La desuni¨®n europea

El texto que han firmado nueve l¨ªderes europeos y que este peri¨®dico public¨® ayer ¨ªntegramente viene a acentuar la profunda fractura que se ha producido en el seno de la Uni¨®n Europea ante la crisis de Irak y que ya se puso en evidencia con la declaraci¨®n franco-alemana. Tambi¨¦n pone de relieve que estamos en otra Europa, la de 25, en la que tiene todav¨ªa vigencia el eje franco-alem¨¢n, contra el que est¨¢ dirigida esta iniciativa, pero ni es el ¨²nico ni es el decisivo.

En el art¨ªculo de los nueve l¨ªderes hay una cuesti¨®n de forma, aunque tras las formas se esconde una lucha de poder. No es muy propio de un proyecto como la UE que sus dirigentes se comuniquen por medio de art¨ªculos en la prensa. Francia, Alemania y la presidencia semestral griega no han sido consultadas por quienes tuvieron la iniciativa. Aznar y los otros dirigentes de la UE han incumplido la obligaci¨®n de concertar la pol¨ªtica exterior, tal como contempla el art¨ªculo 19 del Tratado de Amsterdam, aunque puedan invocar en defensa propia que tampoco Par¨ªs y Berl¨ªn advirtieron de su iniciativa.

Que "Europa y Am¨¦rica deben permanecer unidas" es un deseo que comparten casi todos los gobernantes europeos, aunque no por ello coincidan en el diagn¨®stico de las actuales tensiones transatl¨¢nticas. Los miembros de la UE tampoco pondr¨ªan serios reparos a que, "gracias al valor, la generosidad y la visi¨®n de futuro de los norteamericanos, Europa se libr¨® (...) del nacionalsocialismo y del comunismo". La libertad de los europeos en su conjunto debe mucho a la relaci¨®n transatl¨¢ntica. Precisamente por eso es irresponsable someterla a una tensi¨®n insoportable mediante una nueva doctrina estrat¨¦gica como la adoptada por la Administraci¨®n de Bush.

Dos ejes han asegurado la paz y la libertad del continente: el interior entre las dos mayores potencias continentales y el transatl¨¢ntico con Am¨¦rica. Ahora est¨¢ devaluado uno y en crisis el otro. Espa?a, que no se benefici¨® durante muchos a?os del impulso de libertad de ambos ejes, se ha entregado ahora con la iniciativa de Aznar a la pol¨ªtica belicista de Bush y Rumsfeld, que pone en peligro la arquitectura europea.

Los firmantes pueden ser parte de esa "nueva Europa" que ensalz¨® el jefe del Pent¨¢gono, Rumsfeld, frente a la "vieja Europa" franco-alemana. Pero, con la excepci¨®n del presidente checo, Havel, no son precisamente los m¨¢s ardientes partidarios de la integraci¨®n europea. La iniciativa puede leerse como una victoria pol¨ªtica para la Administraci¨®n de Bush, pues Blair y Aznar apoyaron ayer la interpretaci¨®n estadounidense de la resoluci¨®n 1.441, en el sentido de que si Irak no cumple y demuestra su desarme, habr¨¢ que usar la fuerza, aunque sea deseable el aval de una nueva resoluci¨®n del Consejo de Seguridad. Pero es tambi¨¦n un estrechamiento de los m¨¢rgenes de maniobra para Francia, pa¨ªs que quiere estar en las decisiones importantes, sobre todo en una posguerra con reparto de influencias, y que cuenta con el derecho de veto en el Consejo de Seguridad.

Es l¨®gico que Washington prefiera tratar directamente con los aliados m¨¢s fieles del Viejo Continente en lugar de hacerlo con la UE. Lo que resulta escandaloso es que los miembros de la Uni¨®n abandonen el pedregoso camino recorrido en la construcci¨®n de una pol¨ªtica exterior com¨²n para disputarse el favor de Bush. Especialmente tras el voto de ayer del Parlamento Europeo, que considera que el recurso a la fuerza contra Irak no est¨¢ justificado en las actuales circunstancias. El cisma europeo est¨¢ servido.