La mancha de la desconfianza
El recelo marca el recorrido entre todos los frentes abiertos en la lucha para acabar con el fuel vertido en Galicia
Un mes despu¨¦s de que comenzara la diarrea del Prestige la costa gallega sigue en pie de guerra. Queda claro que la marea negra es el gran enemigo a batir. Pero la gente que lo combate no siempre se f¨ªa de las autoridades competentes. En teor¨ªa, la batalla es de la de todos a una. M¨¢s de 3.300 voluntarios y 3.600 militares trabajan en labores de limpieza. En teor¨ªa, la coordinaci¨®n y la cooperaci¨®n desde que la mancha es detectada en el mar por los aviones o por las naves de limpieza hasta que acuden los barcos de los marineros a por ella... y despu¨¦s, desde que la mancha se escapa de los barcos, hasta que llega a la costa y aparecen los voluntarios, llega el cami¨®n, la recoge y la conduce al vertedero o a la refiner¨ªa de Repsol en A Coru?a... en teor¨ªa la cadena deber¨ªa ser tan precisa y di¨¢fana como aparece en el gr¨¢fico que ilustra el art¨ªculo. Pero cuando se desciende a pie de playa, las cosas son ligeramente distintas.
Muchos de los barcos que salen a limpiar no se f¨ªan de los datos de la torre de control
"Mire ese barco: como cobra por d¨ªa, y no por toneladas recogidas, est¨¢ ah¨ª parado"
Una mujer en Ons: "Si tengo suerte, se acabar¨¢ esto en diez a?os. Si no, no llegar¨¦ viva a verlo"
El fuel llega a una planta de Repsol donde hay que tratarlo para quitarle la arena y la sal
Entre 16 y 19 barcos y otros tantos aviones, seg¨²n los d¨ªas, surcan el aire y el mar cada d¨ªa en busca de manchas. Lo que encuentren se lo comunicar¨¢n al centro de operaciones de la torre de control de A Coru?a, el lugar donde Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pronunci¨® ayer su conferencia en la visita a Galicia. En teor¨ªa, los barcos de los marineros que salen tambi¨¦n en busca de manchas han de comunic¨¢rselo a uno de los 13 capitanes mar¨ªtimos repartidos por la costa gallega, y ¨¦stos, a la torre de control.
Despu¨¦s hay dos barcos franceses, dos holandeses, uno alem¨¢n, otro belga, dos brit¨¢nicos, uno noruego, uno dan¨¦s y dos italianos dispuestos a succionar manchas all¨ª donde les manden. Y si la mancha es peque?a para ellos, la torre de control decidir¨¢ cu¨¢ntos barcos de pescadores se necesitan y de qu¨¦ cofrad¨ªa tienen que salir. "Lo que perseguimos", se?alaba ayer en la sexta planta de la torre un portavoz del gabinete de crisis creado por el vicepresidente Mariano Rajoy, "es que no acudan un d¨ªa 100 barcos a por una mancha y al otro d¨ªa no vaya ninguno. Aunque la versi¨®n oficial del Gobierno es que los pescadores siempre tienen raz¨®n, la realidad es que hay que racionalizar los recursos".
El resultado de todo ello es que cada d¨ªa se suele comunicar la aparici¨®n de unas ochenta manchas, que se publican en la p¨¢gina de la Xunta (www.ccmm-prestige.cesga.es). Y a veces, los aviones descubren no s¨®lo manchas, sino a un barco que aprovechando la coyuntura suelta aceite y fuel en el mar. Eso ocurri¨® el viernes, aunque la torre de control se niega a dar el nombre del barco.
En teor¨ªa, la batalla contra la marea, un mes despu¨¦s del naufragio, deber¨ªa ser as¨ª: veo, aviso y vienen. Pero la desconfianza en la competencia y transparencia respecto a las autoridades marca todo el proceso. Ha llegado hasta tal punto el recelo de los marineros hacia la Administraci¨®n que en cada vuelo de reconocimiento que hacen los dos helic¨®pteros de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente buscando manchas por la costa va montado un miembro de la cofrad¨ªa de pescadores. "As¨ª nos aseguramos de que nuestros informes tienen absoluta seguridad ante el sector", confiesa Fernando Novoa, director del Servicio de Buscadores Mar¨ªtimos, de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente y tripulante de uno de los helic¨®pteros.
