El rey de la industria italiana
El patriarca de los Agnelli vivi¨® intensamente la 'dolce vita' hasta que a los 45 a?os asumi¨® la presidencia de Fiat
Giovanni Agnelli hab¨ªa decidido morir en Tur¨ªn. En su discreta villa situada en las colinas que rodean la antigua capital de la monarqu¨ªa de los Saboya. Despu¨¦s de probar sin ¨¦xito las curas m¨¢s avanzadas en una cl¨ªnica de Nueva York, el Avvocato pens¨® seguramente que le deb¨ªa este ¨²ltimo gesto a la ciudad donde naci¨® el 12 de marzo de 1921 y se recluy¨® en villa Frescot, dignamente apartado de todos, hasta la hora final. Antes de despedirse de este mundo en el que, aparentemente, lo hab¨ªa conseguido todo -¨¦xito mundano, econ¨®mico y pol¨ªtico- dej¨® bien atada la cuesti¨®n clave de su herencia: las acciones que pose¨ªa en la Giovanni Agnelli & Co., la sociedad donde la familia guarda sus activos.
El control de ¨¦sta pasar¨¢ a su nieto, John Elkann, descendiente de su segunda hija, Margherita. Despu¨¦s de todo, el coraz¨®n del Avvocato, que aborrec¨ªa el sentimentalismo, s¨®lo parec¨ªa alterarse por la salud de su empresa: la Fiat, fue su verdadero gran amor.
Educado por el abuelo, Giovanni I, con severidad casi militar, formado despu¨¦s en la escuela de negocios de los bancos estadounidenses, en Nueva York, el que habr¨ªa de convertirse en patriarca de los Agnelli, vivi¨® intensamente la dolce vita,prolongando su juventud hasta los 45 a?os, cuando asumi¨® la presidencia de Fiat, sucediendo a Vittorio Valletta, el gran empresario que tom¨® las riendas de la firma a la muerte del abuelo. Para entonces, Gianni Agnelli se hab¨ªa casado ya con Marella Caracciolo, una arist¨®crata de madre estadounidense, como la propia madre del Avvocato, Virginia Bourbon del Monte, fallecida ya, aunque mucho despu¨¦s que el padre, Edoardo Agnelli, muerto en un accidente en 1935.
Armon¨ªa aparente
La armon¨ªa aparente del matrimonio, del que nacen dos hijos, Edoardo (muerto por suicidio hace dos a?os) y Margherita, esconde en realidad una relaci¨®n tormentosa porque Gianni Agnelli no renuncia a sus conquistas femeninas. El difunto presidente de honor es un personaje inquieto, deportista, hasta el punto de que ni siquiera las m¨²ltiples fracturas en una pierna, consecuencia de un grav¨ªsimo accidente de autom¨®vil, le apartan del esqu¨ª. Navega por los mares en los yates m¨¢s modernos y deslumbrantes. Se desplaza continuamente entre las diferentes residencias personales, en Par¨ªs, Nueva York, Roma o Saint Moritz. Agnelli aparece siempre en movimiento, como si el aburrimiento fuera el ¨²nico enemigo de su vida.
Con una biograf¨ªa de playboy tan abrumadora como la suya, pocos esperaban que su llegada a Fiat diera especiales frutos. Y, sin embargo, Agnelli se revel¨® como un h¨¢bil negociante. Bajo su mando Fiat se consolida y se expande. Sobrevive a los turbulentos a?os setenta, cuando el terrorismo de la Brigadas Rojas ensombrece la vida italiana. Gana la partida a los sindicatos, adoptando un estilo de capitalismo paternalista.
Pero Gianni Agnelli no hubiera podido mantenerse al tim¨®n de la compleja nave Fiat sin el apoyo enorme de Enrico Cuccia, el fallecido patr¨®n del banco de negocios Mediobanca. Cuccia gestiona pr¨¦stamos a cambio, obviamente, de parte del control del grupo que en los a?os ochenta inicia su diversificaci¨®n. Cesare Romiti, gran protegido de Cuccia, toma el control de las cuentas y, en 1996, le sucede al frente del grupo. En aquella fecha, Agnelli contaba 75 a?os y abandon¨® la presidencia, aunque segu¨ªa manteniendo un control efectivo. Con el apoyo de todos los Gobiernos que se han sucedido en la Italia republicana, ayudas p¨²blicas incontables y un prestigio nacional m¨¢s propio de un monarca que de un simple capit¨¢n de la industria, Agnelli se mantiene como el m¨¢ximo protagonista de la vida italiana durante 30 largos a?os.
En Italia se admira su distinci¨®n, su elegancia natural, la belleza de sus facciones aguile?as y sus muchas amistades internacionales, desde el rey Juan Carlos de Espa?a, al ex secretario de Estado americano Henry Kissinger. Agnelli, con su voz un poco aflautada y su erre francesa, ejerce una fascinaci¨®n que no se limita a los ambientes industriales o pol¨ªticos. Nombrado senador vitalicio en los noventa, destaca tambi¨¦n (la familia es due?a de la Juventus, la escuadra de f¨²tbol de Tur¨ªn), por sus opiniones deportivas.
Sus comentarios sobre cuestiones econ¨®micas, pol¨ªticas o deportivas son permanentemente elogiados. Su estilo, copiado hasta la saciedad. Agnelli reina sobre todo en Tur¨ªn, pese a que la ciudad no figura entre sus preferidas, hasta el punto de que la fundaci¨®n cultural de Fiat, se instala en Venecia. El Avvocato compens¨® a su patria chica cedi¨¦ndole 25 obras de arte con las que se cre¨® la pinacoteca del Lingotto en septiembre pasado.
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