La hora de la responsabilidad
La ministra Ana de Palacio dijo hace meses que el mundo ser¨ªa un lugar mucho mejor sin Sadam Husein. No cabe la menor duda: Sadam s¨®lo conoce el lenguaje del terror y s¨®lo entiende la l¨®gica de la fuerza. Desde su violenta llegada al poder, Irak se ha convertido en uno de los lugares m¨¢s sobrecogedores donde vivir. Entre la oportunidad demag¨®gica de las fotos de ni?os moribundos y la aceptaci¨®n de los planes de la ONU para el reparto de alimentos y medicinas, Sadam ha elegido la miseria para la mayor¨ªa de su gente; entre el desarrollo econ¨®mico del pa¨ªs y sus programas de armas prohibidas, Sadam ha preferido que sea su pueblo quien pague las consecuencias de los embargos.
Sadam se mantiene en el poder gracias al miedo y al ejercicio de su despiadada y caprichosa barbarie. Los actos de genocidio han sido una constante desde que en 1981 atacara a sus propios kurdos (que luego acabar¨ªa gaseando), habiendo llegado a secar las marismas que cultivaban los shi¨ªes del sur en represalia por su oposici¨®n al r¨¦gimen. Las purgas de su propio aparato tambi¨¦n se han sucedido con regularidad, encarcelando o eliminando a quienes ya no eran de su completa confianza. A los cient¨ªficos que la ONU quiere ahora entrevistar Sadam les ha obligado a dibujar un ¨¢rbol geneal¨®gico de su familia hasta el sexto grado, para poder "encargarse" de ellos en el caso de que los inspectores les sacaran de Irak para interrogarles.
Si no se logra una soluci¨®n pol¨ªtica, la guerra con Sadam Husein ser¨¢ una opci¨®n inevitable
Quienes hoy vociferan ante una posible intervenci¨®n para derrocar a Sadam deber¨ªan recordar que tambi¨¦n ped¨ªan a gritos, en 1998, que los gobiernos occidentales hicieran algo para salvar a los albano-kosovares de la limpieza ¨¦tnica de Milosevic. Y deber¨ªan preguntarse por qu¨¦ proteger a los albaneses de Kosovo tiene m¨¢s legitimidad que la liberaci¨®n del pueblo iraqu¨ª de la barbarie a la que est¨¢ sometido.
Sadam no es s¨®lo un l¨ªder abominable hacia su pueblo, sino que ha sido y es un peligro para sus vecinos, a los que ha atacado y sin reparo alguno ante el empleo sistem¨¢tico de armas de destrucci¨®n masiva. S¨®lo con la merma de su poder¨ªo militar tras la guerra de 1991 Sadam ha sido reducido temporalmente en sus ambiciones regionales. Sin embargo, el dinero que le viene proporcionando la venta ilegal de petr¨®leo le est¨¢ permitiendo proseguir con sus programas de armas biol¨®gicas y nucleares, por lo que Sadam sigue siendo una amenaza global.
Todos vivir¨ªamos mejor en un mundo sin Sadam. El problema es que no parece dispuesto a abandonarlo voluntariamente. Sadam nunca se sinti¨® derrotado tras el 91; al contrario, no s¨®lo logr¨® sobrevivir, sino que arras¨® con la oposici¨®n de kurdos y shi¨ªes y desde entonces ha venido alimentando tanto sus ambiciones como sus deseos de venganza. Por eso, si no se logra una soluci¨®n pol¨ªtica a la actual crisis, y nada indica que una salida diplom¨¢tica cuente con alg¨²n viso de realidad, la guerra con Sadam ser¨¢ una opci¨®n inevitable, en la esperanza de que esta vez la "tormenta del desierto" sea decisiva. En efecto, la alternativa del exilio, por mucho que se haya aireado en los ¨²ltimos d¨ªas, no puede resultarle atractiva para Sadam. Por mucho que los Estados Unidos puedan prometer sobre su impunidad, los europeos sabemos que los genocidas de todo el mundo pueden acabar siendo juzgados por sus cr¨ªmenes. Es m¨¢s, que deber¨ªan serlo, y para eso hemos creado la Corte Penal Internacional. Por otro lado, desprovisto de su guardia pretoriana, Sadam se sabe muy vulnerable ante la larga lista de quienes estar¨ªan deseosos de cobrarse su venganza particular.
La posibilidad de un golpe interno que le deponga no s¨®lo es remota, sino insuficiente. Sadam se ha consolidado en el poder mediante la eliminaci¨®n f¨ªsica de sus oponentes y en los cuatro ¨²ltimos a?os, adem¨¢s, ha incrementado la presencia de sus familiares directos en los puestos m¨¢s relevante. Si tuviera lugar una revuelta palaciega, emanada de sus actuales compinches, no har¨ªa sino cambiar un dictador por otro, y lo que Irak necesita es un cambio de r¨¦gimen profundo.
Desgraciadamente, contenerle ya no es viable. Sadam ha demostrado tener un apetito insaciable por las armas qu¨ªmicas, bacteriol¨®gicas y, sobre todo, nucleares, y aunque el r¨¦gimen de sanciones le ha mermado los recursos que pod¨ªa destinar a hacerse con ellas, dicho r¨¦gimen se ha erosionado tanto en los ¨²ltimos a?os que hoy es pr¨¢cticamente inservible. Nadie sabe lo que Sadam tiene en sus inventarios, pero todo el mundo coincide en que si se le deja, en cuesti¨®n de poco tiempo acabar¨ªa teniendo un arma nuclear. Irak no es Corea del Norte y no tiene un Mosc¨² o un Pek¨ªn cuya influencia sea determinante. Al contrario, Sadam s¨®lo est¨¢ limitado por sus ambiciones. Y ha demostrado en reiteradas ocasiones que la disuasi¨®n puede fallar con ¨¦l, como ocurri¨® en el 91.
La comunidad internacional, con los Estados Unidos a la cabeza, tiene hoy la capacidad de actuar y cambiar el panorama humano y pol¨ªtico en Irak. Sadam no cuenta todav¨ªa con los medios para convertirnos a todos en sufridos iraqu¨ªes, pero es cuesti¨®n de tiempo. Ser¨ªa una falta de responsabilidad y un sinsentido no hacerlo ahora y tener que enfrentarse dentro de unos a?os a un Sadam nuclear.. Acabar con Sadam es contribuir a un mundo m¨¢s estable y de menor riesgo. El grave problema de una guerra para derrocar a Sadam es que no la haya.
Rafael L. Bardaj¨ª es subdirector del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estrat¨¦gicos.
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