"La belleza del mundo es m¨¢s duradera que el dolor humano"
Viudo desde 1996, con 72 a?os cumplidos y dando por terminada con Tel¨®n de boca su carrera como escritor de ficci¨®n, Juan Goytisolo ha decidido vivir al d¨ªa. Y el d¨ªa de hoy es precioso en Marrakech. El sol reina en el cielo de la ciudad "ocrerosada" -as¨ª la llama el escritor- y riela sobre la mucha nieve de las monta?as del Atlas. Ha llovido abundamente en las semanas anteriores y el aire es puro, las palmeras, los olivos, los naranjos y los limoneros se yerguen lozanos y saludables y la gente -el agua es vital para los marroqu¨ªes- est¨¢ relativamente contenta, sobrellevando con paciencia y humor las angustias provocadas por la cr¨®nica estrechez econ¨®mica y la inminencia de la guerra contra Irak. Cuando callan los almu¨¦danos, el sonido de Marrakech es el de las flautas, los panderos y los tambores de los m¨²sicos de la plaza de Jemaa el Fna, los gritos de los ni?os que corretean o juegan al f¨²tbol en cualquier lugar, los pregones de los vendedores de la medina y los avisos de los transportistas que piden paso en sus estrechas y laber¨ªnticas callejuelas. Este d¨ªa es un regalo para Goytisolo, un buen regalo.
"Deber¨ªamos dejar a Dios en paz. Bin Laden y Bush lo invocan para justificar barbaries y matanzas"
"La novela debe buscar un equilibrio entre la poes¨ªa y el argumento. Seg¨²n se decante, puede transformarse en un poema en prosa o en un simple gui¨®n de cine"
Goytisolo no piensa cruzar hoy el Atlas, internarse en el desierto y morir. Como el protagonista de Tel¨®n de boca, el escritor piensa hoy que la belleza del mundo es m¨¢s duradera que el dolor de cada cual. Y antes de zamparse un tay¨ªn de verduras y cordero, conversa con el enviado especial de Babelia en la casa de la medina que es su hogar permanente desde su viudez, donde convive con sus amigos Abdelhadi y Abdelhak y hace de abuelo de sus hijos.
PREGUNTA. Al leer Tel¨®n de boca uno se da cuenta de que la muerte, en 1996, de su esposa, la escritora francesa Monique Lange, le dio a usted un palo muy fuerte. ?Me equivoco si digo que la desaparici¨®n de Monique le puso brutalmente frente a un espejo en el que vio reflejada la proximidad de su propia muerte? Los primeros cap¨ªtulos de este libro son muy duros. Dice el narrador: "Su propia existencia, ?no era ya el brillo falaz de una estrella extinta?".
RESPUESTA. Todas las existencias lo son, no s¨®lo la m¨ªa. ?sta es la triste realidad con la que nos enfrentamos. Pero no, no. Hubo bastante amargura al comienzo de la redacci¨®n del texto, pero esta redacci¨®n me ha llevado seis a?os y al final creo que simplemente hay lucidez. Lo que he procurado, tal vez como homenaje a ella, es buscar la belleza del texto, a trav¨¦s de las palabras m¨¢s hermosas y m¨¢s justas posibles. La poes¨ªa vehicula un lenguaje que tal vez sea m¨¢s profundo que el de la propia filosof¨ªa. Pienso, por ejemplo, en H?rderlin o Nietzsche. La novela debe buscar un equilibrio muy dif¨ªcil entre la poes¨ªa y el argumento o trama. Seg¨²n se decante a un lado u otro, puede transformarse en poema en prosa o en simple gui¨®n cinematogr¨¢fico. Hay novelas que est¨¢n escritas para ser adaptadas al cine, son simple argumento. Pero las novelas que me interesan se decantan m¨¢s hacia la prosodia, la m¨²sica de las palabras, la belleza del lenguaje, hacia algo que no es simplemente el argumento. Pero hay que lograr un equilibrio y este equilibrio en verdad es muy dif¨ªcil.
P. Este texto no es una novela convencional, de esas que como dice usted son f¨¢cilmente adaptables al cine. Se parece m¨¢s a un poema en prosa.
