A vueltas con la inflaci¨®n
Tras la publicaci¨®n del IPC de diciembre se ha desatado una cierta pol¨¦mica acerca de la naturaleza y causas de la inflaci¨®n en Espa?a. Para unos, el problema es de car¨¢cter estructural, concretamente la escasa competencia con la que funcionan los mercados, lo que demostrar¨ªa el corto alcance y la poca efectividad de las medidas liberalizadoras del Gobierno. Otros sostienen que la falta de competencia explicar¨ªa que el nivel de los precios en los mercados insuficientemente competitivos fuese m¨¢s alto de lo normal, pero no que dichos precios aumentasen m¨¢s r¨¢pidamente (es decir, que hubiera m¨¢s inflaci¨®n) que si los mercados fueran competitivos. Para ¨¦stos, la inflaci¨®n actual est¨¢ originada por un exceso de demanda. La discusi¨®n no es balad¨ª. Del diagn¨®stico dependen las medidas que deber¨ªan adoptar las autoridades para encarar el problema. En el primer caso, se necesitar¨ªan reformas estructurales; en el segundo, pol¨ªticas macroecon¨®micas m¨¢s restrictivas, que en la pr¨¢ctica se reducen a la pol¨ªtica fiscal. La monetaria depende del BCE.
En 2003, la pol¨ªtica fiscal deber¨ªa mantener un efecto al menos neutro; pero ser¨¢ expansiva, con toda seguridad
En mi opini¨®n, ambas causas no son excluyentes, como casi siempre ocurre al analizar los fen¨®menos econ¨®micos. Que ha habido en los ¨²ltimos a?os un exceso de demanda parece claro. Hasta 2001 ha habido un output gap positivo, es decir, el nivel del PIB se ha situado por encima del tendencial o potencial no inflacionista. En 2002 el output gap ha desaparecido, pero hay que recordar que la relaci¨®n entre ¨¦ste y la inflaci¨®n se produce con un retraso del orden de un a?o. Una pol¨ªtica fiscal de corte restrictivo, que hubiera generado no d¨¦ficit cero, sino super¨¢vit, hubiera contribuido a contener la inflaci¨®n. Para el a?o actual, la pol¨ªtica fiscal deber¨ªa mantener un efecto al menos neutro, pero con toda seguridad ser¨¢ expansiva.
El mal funcionamiento de los mercados tambi¨¦n es evidente. Es cierto que la falta de competencia no conlleva siempre m¨¢s inflaci¨®n, pero ello no impide que, ante un hecho excepcional, como el cambio de moneda, estos sectores lleven a cabo aumentos de una vez del nivel de precios, aprovech¨¢ndose de la confusi¨®n (velo cambiario) de los consumidores. Tampoco vale el argumento arg¨¹ido desde instancias oficiales de que no es un problema de competencia, dado que la inflaci¨®n y el diferencial con la UEM han aumentado m¨¢s precisamente en los mercados donde hay un elevad¨ªsimo n¨²mero de oferentes, como en alimentaci¨®n, vestido, calzado, bares y restaurantes (ver gr¨¢ficos adjuntos). El hecho de que haya muchos oferentes es condici¨®n necesaria, pero no suficiente. Tambi¨¦n es necesario que haya transparencia, y eso es lo que parece que falla, bien por regulaciones inadecuadas o porque las empresas llevan a cabo t¨¦cnicas de marketing para segmentar los mercados. En definitiva, estamos ante mercados libres, pero no competitivos, porque en ellos la informaci¨®n es escasa o asim¨¦trica. Bien vendr¨ªa, a estos efectos, repasar los trabajos por los que le dieron el Premio Nobel en 2001 al economista americano Joseph E. Stiglitz.
De todo ello se derivan tres conclusiones. La primera, que el d¨¦ficit cero no es el mejor planteamiento para la pol¨ªtica fiscal. La segunda, que no es suficiente con liberalizar los mercados, hay que hacerlos transparentes. La tercera, que, ante un hecho excepcional como la introducci¨®n de una nueva moneda, las autoridades deber¨ªan haber intensificado la supervisi¨®n de los mercados y haber tenido a los ciudadanos convenientemente informados.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigaci¨®n Econ¨®mica y Social (FUNCAS)
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