Los mimbres de la Constituci¨®n

El 4 de julio de 1977, Adolfo Su¨¢rez presidi¨® el primer Gobierno democr¨¢tico constituido en Espa?a despu¨¦s de la II Rep¨²blica (1931-1936). La llegada de las libertades, despu¨¦s de cuarenta a?os de dictadura franquista, coincidi¨® al igual que la experiencia republicana con una profunda crisis econ¨®mica internacional que amenazaba seriamente la estabilidad del naciente Estado democr¨¢tico.

El recuerdo de las dificultades econ¨®micas de la Rep¨²blica espa?ola segu¨ªa vivo en la memoria de los l¨ªderes pol¨ªticos que afrontaron la construcci¨®n de la presente democracia espa?ola hace ahora algo m¨¢s de un cuarto de siglo.

El profesor Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente econ¨®mico en este primer Gobierno democr¨¢tico, ha recordado en numerososas ocasiones este paralelismo hist¨®rico. Fuentes, que ya tuvo un papel destacado en la elaboraci¨®n del Plan de Estabilizaci¨®n en 1959, impuls¨® un gran acuerdo pol¨ªtico que se materializ¨® en octubre de 1977 y que fue conocido como Pactos de La Moncloa. Su proyecto era 'definir un programa de reformas que permitiera superar la crisis para llegar a la Constituci¨®n', que se aprob¨® en diciembre de 1978.

La situaci¨®n que afrontaba Espa?a era de emergencia. La inflaci¨®n era del 44%

Carrillo apoy¨® desde el principio los pactos por el peligro que se cern¨ªa sobre la democracia

Situaci¨®n de emergencia

La situaci¨®n que afrontaba Espa?a era de emergencia. Los datos son elocuentes. En los meses de julio y agosto la tasa de inflaci¨®n se aproximaba al 44% y alg¨²n economista pronosticaba en aquellos momentos que si no se tomaban medidas en diciembre llegar¨ªa al 100%. La subida del precio el petr¨®leo de 1,6 a 14 d¨®lares por barril entre 1973 y 1974 hab¨ªa provocado una fuerte crisis en las econom¨ªas occidentales. En Espa?a la situaci¨®n era m¨¢s grave porque los ¨²ltimos Gobiernos del franquismo no hab¨ªan tomado medidas, confiando en 'puentear la crisis'. Se aceler¨® la p¨¦rdida de competitividad, la tasa de cobertura de las importaciones por las exportaciones cay¨® del 56% en 1972 al 49% en 1976. La sangr¨ªa de reservas era imparable y el propio Fuentes tem¨ªa que el pa¨ªs pudiera llegar a la suspensi¨®n de pagos.

Ante el aumento de las dificultades exteriores, la inversi¨®n empresarial registr¨® una dr¨¢stica ca¨ªda y el paro no tard¨® en dispararse. A finales de a?o se contabilizaban 700.000 parados, de los que menos de la mitad contaban con seguro de desempleo.

Este panorama se ve¨ªa agravado por una dial¨¦ctica perversa que empujaba a los sindicatos a 'romper los topes salariales' para recuperar el poder adquisitivo. La conflictividad laboral, en la que se mezclaba la lucha pol¨ªtica y sindical, moviliz¨® a m¨¢s de tres millones de trabajadores en 1977 con m¨¢s de 16 millones de jornadas perdidas. Los aumentos salariales superaron el 30%.

Quiz¨¢ por ello uno de los aspectos centrales de los Acuerdos de La Moncloa iba dirigido a poner fin a esta espiral de precios y salarios. El gran cambio consisti¨® en sustituir la subida de los salarios seg¨²n la inflaci¨®n pasada por unos aumentos en funci¨®n de las previsiones del Gobierno para el a?o siguiente. As¨ª, frente a una inflaci¨®n del 26,4% registrada en 1977, el Gobierno fij¨® el l¨ªmite del 22% para 1978.