"Yo salgo muchas ma?anas en uno de los dos helic¨®pteros que tenemos en la consejer¨ªa" contin¨²a Novoa. "En cuanto vemos una mancha grande nos ponemos encima de ella y lanzamos un bote de humo naranja. Y as¨ª avisamos a los barcos. El humo dura unos quince minutos en el aire. Tambi¨¦n llamamos a los barcos mediante la emisora. O le pasamos la informaci¨®n a la torre de control".
La torre es un edificio en forma de H donde se encuentran los cerebros de la operaci¨®n. Hay t¨¦cnicos del instituto franc¨¦s CEDRE, mandos del Ej¨¦rcito belga, responsables del servicio de protecci¨®n civil de Alemania, expertos internacionales en fugas de fuel... Desde la torre se procesa toda la informaci¨®n que llega minuto a minuto, d¨ªa a d¨ªa, de los barcos, los aviones, los partes meteorol¨®gicos. Y cada d¨ªa se establece la estrategia a seguir.
Antes de que Aznar nombrara jefe del gabinete de crisis a Mariano Rajoy, las reuniones de control se celebraban en la Delegaci¨®n del Gobierno. El delegado, Arsenio Fern¨¢ndez de Mesa, fue una de las pocas caras visibles del PP los primeros d¨ªas del naufragio. Mientras la prensa y las radios hablaban de las cacer¨ªas de Manuel Fraga y de Francisco ?lvarez Cascos, el delegado se esforzaba por acudir a todas partes, dar la cara en los medios y reunirse con los t¨¦cnicos. Pero tras la llegada del equipo de Mariano Rajoy a la Coru?a, el delegado fue retirado de la primera l¨ªnea de frente. De poco sirve llamar a su gabinete de prensa para conocer la evoluci¨®n de la mancha. Siempre remiten a la torre de control que ayer visit¨® Aznar.
El problema es que muchos de los combatientes que salen cada ma?ana a perseguir el chapapote apenas se f¨ªan de la informaci¨®n que sale desde la torre. Hasta el lenguaje que utilizan es distinto. Cuando en la torre se habla de peque?as manchas, muchos marineros hablan de "galletas", y cuando el equipo de Rajoy -quien en su comparecencia de dos horas ante los diputados del Congreso hace 10 d¨ªas no us¨® ni una sola vez la expresi¨®n marea negra- usa el t¨¦rmino "la tercera gran mancha", los marineros hablan de la "tercera marea negra".
"Nosotros nos fiamos de lo que vemos, no de lo que nos dicen los aviones", se?ala Jos¨¦, un marinero de 28 a?os, en la cofrad¨ªa de Portonovo, en la r¨ªa de Pontevedra. La gente sigue optando por organizarse ella misma. ?Que las barreras oce¨¢nicas de Salvamento mar¨ªtimo, de dos metros de altura no impedir¨¢n que la marea entre en la r¨ªa? Pues ah¨ª est¨¢ la redera Chelo Mart¨ªnez, en Bueu, la r¨ªa de Pontevedra, coordinando un equipo que ya ha fabricado m¨¢s de 2.000 metros de barrera, con garrafas de gasolina, con corchos, con boyas... "Humanamente ya no se puede hacer m¨¢s. Hemos trabajado muchos d¨ªas sin descanso de sol a sol, y a lo mejor, para nada".
Cuando aparece una mancha grande en el mar, van los barcos succionadores a por ella. Si se les escapa a los succionadores, entonces acuden las planeadoras cercando las manchas con sus redes, la pastorean como a ovejas negras y las inmovilizan hasta que llegan los barcos de mejillones o de la sardina para cargarlas y llevarlas a puerto. Pero la desconfianza hacia la Administraci¨®n no desaparece tampoco en esa parte del frente.
Isa¨² Simes Gil es due?o del barco de cerco Cristo da Laxe en Cangas. Suele esperar a que las planeadoras salgan cada ma?ana, que les informen de d¨®nde est¨¢ la mancha y despu¨¦s llega ¨¦l con el Cristo da Laxe y la carga. Su hermano El¨ªas usa su barco O Merezco para transportar a los voluntarios que acuden desde Boeu a la isla de Ons para limpiar las costas.
