La utop¨ªa musical a¨²n es posible

William Christie ha vuelto a enamorar en Madrid. En el mismo teatro, La Zarzuela, en el que en 1992 sacudi¨® las sensibilidades oper¨ªsticas abiertas, al frente de Atys de Lully; en la misma ciudad donde en 2001 deleit¨® en el auditorio con la versi¨®n en concierto m¨¢s teatral e imaginativa que se pueda imaginar de Dido y Eneas, de Purcell. Precisamente han sido obras de Lully, Purcell y tambi¨¦n Monteverdi, es decir, la flor y nata de la ¨®pera francesa, inglesa e italiana del XVII, con las que ha conformado la primera parte de su programa madrile?o, el punto final de una gira con j¨®venes cantantes de su academia, que ha recalado en la ¨²ltima quincena en nueve ciudades europeas. Nueve cantantes, entre 22 y 30 a?os, elegidos entre 262 aspirantes, con los que Christie ha confirmado su condici¨®n de gran pedagogo y ha regenerado la emoci¨®n pura de la ¨®pera.

Christie ha seleccionado los diferentes fragmentos de este fascinante viaje a las entra?as de la m¨²sica barroca por las caracter¨ªsticas de los cantantes. En unas declaraciones recogidas por Le Monde manifestaba que, "a diferencia de otras academias como las de Aix o Ambronay, aqu¨ª los alumnos no alimentan un espect¨¢culo, sino que son ellos mismos el espect¨¢culo". Tiene raz¨®n. Todos los cantantes est¨¢n excelentes. Es una satisfacci¨®n que un espa?ol como Gabriel Berm¨²dez muestre un dominio tan apabullante estil¨ªsticamente del recitativo de la "trag¨¦die lyrique" en el fragmento de Lully y despliegue una l¨ªnea de canto tan depurada en Telemann.

Pero no es cuesti¨®n de individualidades. Lo que se impone colectivamente es la exactitud de la afinaci¨®n, la precisi¨®n de la dicci¨®n, la acentuaci¨®n. Y el amor por el trabajo bien hecho que alcanza tambi¨¦n el aspecto teatral, pues todos se muestran como consumados actores al transmitir sentimientos, sin escenograf¨ªas a?adidas, con la esencial direcci¨®n de Vincent Boussard.

No es descubrir nada decir que Christie es uno de los pocos genios que existen en la direcci¨®n orquestal. La m¨²sica del barroco alcanza puro estremecimiento al escuchar a su grupo Les Arts Florissants. Con ellos, su jard¨ªn de las voces se convirti¨® para el espectador en un aut¨¦ntico jard¨ªn de las delicias.