Uno de los aspectos m¨¢s notables que caracteriz¨® los pactos, tanto los de naturaleza econ¨®mica como los de pol¨ªtica, aunque ¨¦stos no fueron firmados por Alianza Popular (hoy Partido Popular), fue la rapidez con que se desarrollaron los acontecimientos. Las primeras gestiones fueron realizadas por Jos¨¦ Luis Leal, quien procedente del exilio de Par¨ªs, se hizo cargo de la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Econ¨®mica el 10 de septiembre de 1977. En menos de dos meses se alcanz¨® el acuerdo que se firm¨® el 25 de octubre siguiente. Leal, quien posteriomente ser¨ªa ministro de Econom¨ªa en dos Gobiernos de Su¨¢rez, recibi¨® el encargo de Fuentes Quintana de dise?ar un programa de ajuste, teniendo en cuenta su experiencia como economista de la OCDE. Leal organiz¨® un equipo de trabajo que contaba con ?ngel Rojo, jefe de Estudios del Banco de Espa?a y posterior gobernador del mismo, que cont¨® con la ayuda del economista del banco emisor Jos¨¦ P¨¦rez; Blas Calzada, director general de Estad¨ªstica, actualmente presidente de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores, y del subsecretario del Ministerio, Manuel Lagares, actual catedr¨¢tico de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares. Fuentes ten¨ªa el respaldo total del vicepresidente pol¨ªtico Fernando Abril Martorell, quien a finales de septiembre mantuvo los primeros contactos con Santiago Carrillo, l¨ªder del Partido Comunista, legalizado cinco meses antes. Seg¨²n explic¨® Leal en la conferencia que dict¨® recientemente en la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, Elogio de la transici¨®n. El Acuerdo de La Moncloa y la Constituci¨®n, al recibir el doctorado honoris causa,Carrillo apoy¨® desde el primer momento un acuerdo de este estilo, 'pues era plenamente consciente de los peligros que se cern¨ªan sobre la entonces fr¨¢gil democracia'.

La posici¨®n de los socialistas fue, sin embargo, mucho m¨¢s reticente al principio. El entonces secretario general del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE), Felipe Gonz¨¢lez, admiti¨® en el plenario del Congreso de los Diputados celebrado el 27 de octubre: 'Nuestra actitud era una actitud dura, reticente y cr¨ªtica y lo ha sido durante todo el periodo de negociaci¨®n'. Pero acab¨® su intervenci¨®n destacando que el acuerdo hab¨ªa sido positivo. El contenido de los pactos no se limitaba a un duro ajuste econ¨®mico sino tambi¨¦n a un ambicioso y profundo plan de reformas econ¨®micas y pol¨ªticas (ver cuadro adjunto), que fueron los mimbres de la Constituci¨®n.

Para Joan Trull¨¦n, profesor de Pol¨ªtica Econ¨®mica, de la Universidad de Barcelona, autor de uno de los libros m¨¢s citados sobre la materia, Fundamentos Econ¨®micos de la transici¨®n pol¨ªtica espa?ola, ' los Pactos de La Moncloa constituyeron las bases para la construcci¨®n del Estado de bienestar en Espa?a'.

Jos¨¦ Mar¨ªa Triginer, dirigente del PSOE y de la UGT en Catalu?a y firmante del acuerdo, describe la fragilidad del Estado en todos los aspectos en aquellos momentos cuando Su¨¢rez les coment¨® que hab¨ªan detenido a un comando del GRAPO con planos de La Moncloa'. Triginer subraya tambi¨¦n el esfuerzo que tuvo que realizar Gonz¨¢lez entre su militantes para convencerles de las bondades del acuerdo. 'En Barcelona', recuerda, 'hizo un discurso socialdem¨®crata en el que explic¨® la necesidad de implicar a los trabajadores en la marcha de la econom¨ªa del pa¨ªs. Fue recibido con silbidos pero acab¨® entre aplausos'.

Del coste que significaron los pactos para los trabajadores deja constancia uno de sus defensores, Carles Navales, entonces un destacado sindicalista de Comisiones Obreras, en el Baix Llobregat, una de las zonas con mayor tradici¨®n de lucha del cintur¨®n industrial de Barcelona. Para Navales, 'a la clase obrera espa?ola hay que reconocerle que priorizara la necesidad de consolidar la democracia aunque ello fuera costa de perder muchos puestos de trabajo'. Las cifras son reveladoras. El n¨²mero de ocupados espa?oles, 12,5 millones en 1977, fue descendiendo continuamente en los a?os sucesivos y no volvi¨® a recuperarse hasta 1989.