El Lorca desconocido
Una exposici¨®n recupera en Granada el legado y la obra del hermano menor de Federico
S¨®lo descubrieron sus poemas cuando ya hab¨ªa muerto y su familia ordenaba los cajones de su despacho. Siempre hab¨ªa sido reservado y discreto, eclipsado tal vez por la sombra de su hermano, Federico Garc¨ªa Lorca. Ahora, sin embargo, un a?o despu¨¦s de que se celebrara el centenario de su nacimiento, la figura de Francisco Garc¨ªa Lorca, diplom¨¢tico durante la Rep¨²blica, catedr¨¢tico de Filolog¨ªa hisp¨¢nica en Estados Unidos, y poeta y escritor a escondidas empieza a surgir con ternura y sorpresa. Una exposici¨®n en la Huerta de San Vicente, la que fuera la residencia veraniega de la familia, descubre las facetas m¨¢s interesantes del Lorca m¨¢s desconocido.
"Mi hermano Paquito est¨¢ escribiendo una novela maravillosa", escribi¨® una vez Federico a Jorge Guill¨¦n en 1927. "Y sin parecerse nada a mis cosas. Ser¨¢ una sorpresa tremenda". Aquella obra se llamaba Novela en 15 d¨ªas junto al mar... y despu¨¦s, ten¨ªa mucho de erotismo y prosa atrevida y nunca lleg¨® a ver la luz. Como sucedi¨® con los poemas que fue escribiendo a lo largo de los a?os y que guardaba para s¨ª en el caj¨®n de su despacho.
"Mi padre era una persona muy inteligente, con un sentido del humor muy fino, y una persona con una tristeza enorme", explica su hija, Laura Garc¨ªa-Lorca, directora de la Huerta de San Vicente. "Su naturaleza tan reservada se vio afectada por unos acontecimientos que cambiaron su vida completamente".
La muerte de su hermano, la p¨¦rdida de su carrera diplom¨¢tica al pertenecer al bando republicano y, sobre todo, el exilio, marcaron amargamente a Francisco Garc¨ªa Lorca (1902-1976), apenas cuatro a?os m¨¢s joven que Federico y uno de los cr¨ªticos m¨¢s agudos e influyentes en su obra. "Mi t¨ªo siempre le entregaba a mi padre lo que hab¨ªa escrito, y siempre aceptaba sus sugerencias", comenta Laura.
Despu¨¦s de que la guerra civil le sorprendiera en Bruselas, Francisco Garc¨ªa Lorca se reuni¨® en Nueva York con su hermana Isabel. All¨ª decidi¨® casarse con Laura de los R¨ªos e instalarse como profesor en Columbia. En 1955 escribi¨® uno de los libros cruciales para conocer los entresijos creativos del autor de Bodas de sangre, un ensayo titulado Federico y su mundo, en donde incluso hac¨ªa an¨¢lisis filol¨®gicos de sus poemas.
Pero Francisco no fue tan s¨®lo el hermano menor de Federico. El poeta reconoc¨ªa en sus cartas: "Mi hermano ha estado cohibido por mi personalidad. A mi lado no pod¨ªa brotar porque mi ¨ªmpetu y mi arte le sobrecog¨ªan un poco. Ha sido necesario que salga, viaje, que le den vientos contrarios en la cara". Y as¨ª fue en realidad. En 1924 se fue a estudiar Ciencias Diplom¨¢ticas a Par¨ªs, en donde conoci¨® a Picasso, y estuvo con Bu?uel y con Manuel ?ngeles Ortiz, lo que le ayud¨® a encontrar su voz propia y tener la posibilidad de recurrir a la literatura en cuanto quisiera.
"Pero, para mi padre, m¨¢s dif¨ªcil que la presencia de Federico fue su ausencia", explica Laura Garc¨ªa-Lorca. "Hasta tal punto deb¨ªa afectarle la muerte de su hermano que jam¨¢s habl¨® de ¨¦l en presencia nuestra. Le costaba much¨ªsimo hacerlo, o recitar sus poemas".
Ahora, fotograf¨ªas, dibujos, pinturas de artistas como Salvador Dal¨ª, Jos¨¦ Guerrero o Manuel ?ngeles Ortiz, documentos, manuscritos, sus poemas, fragmentos de su novela in¨¦dita podr¨¢n contemplarse en la Huerta de San Vicente desde ma?ana hasta el pr¨®ximo 6 de marzo. En ellos se desvela la enorme inteligencia de alguien que siempre fue un discreto consejero, un f¨¦rreo cr¨ªtico y un hombre de gran talento que, sin embargo, jam¨¢s se atrev¨ªa a mostrarlo en p¨²blico.
Francisco, el m¨¢s inteligente de todos los hermanos
"Lo que m¨¢s me marc¨® de mi padre fue esa parte suya tan herm¨¦tica, tan privada, tan aislada", dice Laura Garc¨ªa-Lorca record¨¢ndolo ahora. "?l sentado en su escritorio, siempre pensativo y, de pronto, surg¨ªa su parte graciosa, divertida, muy contagiosa".
Esa descripci¨®n de Francisco Garc¨ªa Lorca concuerda tambi¨¦n con muchas de las que hicieron de Federico, cuando, en medio de una juerga, se tornaba ausente y como perdido. Pero ambos parec¨ªan polos opuestos, complementarios: frente al bullicio habitual de uno estaba siempre la serenidad y reserva del otro.
Francisco, seg¨²n se dec¨ªa en la familia, era el m¨¢s inteligente de todos los hermanos. Como diplom¨¢tico, estuvo viviendo en T¨²nez, en El Cairo, en Bruselas. Luego, en el exilio de Estados Unidos, que tan amargamente lo marc¨®, fue cuando comenz¨® a escribir poemas. Eran de verso corto, certeros, secos, precisos. Pero ¨¦l nunca quiso mostr¨¢rselos a nadie por temor a ser comparado a su hermano.
A finales de los a?os cincuenta, a la familia se le permiti¨® el regreso a Espa?a. Lo hac¨ªan por temporadas. El padre de Francisco y Federico, tambi¨¦n llamado Federico, se neg¨® a regresar jam¨¢s. "Nunca volver¨¦ a pisar este jodido pa¨ªs", dijo al tomar el barco rumbo a Estados Unidos, algo que dej¨® absolutamente conmocionado a su nieto Manuel Fern¨¢ndez Montesinos, entonces un cr¨ªo, que jam¨¢s le hab¨ªa o¨ªdo decir una palabrota.
Francisco Garc¨ªa Lorca muri¨® en Madrid en 1976. Con ¨¦l se iban todos los recuerdos de la ¨¦poca m¨¢s brillante que vivi¨® Granada en el siglo XX, la de los a?os veinte y treinta, cuando un grupo de jovenc¨ªsimos artistas se reun¨ªan en la tertulia del Rinconcillo y proyectaban la revista gallo, de la que surgir¨ªan grandes nombres mucho m¨¢s tarde. Era la ¨¦poca en que Federico estaba a punto de triunfar en todo el pa¨ªs y en que Francisco ya apuntaba buenas maneras como escritor y cr¨ªtico.
El diplom¨¢tico dej¨® como uno de sus grandes legados el libro Federico y su mundo, que ofrece al lector innumerables claves para entender la obra de Lorca, el proceso de creaci¨®n y tambi¨¦n para recordar los a?os m¨¢s felices que ambos hermanos compartieron en sus vidas.
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