El Valencia multiplica su rango
Un gol de Rufete da el triunfo a los de Ben¨ªtez ante el Liverpool, que no perd¨ªa en Anfield hace diez meses
Con madurez, arrestos y m¨¢s f¨²tbol que su rival, el Valencia dej¨® una huella imborrable para su historia con un triunfo con may¨²sculas en Anfield, una de esas plazas que dan rango. Un escenario en el que se precisa tanta entereza como la exhibida por el Valencia, que supo masticar un partido muy crudo. Al Liverpool le falt¨® mucha clarividencia, porque anda muy corto de talento, pero le sobra coraje para haber convertido su estadio en un fort¨ªn durante los ¨²ltimos diez meses. El Valencia no se alter¨® cuando los ingleses sacaron el cuchillo, anestesi¨® el choque cuando le interesaba y no se descompuso cuando su enemigo le sacudi¨® a base de balonazos. Todo ello distingue a este Valencia, un equipo armado y muy bien tejido para dar la cara en cualquier escenario y ante cualquier exigencia.
LIVERPOOL 0| VALENCIA 1
Liverpool: Dudek; Carragher (Cheyrou, m.83), Traore, Hyypia, Riise; Gerrard, Diao, Hamann, Murphy (Smicer, m.64); Heskey (Baros, m.64) y Owen. Valencia: Ca?izares; Curro Torres, Marchena, Pellegrino, Carboni; Rufete, Baraja, Albelda, Kily Gonz¨¢lez (Vicente, m.89); Aimar (Angulo, m.69); y Carew (Mista, m.80). Goles: 0-1. M.35. Pase de Curro Torres a Carew, que dentro del ¨¢rea, de espaldas a la porter¨ªa, duerme la pelota ante la llegada de Bufete, cuyo remate raso desv¨ªa involuntariamente Hyypia. ?rbitro: Terje Hauge (Noruega). Amonest¨® a Albelda y Mista. Unos 45.000 espectadores en Anfield. El Valencia est¨¢ ya clasificado para la siguiente fase como primero de grupo.
A falta de juego, el Liverpool expuso un cierto matonismo. Hamann se autoproclam¨® l¨ªder de la banda y a los ocho minutos caz¨® de mala manera a Aimar. Con el genio argentino junto a la l¨ªnea de banda, en el centro del campo, en una jugada cuyo ¨²nico riesgo posible era que un espectador de la primera fila se llevara un balonazo, el alem¨¢n peg¨® con todo a Aimar. El asalto de Hamann, ante el que el panoli ¨¢rbitro noruego se hizo el sueco, condicion¨® en buena medida el choque. Aimar entendi¨® el mensaje y durante muchos minutos se volvi¨® invisible, con lo que ello supone para un equipo que le necesita como faro. Cuando intentaba dar se?ales de vida, all¨¢ iban como sabuesos Hamann o Diao, que le tocaron la cara, los tobillos, las espinillas y las muelas cuando hizo falta. Hasta que el propio Aimar, fuera de s¨ª, pis¨® de forma muy fea a Diao.
De la batalla planteada, el Liverpool no sac¨® m¨¢s rentas. Aun con Aimar cortocircuitado, el Valencia siempre estuvo por encima de su rival. En el plano f¨ªsico mostr¨® tanto plomo como los ingleses, y como su apuesta futbol¨ªstica hoy por hoy es muy superior casi nunca se sinti¨® acogotado. Sac¨® pecho desde el principio y manej¨® el duelo sin sobresaltos, salvo, claro est¨¢, cuando los ingleses afilaban los tacos. Albelda y Baraja se bastaron para abanicar la pelota y cada movimiento de Carew (mejorad¨ªsimo respecto al curso pasado) era un suplicio para los centrales de los reds. El delantero noruego es la vacuna perfecta frente a ese tipo de centrales que tanto adoran en el f¨²tbol ingl¨¦s, tipos grandotes, que se ganan la vida y la fama a base de coscorrones con los delanteros enemigos. Carew tiene el mismo corpach¨®n, pero en arrancada es un galgo, aunque su centro de gravedad est¨¦ por las nubes.
Con el gol de Rufete en la mochila, el Valencia se sinti¨® abocado durante un trecho del segundo tiempo a fortalecer su resistencia. El Liverpool empuj¨® con todo, meti¨® una nueva marcha al partido y encendi¨® al m¨¢ximo la caldera de Anfield. El equipo de Rafa Ben¨ªtez perdi¨® el control que le hab¨ªa distinguido durante el primer tramo y cada pelotazo enemigo le hizo recular m¨¢s y m¨¢s hacia la cueva de Ca?izares. Aimar y Carew se despegaron del resto de sus compa?eros y Baraja por momentos dej¨® de ser ese jugador de ida y vuelta para enfundarse el mono y barrer cerca de su ¨¢rea. Con intenci¨®n de estirar de nuevo al equipo, Ben¨ªtez, lejos de taparse hasta el final, envid¨® con Angulo, el chico de los recados en la plantilla valencianista. Anoche le toc¨® relevar a Aimar, con la idea de explotar su velocidad. El Valencia necesitaba ox¨ªgeno y Aimar estaba en el limbo desde la tarascada de Hamann.
La entrada de Angulo coincidi¨® con el fin del arre¨®n de los ingleses, a los que Ca?izares hab¨ªa frenado en seco su tromba de quince minutos tras el descanso. Todo el Liverpool se despidi¨® del encuentro con el mano a mano que el capit¨¢n valencianista resolvi¨® ante Owen. Sin ¨¦ste, al conjunto de Houllier apenas le queda nada, salvo coraje y un escudo enorme. Al Valencia le distinguen m¨¢s cosas, tiene un poco de todo y su discurso cada vez es m¨¢s s¨®lido. Victorias como la de Anfield lo certifican por en¨¦sima vez.
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