R. S¨ª, pero hay un argumento. Creo que los diferentes cap¨ªtulos o secciones se pueden leer casi de una forma independiente, pero, sin embargo, el argumento est¨¢, hay una l¨®gica argumental que lleva al final. Yo he trazado siempre esta distinci¨®n entre el texto literario y el producto editorial. Los dos son necesarios para el buen funcionamiento de la edici¨®n, pero, claro, a m¨ª me interesa m¨¢s el texto literario. Establecer¨ªa a¨²n otra distinci¨®n entre los autores que escriben para ser vendidos y los que escriben para ser le¨ªdos. Para ser le¨ªdos y para ser rele¨ªdos. Yo desear¨ªa tener el mayor n¨²mero de relectores posibles. No busco el mayor n¨²mero de lectores, sino de relectores.
P. Es significativo que cite a Nietzsche, porque uno puede releer Tel¨®n de boca a partir de unas cuantas frases que son como aforismos. En este texto hay tres personajes: ella, el narrador y dios...
R. S¨ª, el demiurgo o Mefisto que se hace pasar por dios. (Risa)
P. Pues ¨¦ste hace unas reflexiones terribles. En un momento determinado dice: "S¨®lo ten¨¦is una certeza, pero no quer¨¦is mirarla a la cara: es la igualdad de los muertos".
R. S¨ª, es la ¨²nica igualdad que hay.
P. ?De verdad que, a los 72 a?os, la ¨²nica igualdad que usted ha visto es la igualdad de los muertos?
R. S¨ª, s¨ª. Es la ¨²nica igualdad; hay que tenerlo muy claro. (Largo silencio). Aunque se maltrata mucho a los muertos.
P. ?Qu¨¦ quiere decir?
R. Bueno, a¨²n est¨¢n desenterrando las fosas de la Guerra Civil espa?ola. He tenido bastantes experiencias en zonas de guerra para ver c¨®mo los vencedores maltratan a los muertos de los vencidos.
P. O sea, que ni siquiera en la muerte hay igualdad.
R. Deber¨ªa haberla, pero se maltrata a los muertos.
P. Esta novela es bastante autobiogr¨¢fica, ?no?
R. Es una ficci¨®n autobiogr¨¢fica. Cuando la vida entra en la literatura se convierte ella misma en literatura y hay que considerarla como tal. Hay aqu¨ª muchos elementos autobiogr¨¢ficos pero en funci¨®n de una ficci¨®n autobiogr¨¢fica. Obviamente no he hablado con Mefisto ni con el demiurgo ni con dios.
P. Tambi¨¦n aparece un ni?o y hay varias reflexiones sobre la infancia del narrador. Escribe usted: "?l no hab¨ªa querido nunca tener descendencia, asumir la responsabilidad de una existencia abocada a una irremediable condena". Esto parece autobiogr¨¢fico: usted nunca ha querido tener hijos.
R. No, nunca he querido asumir esa responsabilidad. En cambio la he asumido con ni?os que no son m¨ªos. Me alegra el poder ayudar a estos ni?os sin ser el responsable de su existencia.
P. ?Cu¨¢l es la diferencia?
R. Estos ni?os existen fuera de m¨ª y les puedo ayudar. No tengo la responsabilidad de haber tra¨ªdo al mundo estos ni?os. Nunca he sentido el deseo de prolongar la especie.
P. ?Dese¨® Monique tener hijos con usted?
R. No creo. Ella ten¨ªa una hija de su primer matrimonio y no creo que se planteara nunca tener un hijo conmigo. Ella entendi¨® muy bien ese deseo m¨ªo de no querer prolongar de alguna manera el desastre.
P. Dentro de la lucidez pesimista de este texto...
R. Pesimista no. Es pura lucidez. Soy la persona menos pesimista del mundo en este momento. Fue un golpe muy duro lo que me ocurri¨® en 1996 (la muerte de Monique), pero ahora no soy pesimista. Una amiga me dec¨ªa: "Mira, cuando llegas a los 70 a?os tienes que aceptar cada d¨ªa como una d¨¢diva, como un regalo". Y as¨ª lo hago yo. No quiero hacer nada que no desee hacer. No quiero dejarme programar; yo programo mi propia vida; vivo con quien quiero, en el sitio que quiero, escogiendo la familia o los ni?os que quiero. No soy nada pesimista. Vivo al d¨ªa.
