C¨²pula celeste

?Musette? ?Tarantela? ?Tango? ?Jazz? Richard Galliano es capaz de tocar todos esos g¨¦neros y encontrar ins¨®litos puntos de enlace entre ellos. Aprendi¨® enseguida a traducir los sonidos al lenguaje del jazz; despu¨¦s, gracias a su profesor, a casi todos los dem¨¢s. Deb¨ªa de ser un espect¨¢culo ver a un t¨ªmido chiquil¨ªn de 10 a?os arrasando en los concursos de nuevos talentos con su prodigiosa t¨¦cnica. Su encuentro crucial con Astor Piazzolla a principios de los 80 descubri¨® al improvisador experto el tambi¨¦n maravilloso mundo de la composici¨®n. Y fue precisamente al Galliano de partitura y ensayo duro el que se pudo ver en el impresionante concierto que ofreci¨® apoyado por un piano y un excelente quinteto de cuerda. Sobre el atril, obras magnas de Piazzolla (Oto?o porte?o, Vuelvo al sur, Milonga del ¨¢ngel y Oblivion entre ellas). Pocos compositores pueden acaparar un programa sin dar s¨ªntomas de monoton¨ªa o asfixia de ideas.

Galliano empez¨® a extraer un sonido de grandeza casi trascendental, que se oscurec¨ªa o se aclaraba seg¨²n el car¨¢cter de la pieza. El acorde¨®n se supo en las mejores manos y mostr¨® orgulloso sus poderes. El franc¨¦s no dej¨® de explotar ninguno de estos regalos sin olvidar que la prioridad era devolver color de vida pujante a la m¨²sica de Piazzolla.

La tendencia no vari¨® cuando el franc¨¦s empu?¨® el bandone¨®n, un instrumento no diat¨®nico que requiere una t¨¦cnica bien distinta a la de su hermano mayor, para enfrentarse al Concierto para bandone¨®n y orquesta: la emoci¨®n segu¨ªa flotando en la atm¨®sfera como un preso feliz. El quinteto de cuerda y el piano, todos franceses, se ajustaron con precisi¨®n casi cient¨ªfica a las evoluciones del solista.