Imaginemos
Imaginemos una econom¨ªa en donde las empresas ¨²nicamente pueden aumentar sus expectativas de ingresos porque reduzcan sus m¨¢rgenes, y sus previsiones de beneficio porque disminuyan sus costes. Imaginemos una econom¨ªa en donde no se invierte porque la capacidad instalada es m¨¢s que suficiente para cubrir la demanda. Tampoco el sector p¨²blico tiene capacidad de contrarrestar esta carencia de inversi¨®n privada, sin desequilibrar a¨²n m¨¢s sus cuentas, por el efecto de la falta de dinamismo de la actividad econ¨®mica en su potencial recaudatorio. Imaginemos tambi¨¦n que los trabajadores se ven amenazados por la mayor fragilidad del mercado laboral y de falta de creaci¨®n de empleo.
En una econom¨ªa con estos patrones de comportamiento, insistir en el riesgo de tensiones inflacionistas probablemente est¨¦ priorizando m¨¢s la inmediatez del corto plazo que los riesgos tendenciales. Sobre todo si adem¨¢s el tipo de cambio y el contexto internacional introducen condiciones favorables al control de los precios. No s¨®lo por la estabilizaci¨®n de las cotizaciones del petr¨®leo, sino tambi¨¦n por el papel creciente de competidores en el comercio internacional como China, que sin duda generar¨¢n presiones deflacionistas en determinados sectores de manufacturas.
Que en una econom¨ªa como la del ¨¢rea euro un 20% de su PIB (lamentablemente, incluyendo a Espa?a) genere tensiones en precios por encima del 2,5% anual no deber¨ªa ser un elemento determinante en la congelaci¨®n de los est¨ªmulos monetarios para el resto de Europa. Desde luego, tendr¨ªan que acompa?ar otras circunstancias para garantizar un mayor dinamismo de la demanda para el pr¨®ximo a?o, pero sin ellas la recuperaci¨®n pasa a¨²n m¨¢s por un ejercicio de voluntarismo y de esperanza en el protagonismo estadounidense.
Algunas voces alertan del riesgo que supondr¨ªa una bajada de tipos sobre el endeudamiento de las familias al hinchar m¨¢s la burbuja en sectores como el inmobiliario. Pero ?no ser¨ªa acaso m¨¢s grave para la solvencia que la econom¨ªa que se aproximase hacia un ciclo m¨¢s contractivo y deflacionista? Probablemente as¨ª lo ha entendido la Reserva Federal y, si seguimos imaginando, as¨ª tendr¨¢n que entenderlo otros bancos centrales. Nadie cuestiona que la inflaci¨®n indeseada introduzca distorsiones contraproducentes en el ciclo econ¨®mico, pero, ?qu¨¦ es inflaci¨®n?, ?una tasa del 2,5% es inflaci¨®n cuando los mercados anticipan menos del 2% para el pr¨®ximo a?o? En las actuales condiciones de enfriamiento de la demanda tal vez ser¨ªa adecuado alimentar un poco las expectativas de inflaci¨®n. Como el buen vino, con moderaci¨®n sienta bien.
C¨¦sar Cantalapiedra y Alfonso Garc¨ªa son miembros de Analistas Financieros Internacionales.
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