Cuando pasan ante un barco succionador llaman al periodista para que suba al puente. "P¨®ngase aqu¨ª y mire ese barco. ?se y otros barcos como ¨¦se son los que se van a llevar los euros. Dicen que vienen a succionar. Pero ¨¦se lleva parado ah¨ª todo el d¨ªa. Y ah¨ª no hay mancha. Si les pagaran por tonelada recogida ya ver¨ªa c¨®mo recog¨ªan. Pero les pagan por d¨ªa y ya ve usted lo que hacen. Parado. Y eso que hoy hace buen tiempo. Cuando hay olas de dos metros ya tienen excusa porque dicen que se les parten las tuber¨ªas de succionar si las echan al agua. Y despu¨¦s se atreven a decirte d¨®nde tienes que ir con tu barco. En mi barco mando yo y hago lo que quiero. Aqu¨ª, los que de verdad est¨¢n dando la cara son los marineros con sus chalanas y planeadoras, que hab¨ªa que verlos los primeros d¨ªas en la isla de Ons jug¨¢ndose la vida porque las olas romp¨ªan contra las rocas, y ellos quitando el chapapote de las rocas".
El fuel que recogen los barcos succionadores en alta mar va directamente a la refiner¨ªa de Repsol en A Coru?a. ?Gana dinero Repsol con eso? "Ni pierde ni gana", se?ala Natacha Crespo, jefa de Calidad Ambiental de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente. "Ya cuando ocurri¨® la cat¨¢strofe del barco Mar Egeo en estas costas intentaron venderle el fuel derramado a Repsol y la compa?¨ªa dijo que ellos compraban su producto en el mercado, que si quer¨ªan d¨¢rselo, de acuerdo, pero que no pagar¨ªan un duro por ¨¦l. Porque ese fuel que se recoge del mar hay que tratarlo a fondo para quitarle la arena, la sal y todo lo que trae del mar, y ese tratamiento es caro".
El fuel que se recoge en las playas o en las planeadoras, m¨¢s mezclado con peces y otros frutos del mar, se vierte en dos balsas que se han construido en la localidad de Caracha, a media hora de A Coru?a por autopista. La primera impresi¨®n que uno se lleva al ver a los camiones descargando en las balsas es que est¨¢ viendo una imagen fantasmag¨®rica de El se?or de los anillos. Un pl¨¢stico como el capote de un gigante se balancea en el aire, sostenido por una gr¨²a, da vueltas como si bailara una danza macabra y va soltando gotas negras. As¨ª m¨¢s de veinte minutos.
"Eso se hace para separar los pl¨¢sticos y los contenedores del fuel l¨ªquido", relata Natacha Crespo, t¨¦cnica de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente. "La gente ha recogido el fuel como ha podido, mezcl¨¢ndolo todo. Pero ahora estamos intentando mentalizar a los marineros y voluntarios de que el proceso se abarata y se agiliza mucho si el l¨ªquido llega por un lado y los s¨®lidos por otro. As¨ª, el l¨ªquido ir¨¢ para la refiner¨ªa y los s¨®lidos para la empresa de cer¨¢mica propietaria de estos terrenos donde hemos construido la balsa. Ese fuel s¨®lido lo mezclan con arcilla, lo meten a 1.300 grados y fabrican un residuo inerte que sirve de material de relleno en las obras".
"Que no nos vengan con que se encarece el proceso o se deja de encarecer", replicar¨¢ horas despu¨¦s Jos¨¦, un marinero de Porto Novo. "Para nosotros s¨ª que se encarece, que estamos recogiendo esto sin que nos den un duro cuando deber¨ªamos estar pescando en nuestra r¨ªa".
La primera balsa construida, de 4.000 metros c¨²bicos, se llen¨® el mi¨¦rcoles. La otra, de 25.000 metros c¨²bicos, se comenzar¨ªa a llenar el jueves. Todo un pl¨¢stico negro cubr¨ªa el suelo de arcilla donde se hab¨ªa hecho la hondonada. Parec¨ªa como si fuesen a echar algo muy valioso y a envolverlo despu¨¦s como un regalo. "No estar¨ªa mal envolverlo y envi¨¢rselo al armador con un mensaje cari?oso", comenta la jefa de Calidad Ambiental de la Consejer¨ªa de Medio Ambiente.
Si la mancha, como un organismo vivo, consigue burlar a los aviones, helic¨®pteros, barcos succionadores, barcos de cerco y planeadoras, entonces se planta directamente ante las lechugas, las legumbres y los pimientos que Victoria Lobs plant¨® a 10 metros del mar, en un paraje como de dibujo animado. Victoria naci¨® hace 58 a?os en una casa humilde como sacada del dibujo de un ni?o que quiere pintar una casa junto al mar, con sus gallinas, su mesita redonda de piedra, sus bombonas de butano en la puerta, su huertecito de dos metros cuadrados. En la isla de Ons, ahora que s¨®lo viven siete familias, rodeada de mar.
