La ablaci¨®n de una modelo somal¨ª
Waris Dirie narra en una biograf¨ªa la mutilaci¨®n que sufri¨® en su infancia
Su vida parece arrancada de una novela, y es a la vez terrible y esperanzadora. Nadie podr¨¢ reflejarla de forma m¨¢s fiel de lo que ella lo ha hecho en Amanecer en el desierto, el relato de una ni?a somal¨ª que creci¨® entre cabras y camellos y que hoy se ha convertido en una de las voces internacionales m¨¢s firmes contra el oprobio de la mutilaci¨®n genital femenina. Waris Dirie sabe de lo que habla. Su biograf¨ªa podr¨ªa inspirar un relato coral sobre la humillaci¨®n que sufren cerca de 130 millones de mujeres en ?frica, Asia, Am¨¦rica (Brasil) e incluso en determinados guetos de inmigraci¨®n europeos. Pero no todas han podido realizar el recorrido vital de Waris Dirie, ni han logrado un lugar en el mundo como ella. Su hermana Halimo muri¨® como consecuencia de la ablaci¨®n. Modelo internacional e imagen de Chanel, Revlon, Benetton o Levis, Waris Dirie creci¨® en el desierto somal¨ª viviendo de choza en choza, cuidando cabras.
Nacida en una familia n¨®mada, fue educada por una madre observadora e intuitiva, aunque sumisa, y un padre autoritario. No sabe exactamente su edad, que calcula en 32 a?os, pero recuerda que en torno a los cinco fue mutilada. No era m¨¢s alta que una cabra y su madre la sujet¨® mientras una anciana le seccion¨® el cl¨ªtoris y la parte interna de la vagina. Luego le cosi¨® la herida. 'No dej¨® m¨¢s que una min¨²scula abertura del tama?o de la cabeza de una cerilla, para orinar y menstruar', relata en su libro, escrito junto con la doctora Jeanne d'Haem, experta en cultura somal¨ª.
'En medio de mi dolor vi el de mi madre, sent¨ª el latido de su coraz¨®n', reflexiona la modelo. 'Ella no estaba de acuerdo, pero ten¨ªa que consentirlo para que yo pudiera casarme y ser aceptada. Y entonces fue cuando yo me dije: 'No voy a sufrir lo que ella est¨¢ sufriendo, no llevar¨¦ esta vida de impotencia ni obligar¨¦ a mis hijas a hacer lo que no quiero para ellas', afirma al evocar aquella atrocidad. Fue el comienzo de una rebeli¨®n que la empuj¨® a los 13 a?os a escapar de su choza y de su mundo familiar para librarse de un matrimonio concertado por su padre con un hombre mayor. 'Fue una voz interior la que me hizo tomar la decisi¨®n de huir', afirma. La misma convicci¨®n que la impuls¨®, ya en Mogadiscio, a pedir a unos t¨ªos suyos que la ayudaran a viajar a Londres para trabajar de criada. Cuatro a?os despu¨¦s, un fot¨®grafo descubri¨® su luminoso rostro.
Waris Dirie rompi¨® ya en 1995 el silencio que aprisiona a las mujeres mutiladas al revivir su experiencia en p¨²blico durante una conferencia contra la ablaci¨®n. Necesitaba expulsar ese dolor, pero al mismo tiempo se sinti¨® culpable por haber roto el tab¨² familiar y tribal. La ablaci¨®n somal¨ª es una de las m¨¢s severas, pero la modelo lo atribuye a la ignorancia y se resiste a creer que los suyos sean unos torturadores.Nombrada embajadora de Naciones Unidas para los derechos de la mujer en ?frica, en l¨ªnea con su esfuerzo por erradicar la ablaci¨®n, la ahora neoyorquina Dirie se ha reconciliado con su pa¨ªs y con los familiares que ha podido recuperar a su vuelta. El redescubrimiento de sus or¨ªgenes y de un pa¨ªs devastado por la huella de la guerra le ha llevado a crear la fundaci¨®n Desert Dawn (www.desertdawn.com), destinada a recaudar fondos para la educaci¨®n de ni?os y mujeres. 'Tenemos en marcha un hospital, proyectos educativos para la mujer y talleres para las que han sufrido la mutilaci¨®n y para las que ya no la padecer¨¢n gracias a que se educar¨¢n de otro modo'.
Esta refinada y a la vez espiritual Waris Dirie se considera una superviviente. Waris en somal¨ª significa Flor del Desierto, una planta resistente que sobrevive como arbusto en los a?os en que no llueve. La flor del desierto fue el primer testimonio de Waris Dirie: en ¨¦l explic¨® c¨®mo conquist¨® los focos de las pasarelas. En Amanecer en el desierto, parte de cuyos ingresos de venta ir¨¢n a parar a su fundaci¨®n, ha revivido su herida y su consiguiente humillaci¨®n. Pero no se siente atada al pasado. Tampoco est¨¢ sola. 'Cada vez hay m¨¢s mujeres que hablan. Y muchos hombres admiten que no quieren casarse con mujeres mutiladas, aunque no lo digan en p¨²blico'. Mientras, 6.000 ni?as son sometidas a la ablaci¨®n cada d¨ªa en el mundo. 'Hay mucho que hacer: las mujeres tenemos que unirnos y los Gobiernos que proh¨ªben la mutilaci¨®n tienen que impedir su pr¨¢ctica clandestina'.
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