Muere Monterroso, genio de lo breve
El escritor, fallecido a los 81 a?os en M¨¦xico DF, bord¨® sin prisa una obra llena de paradojas, humor y tristeza
El escritor Augusto Monterroso muri¨® la noche del viernes, fulminado por una dolencia cardiaca, en su casa de Ciudad de M¨¦xico a los 81 a?os. El entra?able Tito pasar¨¢ a la historia como el autor del relato m¨¢s breve de la literatura universal: "Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª" (1959), pero otras cualidades humanas y creativas lo har¨¢n tambi¨¦n inolvidable. Lega una obra sobresaliente y una legi¨®n de amigos. Perseguido pol¨ªticamente en Guatemala, fij¨® su residencia en M¨¦xico desde el a?o 1944. Apenas hace dos meses, este corresponsal habl¨® con ¨¦l sobre su ¨²ltimo libro, P¨¢jaros de Hispanoam¨¦rica (Alfaguara), y lo encontr¨® cansino y apag¨¢ndosele la voz a veces, pero siempre l¨²cido y afable.
Escribi¨® el cuento m¨¢s corto de la historia: "Cuando despert¨®, el dinosaurio todav¨ªa estaba all¨ª"
El mundo de la literatura y la academia acudi¨® ayer a rendirle honores al tanatorio y todos comunicaron su p¨¦same a Barbara Jacobs, viuda de un narrador que comenz¨® a publicar en 1959, incidiendo en la parodia, la f¨¢bula y el ensayo, el humor negro y la paradoja. El volumen Cuentos, f¨¢bulas y lo dem¨¢s es silencio re¨²ne toda su obra de ficci¨®n. Escribi¨®, entre otros textos, La oveja negra y dem¨¢s f¨¢bulas (1969), Movimiento perpetuo (1972), La letra e: fragmentos de un diario (1987) y Viaje al centro de la f¨¢bula.
Galardonado en el a?o 2000 con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias, la obra de Monterroso se caracteriz¨® por "una originalidad de creaci¨®n muy grande, un mundo muy personal trasladado al papel en un estilo inconfundible, transparente y eficaz", seg¨²n ?lvaro Mutis, el escritor colombiano afincado en M¨¦xico, interlocutor del fallecido en largas sobremesas y tertulias. "Pas¨¢bamos horas enteras disfrutando los cap¨ªtulos del Quijote".
Carlos Fuentes dijo ayer a este diario que Monterroso fue un "destilado de la mejor prosa escrita en la Am¨¦rica Latina del siglo XX: lo que a unos nos tomaba 100 p¨¢ginas a ¨¦l le tomaba una frase".
Fuentes tambi¨¦n destac¨® que Monterroso representa la totalidad del mundo hispanoamericano. El literato naci¨® el 21 de diciembre de 1921 en Tegucigalpa (Honduras), pero vivi¨® en Guatemala, de donde sali¨® exiliado a M¨¦xico. Durante el gobierno del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz (1951-1954) fue vicec¨®nsul en M¨¦xico y despu¨¦s del derrocamiento de Arbenz se estableci¨® por un tiempo en Chile, donde fue secretario de Pablo Neruda.
Profesor de filosof¨ªa, animador intelectual en la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), su brev¨ªsimo relato sobre el dinosaurio, publicado en diciembre de 1959 en la UNAM, dentro de un volumen que inclu¨ªa otros doce textos, marc¨® su producci¨®n. Fue el m¨¢s famoso. "Cuando apareci¨® era muy dif¨ªcil publicar un cuento de esa extensi¨®n, lo dif¨ªcil no era escribirlo, sino publicarlo", dijo en el 40? aniversario de su publicaci¨®n. "Incluso unos cr¨ªticos dijeron que no se val¨ªa, que eso no era cuento". ?sta es la an¨¦cdota m¨¢s comentada: Un amigo le present¨® a una se?ora: "?Conoce usted a Augusto Monterroso?", le pregunt¨®. "S¨ª", contest¨® ella, "lo he le¨ªdo". "?Y qu¨¦ le parece el cuento de El dinosaurio? "?se es uno de los que m¨¢s me gustan, pero apenas voy por la mitad".
La viuda del autor desaparecido, Barbara Jacobs, autora de cuentos, ensayos y novelas, reconoc¨ªa recientemente que despu¨¦s de treinta y tantos a?os de convivencia con Monterroso segu¨ªa siendo su disc¨ªpula. La escritora mexicana, de 55 a?os, habl¨® much¨ªsimo con ¨¦l sobre la vida, su trabajo, el trabajo de ambos, y esa intensidad enriqueci¨® la relaci¨®n. Tito y B¨¢rbara prefer¨ªan sentarse a leer cuatro horas, a discutir sobre el Hidalgo de La Mancha, que ir al cine, a una fiesta, de excursi¨®n o de vacaciones. En 1997 escribieron juntos El cuento triste, concebido en un viaje de New Orleans a M¨¦xico en 1981. Monterroso le propuso una antolog¨ªa del cuento triste. Para entretenerse en el avi¨®n, redactaron cada uno la lista de los m¨¢s tristes que recordaban. Monterroso entendi¨® la vida como una dificultad. Siempre habr¨¢ una lucha que no termina, que conduce a la preocupaci¨®n, a la angustia, al agobio, a una tristeza esencial.
Ir venciendo las dificultades, seg¨²n su definici¨®n, lleva al respiro, "a lo que generalmente uno llama la felicidad o la alegr¨ªa: la ausencia de dolor, la ausencia de dificultades. Pero, en el fondo, ah¨ª est¨¢ la tristeza, o sea, las dificultades, lo duro que es el hecho de vivir, lo que hace que la cosa sea triste". Pero la vida podr¨ªa ser a¨²n m¨¢s triste si no existiera la muerte. "Recuerdo un texto de Swift en el que existe una rep¨²blica de se?ores que no mueren -s¨®lo envejecen- y eso hace sus vidas mucho m¨¢s tristes de lo que uno se imagina cuando piensa que si no hubiera muerte todo ser¨ªa menos angustioso".
Tito se despidi¨® de este mundo despu¨¦s de haber publicado P¨¢jaros de Hispanoam¨¦rica, recopilaci¨®n de impresiones y vivencias, a veces anecd¨®ticas, sobre amigos y literatos a los que rindi¨® homenaje. "No pretenden ser retratos. Son comentarios que se me han ocurrido sobre la persona y la obra, pero que he venido publicando a trav¨¦s de muchos a?os en peri¨®dicos y revistas", dijo a este diario. Los escritores, como aves cantoras, en el aire casi siempre, libres, viajando de un lado a otro para participar su canto. As¨ª los concibi¨® Monterroso.
Admiraba a Charles Lamb, para quien la acci¨®n m¨¢s importante de su vida hab¨ªa sido atrapar una golondrina en pleno vuelo. No soy lento escribiendo, matizaba, sino publicando. Unos escritos de hace 14 a?os, sobre su adolescencia y juventud, probablemente no ver¨¢n la luz porque escrib¨ªa y guardaba los textos; pasaba el tiempo y los volv¨ªa a ver. Muri¨® despu¨¦s con un libro de ensayos ya terminado, una compilaci¨®n de cosas antiguas.
Monterroso super¨® en los plazos al cl¨¢sico Horacio, quien recomendaba dejar reposar los textos nueve a?os antes de difundirlos para garantizar una sinton¨ªa entre la realidad y lo que se dijo y lo que se quer¨ªa decir. El maestro americano pensaba que nadie como uno mismo puede ejercer la cr¨ªtica y enmendar la escritura.
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