un traumatismo mental, en todo caso), capaz de dejar una huella cuya evocaci¨®n, aun remota, suscitar¨ªa ulteriormente angustia, miedo, crisis con seudop¨¦rdidas de conciencia, etc¨¦tera. Freud restringe la vivencia o experiencia causal a un traumatismo (repito, mental) de car¨¢cter espec¨ªficamente sexual y adem¨¢s, y esto es importante, acontecido en la ni?ez y resultado de la seducci¨®n y violencia por parte del adulto. La tesis -que no hip¨®tesis- de la seducci¨®n (experiencia pasiva) estar¨ªa presente siempre, si bien en la obsesi¨®n a la experiencia pasiva del ni?o o la ni?a seguir¨ªan, adem¨¢s, otras activas por parte de ¨¦stos (fantas¨ªas er¨®ticas, masturbaci¨®n, etc¨¦tera), que llevar¨ªan consigo sentimientos de culpa y, como defensas, desplazamientos simb¨®licos subsiguientes a la represi¨®n (los rituales absurdos del obsesivo) y en el fondo sustitutivos. Esta tesis de la seducci¨®n hab¨ªa sido fuertemente criticada en su momento, entre otros por Richard von Krafft-Ebing, profesor de psiquiatr¨ªa en Viena, autor del formidable Psychopathia Sexualis, hasta entonces amigo de Freud, y por otro interesante psiquiatra, L?wenfeld. Lo inquietante es que en Teor¨ªa sexual Freud renuncia a la tesis de la seducci¨®n, es decir, del traumatismo sexual en la infancia, e incluso declara de qu¨¦ modo ¨¦l mismo ha sugerido en sus pacientes la aparici¨®n de fantas¨ªas de seducci¨®n infantil, dadas como hechos en el curso de la terapia, merced a la transferencia surgida hacia ¨¦l como terapeuta. Freud se apoya adem¨¢s en el sex¨®logo de la ¨¦poca, Havellock Ellis, para se?alar c¨®mo personas que han experimentado traumas sexuales en la infancia han tenido un desarrollo normal de su sexualidad. Hoy sabemos que la renuncia al trauma sexual en la infancia obedece a otras instancias y no s¨®lo a la investigaci¨®n propiamente dicha. Decisiva fue la identificaci¨®n tan profunda que Freud experiment¨® hacia Wilhem Fliess, un otorrinolaring¨®logo berlin¨¦s, inventor de teor¨ªas pintorescas, su corresponsal y confidente, y al que Freud concede, durante unos a?os, una autoridad s¨®lo interpretable como una transferencia positiva (en el sentido psicoanal¨ªtico del t¨¦rmino, es decir, en este caso con un componente homoer¨®tico), y de aqu¨ª el car¨¢cter de 'aberrante' de la relaci¨®n, que Jones, el primer bi¨®grafo de Freud, no tiene empacho en calificar como tal. El vac¨ªo dejado por la renuncia a la hip¨®tesis de la seducci¨®n traum¨¢tica por parte del adulto se compensa con la intromisi¨®n de la etapa ed¨ªpica, lo que supone justamente la tesis inversa: el ni?o es el que opera con fantas¨ªas er¨®ticas y agresivas respecto de sus figuras parentales.
La influencia de Fliess en Freud en esos a?os es de tal ¨ªndole que a ¨¦l ha de atribuirse la tesis de la bisexualidad, que Freud enunciar¨¢ como suya (en un lapsus t¨ªpicamente freudiano: reconocer¨¢ m¨¢s tarde la motivaci¨®n inconsciente del olvido, y el haberle sido inspirada por Fliess). Como propia, Freud, antes de publicar esta monograf¨ªa, la discutir¨¢ con su paciente, el fil¨®sofo Herman Swoboda, que la har¨¢ suya a su vez en una publicaci¨®n de 1904 (Los periodos del organismo humano y su significado psicol¨®gico y biol¨®gico), pero habi¨¦ndosela comunicado verbalmente a Otto Weininger, ¨¦ste se le adelanta y la desarrolla, como de ¨¦l, en su libro Sexo y Car¨¢cter, que aparece poco antes de su suicidio a los 22 a?os. Fliess, indignado, sobre todo tras el ¨¦xito sin precedentes del libro de Weininger, hizo que el bibliotecario Pfenning publicase un texto poniendo las cosas en su sitio. Pero para entonces (1906), Freud hac¨ªa cuatro a?os que hab¨ªa roto con Fliess.
Es importante advertir que la tesis de una sexualidad infantil no es privativa de Freud. Varios autores hab¨ªan hablado antes que ¨¦l de la existencia de impulsos er¨®ticos en la infancia, de la masturbaci¨®n infantil, de la existencia de zonas er¨®genas extragenitales. Pero el texto freudiano ofrece por primera vez en la historia una teor¨ªa del desarrollo de la sexualidad que hace posible la interpretaci¨®n unitaria de los comportamientos sexuales normales y los denominados 'perversos', as¨ª como de la homosexualidad, y una teor¨ªa de la iniciaci¨®n de la sexualidad, previa, pues, a la pubertad, como 'perversa' y 'polimorfa'. Junto con Interpretaci¨®n de los sue?os, este libro constituye una aportaci¨®n fundamental, en que biolog¨ªa y psicolog¨ªa caminan en paralelo.
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