Sangre y muerte en el hotel Para¨ªso
Los turistas fueron sorprendidos por la explosi¨®n mientras se registraban en recepci¨®n o esperaban las llaves de sus habitaciones
Lo llamaban Hotel Para¨ªso. Palmeras, piscinas, habitaciones con aire acondicionado y la playa blanca de Kilifi, 20 kil¨®metros al norte de Mombasa, a unos pocos metros. Lejos de las preocupaciones de todos los d¨ªas y con el sol asegurado incluso a finales de noviembre.
"Acab¨¢bamos de llegar. Somos un grupo de danza folcl¨®rica. Actuamos para los turistas por la noche, pero venimos de un pueblo del interior. Est¨¢bamos a punto de llamar al personal del hotel para preguntar por nuestras habitaciones cuando todo se ha hundido: las ventanas, las paredes, el techo. He visto a algunos de mis amigos muertos en el suelo". Con una venda en la frente, con los ojos todav¨ªa aterrorizados, Dominic Mbendi es uno de tantos, de los que ha visto el infierno en el hotel Para¨ªso.
Una periodista israel¨ª del diario Jerusalen Post, que hab¨ªa venido a Mombasa de vacaciones para distraerse de los horrores que su trabajo le obliga a ver en su propia casa, todav¨ªa se muestra incr¨¦dula. "Cuando hemos llegado al hotel nos han dicho que era mejor que nos fu¨¦ramos a comer y a disfrutar del sol mientras nos preparaban las habitaciones, que en muchos casos no estaban listas porque en esta ¨¦poca el hotel se encuentra abarrotado. Yo he salido al vest¨ªbulo. Pero la familia con los ni?os, que se sentaba a mi lado en el avi¨®n, ha preferido quedarse dentro con la esperanza de que les dieran las llaves de las habitaciones y de poder descansar. He visto los cad¨¢veres de los dos chicos, de unos 13 o 14 a?os, extendidos en el suelo y cubiertos con una s¨¢bana. Los padres est¨¢n heridos graves y se recuperan en el hospital. Estamos todos bajo estado de choque".
Todos aquellos que se encontraban dentro del hotel hablan de un enorme estruendo, una especie de terremoto que lanz¨® platos, tazas y muebles por los aires. "El techo se ha desplomado en un segundo. En un momento la sangre se extend¨ªa por todas partes", comenta el jefe de los animadores, que acababa de mantener una reuni¨®n con el equipo que se ocupaba de entretener a los 400 turistas que puede alojar el hotel Para¨ªso.
El Para¨ªso explot¨® por los aires ayer por la ma?ana, mientras los p¨¢lidos wageni, como llaman aqu¨ª a los turistas, a¨²n estaban con la maleta en la mano para registrarse a su llegada a recepci¨®n. Una fea esfinge de le¨®n y una estatua de elefante de tama?o natural, situada a la entrada para dar ambiente, quedaron reducidos en pocos segundos a pat¨¦ticas colillas humeantes. Piernas y brazos humanos volaron hacia el techo. Quince muertos, dos de ellos ni?os, y cerca de 80 heridos. La cuesti¨®n, mientras los voluntarios de la Cruz Roja deambulan entre las ruinas, es responder a una sola pregunta: ?Por qu¨¦ lo han hecho? ?C¨®mo lo han conseguido? ?Qui¨¦n los ha protegido? El atentado de ayer en una de las playas m¨¢s tur¨ªsticas de Kenia ha sido, en realidad, un doble atentado.
A un mes exacto de sus elecciones presidenciales, en medio de una campa?a electoral que hasta ahora transcurr¨ªa tranquila, Kenia regresa a la pesadilla de agosto de 1998, cuando dos bombas hicieron explosi¨®n casi al mismo tiempo en las embajadas estadounidenses de Nairobi y de Dar es Salam, la capital de la vecina Tanzania, causando la muerte de un centenar de inocentes.
Pero el para¨ªso de Kilifi se ha echado a perder a causa de una guerra que se libra en un escenario diverso. Por un d¨ªa, en Kilifi se ha reproducido el horror que forma parte de la vida cotidiana de Israel y de los territorios palestinos. Los kamikazes que han elegido el hotel Para¨ªso quer¨ªan golpear objetivos israel¨ªes precisamente en el momento en que, de vacaciones, se sent¨ªan seguros.
El hotel era propiedad de inversores israel¨ªes y sus hu¨¦spedes eran de la misma nacionalidad. El avi¨®n de la compa?¨ªa Arkia, que deb¨ªa ser abatido, era israel¨ª y vuela regularmente entre Mombasa y Tel Aviv. El grupo terrorista que ha reivindicado el doble atentado dice llamarse Ej¨¦rcito de Palestina.
Pocos minutos despu¨¦s de la explosi¨®n ha estado claro que los responsables son extremistas isl¨¢micos, probablemente asociados a Al Qaeda. "Han usado la misma t¨¦cnica utilizada en las embajadas atacadas por Bin Laden hace cuatro a?os", dice James, un gu¨ªa de safaris. Uno de tantos que se quedar¨¢n sin trabajo porque los operadores tur¨ªsticos incluir¨¢n tambi¨¦n a Kenia en la lista de destinos peligrosos. Una lista que parte de Manhattan, transita por Bali, incluye a los pa¨ªses aliados de Estados Unidos y, como tales, denunciados en el ¨²ltimo v¨ªdeo de Bin Laden, y ahora llega a la costa de ?frica oriental, donde los lazos hist¨®ricos y culturales con el mundo isl¨¢mico son muy fuertes desde antes de la llegada de Vasco de Gama. Donde resulta f¨¢cil, para un activista de Al Qaeda con un nombre y un pasaporte ¨¢rabe, infiltrarse, camuflarse, pasar inadvertido, gozar de apoyos. El estruendo de la explosi¨®n de Kilifi se ha podido escuchar hasta en el bazar de Mombasa, donde incluso la comunidad musulmana hace todo lo posible por distanciarse del atentado.
"Se trata de gente que viene de fuera, aprovech¨¢ndose de la escasa actividad de la polic¨ªa y de la autoridad en general en las v¨ªsperas de las elecciones", dice el l¨ªder de la minor¨ªa isl¨¢mica de Kenia. En Nairobi se respira la rabia por las consecuencias que el atentado tendr¨¢ sobre la econom¨ªa.
? La Repubblica / EL PA?S.
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