La r¨ªa de Arosa sufre su jornada de pesca m¨¢s negra
"Estamos solos. Que nos traigan medios, porque nos hace falta de todo", se quejan los pescadores que llegan a puerto con fuel
La chalana Segundo Duro, de fondo plano, proa aguda y popa cuadrada, cabecea con violencia rumbo a la isla de Sagres. No hay donde agarrarse sin pringarse de fuel. Manuel Gonz¨¢lez Sampedro, percebeiro, lleva todo el d¨ªa dando viajes desde el puerto de Agui?o para recoger del mar a mano el chapapote que se les escapa a los barcos succionadores extranjeros que protegen la entrada de la r¨ªa de Arosa. Las brigadas de autodefensa popular contra el vertido del Prestige, embarcadas en lanchas percebeiras y buques mejilloneros, han recurrido al ingenio ante la falta de medios. Unas espumaderas enormes, fabricadas durante la noche en talleres artesanales de varios pueblos, sirven para recoger en las barcas el engrudo a paletadas.
El zafarrancho de combate contra la mancha agot¨® las mascarillas a mediod¨ªa
"F¨ªjate si estos instrumentos para retirar el fuel son nuevos, que todav¨ªa no sabemos ni qu¨¦ nombre ponerles; yo los llamo raquetas", bromea Manuel, ahora abarloado a la planeadora Tany, con la niebla acechando a sus espaldas.
Manuel Sampedro ha dado ya tres viajes al mar. La barca, de 5,25 metros y propulsada por un motor de 40 caballos, es una m¨¢s de la flota de centenares de lanchitas que ejercen de David ante el Goliat de engrudo que les acecha. "Sal¨ªamos cada vez hasta que llen¨¢bamos el contenedor, que yo creo que tiene capacidad para una tonelada", explica. Los contenedores son los utilizados en tiempos mejores para recoger las capturas y cubrirlas de hielo. Las manchas, ahora redondeadas como galletas, se ven por doquier. Hay que buscarlas a ojo e impedir a toda costa que se peguen a las piedras. "Las hay peque?itas como ¨¦sa , pero tambi¨¦n de ocho, 20, 50 metros cuadrados".
Est¨¢ cansado y se le nota. La noche no ha sido f¨¢cil. El invento de las espumaderas les ilumin¨® ya en la oscuridad: hab¨ªa que buscar algo que, adem¨¢s de recoger el fuel, dejara escurrir el agua y no se partiera en el movimiento de palanca. Pues que sean de acero inoxidable, del tama?o como de un huevo de avestruz frito y como de un metro y medio de largas. En Boiro fabricaron durante la madrugada, en fundiciones o con sopletes, cien de estos artefactos. "?No ten¨¦is mascarilla? Pues igual os mare¨¢is con el olor", advierte. En Protecci¨®n Civil no quedaban mascarillas al mediod¨ªa, agotadas por el zafarrancho de combate contra la mancha.
Las olas van en aumento. Manuel cree que hay que dar la vuelta: "Como esto siga as¨ª vamos a tener que dejarlo. Ahora las olas tienen como metro y medio, pero...". Hay que echarle valor. "Pues esto no es nada: imag¨ªnate con este mar y recogiendo percebes ah¨ª en Sagres, con estas olas", explica antes de decir, como hace cualquier percebeiro que se precie, que los de aqu¨ª son realmente los mejores percebes. La isla est¨¢ limpia.
La Segundo Duro se pega a la Tany. Laureano da paletadas sin parar. Le va el futuro en ello. "Esto para la espalda es la leche, pero hay que seguir", dice sin parar de recoger alquitr¨¢n del mar. "No me pod¨ªa imaginar que esto era tan denso y que iba a pesar de esta manera, porque algunas tienen un grosor que no te esperas", se queja, mientras el contenedor de su lancha est¨¢ casi a rebosar. De vez en cuando hay que limpiar los agujeros de la paleta para que dejen escurrir el agua.
Manuel vira la lancha a tierra. Hay que almorzar para recobrar fuerzas y regresar al mar, si es que el oleaje y la niebla lo permiten. Pero, adem¨¢s, la falta de contenedores para descargar el fuel en tierra hace in¨²til dar m¨¢s viajes. "Tenemos que esperar que vengan m¨¢s contenedores, porque hemos llenado todos los que hemos tra¨ªdo", se lamenta a pie de muelle el joven Fidel Reyriz. "Nosotros carg¨¢bamos cada vez como unos 150 litros de fuel, vaci¨¢bamos en tierra o en los barcos grandes de los mejilloneros y volv¨ªamos a por m¨¢s, pero ahora no podemos", insiste junto a La Hadi, una embarcaci¨®n de casco de fibra de vidrio, como todas las dem¨¢s.
La gente se arremolina ahora junto a la lancha Luz Divina. Trae un alcatraz rebozado en la negrura del Prestige. Juan Mar¨ªa Garc¨ªa de Dios la encontr¨® como a una milla mar adentro (aqu¨ª dicen mar afuera) de S¨¢lvora, una de las islas del Parque Nacional de las Islas Atl¨¢nticas. "Estaba pegada al fuel, en una mancha como de unos 50 metros cuadrados", dice Garc¨ªa de Dios, "y tuvimos que sacarla con las manos, pero yo creo que a ¨¦sta le queda poco".
Su rescatador y los de su barca recogen el fuel con capazos de goma, de unos 70 litros de capacidad. "?Y ahora a m¨ª qui¨¦n me paga la lancha, que se ha quedado hecho una mierda con esta porquer¨ªa?", pregunta. Jos¨¦ ?ngel clama en el puerto: "Se ha quemado el motor de mi lancha de tanto forzarla. ?Qu¨¦ hago ahora? Son dos millones y medio de pesetas lo que cuesta este barco".
La jornada de la ma?ana acaba con el paso obligado por la lonja, donde la gasolina utilizada para disolver el fuel de la piel se ha acabado. Antonio Sampedro, jubilado, exprime el ¨²ltimo bid¨®n para mojar un trapo de gasolina. "D¨ªgaselo al Gobierno o a quien sea. Que nos traigan medios porque nos hace falta de todo, botas, trajes de agua, contenedores, gasolina, de todo. D¨ªgaselo porque nosotros no tenemos ni a qui¨¦n ped¨ªrselo".
En el bar O Fur¨®n, un grupo de mejilloneros come un bocadillo. Germ¨¢n est¨¢ que trina. Se queja de todos los gobiernos. "Ya, ya: mucho quejarse, pero aqu¨ª luego va la gente y vota a Fraga", le replica Fabi¨¢n, con el bocata de jam¨®n entre sus manos estriadas de fuel disuelto.
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