Teresa aprendi¨® a jugar a pescar y a nadar frente a su casa. Los hijos ya se fueron al otro lado de la r¨ªa y vuelven cada verano, y son los nietos los que aprenden a nadar ahora frente a su casa. Hasta hace un mes Teresa hac¨ªa lo que toda la vida ha hecho: con un palito de un metro, una tanza y un trocito de alambre en forma de clavo pescaba pulpos de hasta 10 kilos. Y si no, cog¨ªa sus jaulas, y a menos de cincuenta pasos de su cocina pescaba n¨¦coras o centollos que cocinaba ese mismo d¨ªa o mandaba a vender. Ahora, la mancha se le ha instalado frente a su casa. Varada en una playa pr¨®xima hay como una morcilla negra de siete metros de largo y medio de di¨¢metro. La morcilla la recoger¨¢n los voluntarios. Pero las rocas, frente a su casa, seguir¨¢n negras por mucho tiempo. "Si tengo suerte, eso se terminar¨¢ en 10 a?os, y si no, pues no llegar¨¦ viva a verlo", lamenta Victoria.
"Y gracias a los militares y a los voluntarios que me llevan quitada mucha mierda de aqu¨ª". Ellos quitan las manchas por la ma?ana y por la tarde vuelve a aparecer, como una broma de mal gusto. "Pero pala que quitemos, pala que no vuelve al oc¨¦ano", comenta un militar.
De la pala al cesto, del cesto, al cami¨®n, de all¨ª al vertedero y vuelta a empezar. El barco, a 3.500 metros de profundidad, no deja de enviar galletas.
"Paciencia, que esto va para largo"
En la caseta de protecci¨®n civil del muelle de Bueu (Pontevedra), Suso Rodr¨ªguez, ha colgado el tel¨¦fono un rato. "No paran de llamar voluntarios de toda Espa?a. Esto es incre¨ªble. Si lo dejo no podremos charlar ni un segundo. Te llaman hasta grupos organizados de trescientas personas para venir este fin de semana. Y ya no tenemos capacidad para acoger a m¨¢s gente. Hay que concienciarse de que esto a lo mejor va para largo y a esa gente la podremos necesitar m¨¢s adelante".
Mientras habla llega un vecino del pueblo para apuntarse y lo primero que le dice al entrar al responsable de protecci¨®n civil es: "No me digas que no, ?eh? No me digas que no". "Si dej¨¢semos entrar a todos los que se quieren apuntar esto ser¨ªa un parque de feria el domingo", comenta Suso Rodr¨ªguez.
A un minuto de all¨ª, el patr¨®n de la cofrad¨ªa del pueblo, Jos¨¦ Manuel Rosas Otero, comentaba el jueves: "Durante siete a?os yo he conseguido aqu¨ª muchas cosas para los marineros. Y con un m¨¦todo muy sencillo: cada cosa que logr¨¢bamos, cada mejora en la lonja o en el pueblo, la medalla yo se la colgaba al ayuntamiento del PP. Aqu¨ª hay que estar a bien con quien gobierne. Y he votado al PP alguna vez, no voy a negarlo. Pero con esto ya se lo he dicho a Fraga: se han portado como unos in¨²tiles. Y que no se les ocurra venir ahora aqu¨ª".
No se va a dar esa situaci¨®n. Aznar ya anunci¨® ayer desde la torre de control que no pensaba bajar a las playas. Visto de cerca, el chapapote tiene una consistencia muy distinta a la que se aprecia en las fotos y en la tele. Lo cuenta Marta Lores, voluntaria en una playa cercana a Sanxenxo: "Cuando llegan los marineros de limpiar el mar les limpiamos la cara con aceite y les quitamos el traje porque algunos llegan sin fuerzas."
En las trincheras contra el chapapote la buena voluntad se contagia. "Hace una semana vino un c¨¢mara de Antena 3. Al d¨ªa siguiente vino otra vez, pero ya sin c¨¢mara. Hab¨ªa pedido d¨ªas libres y ven¨ªa a ayudar", comentaba un bombero voluntario que trabaja en la isla de Ons.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.