P. D¨¦mosle otra vez la palabra al demiurgo de su novela. Dice: "Yo estar¨¦ all¨ª para cerrar el par¨¦ntesis entre la nada y la nada". ?D¨®nde encaja en esto la literatura? ?Para qu¨¦ escribir?
R. Si supiera por qu¨¦ escribo no escribir¨ªa. Nunca he sabido por qu¨¦ escribo, creo que estaba gen¨¦ticamente programado para la escritura y, adem¨¢s, no s¨¦ hacer nada m¨¢s, soy de una incapacidad pr¨¢ctica total. Si no viviera rodeado de personas pr¨¢cticas, ser¨ªa un desastre. No s¨¦ hacer nada fuera de escribir. ?Por qu¨¦? No lo s¨¦.
P. ?No es por una cierta voluntad de descendencia, de eternidad? ?No es verdad que, por mucho que usted diga "despu¨¦s de m¨ª, nada", piensa que quedar¨¢n sus libros?
R. Mire, ?usted de verdad se cree que Espa?a o Europa existir¨¢n dentro de mil a?os?
P. Probablemente no.
R. Probablemente no. Cuando veo que la gente piensa en la inmortalidad u organiza una inmortalidad programada, como Cela, de fundaciones, universidades, calles y todo esto, me parece bastante rid¨ªculo. Si mi obra vale, ser¨¢ le¨ªda. Pero homenajes o fundaciones no tienen el menor sentido. No creo en nada de esto. Hay obras que se mantienen al cabo de los siglos porque han aportado algo al ¨¢rbol de la literatura. Pero si una obra no aporta nada nuevo, dejar¨¢ de leerse por mucho que se le hagan homenajes o las autonom¨ªas dediquen a su autor estatuas para que las palomas se le caguen encima. Si tuvieran al menos el respeto de hacerles a estos se?ores estatuas donde descansen sentados... Pero les veo siempre de pie. Me parece un castigo terrible.
P. Escribe usted en otro momento: "La literatura un¨ªa y destilaba las dos pasiones de su ni?ez -la historia y la geograf¨ªa- en un ¨¢mbito ¨²nico". ?Eran ¨¦sas las pasiones del ni?o Juan Goytisolo?
R. Era lo ¨²nico que me interesaba. A los 15 a?os conceb¨ª la idea absurda de ser diplom¨¢tico tan s¨®lo porque el diplom¨¢tico viajaba. No ve¨ªa otra manera de viajar y para m¨ª era una obsesi¨®n el salir de Espa?a y el ver el mundo.
P. Lo ha conseguido. Su literatura no est¨¢ hecha con atlas y enciclopedias, sino con muchos viajes. En el mismo Tel¨®n de boca hay un viaje a la Chechenia en guerra, tras las huellas de Tolst¨®i.
R. S¨ª, fue una experiencia extraordinaria viajar a Chechenia con el libro de Tolst¨®i. Al terminar el viaje volv¨ªa a releer todo Tolst¨®i y el testimonio que da sobre las guerras del Ca¨²caso es admirable.
P. ?Por qu¨¦ ha incorporado este testimonio en Tel¨®n de boca?
R. Es uno de los hilos de la trama: la imagen del cardo aplastado por las botas rusas, las botas del zar, las de Yeltsin o las de Putin. Es uno de los hilos del argumento: la reiteraci¨®n de la barbarie humana. Entre los progresos de la sociedad y la herencia animal, a veces la herencia animal prevalece. En este aspecto, las cosas no han cambiado mucho. Las brutalidades de la Guerra Civil espa?ola se repiten en todas las guerras civiles. Usted conoci¨® la de L¨ªbano, yo he visto la de Argelia. Te dices: ?d¨®nde est¨¢ la mejora de la especie humana? ?No ser¨ªa mejor llamarla la especie inhumana?
P. Lo espantoso es que esta brutalidad no se apodera s¨®lo de los pueblos pobres y analfabetos, sino tambi¨¦n de los ricos y avanzados cient¨ªficamente.
R. Es lo que estamos viendo ahora, esas invocaciones constantes a Dios tanto por los terroristas de Bin Laden como por Bush. Una de las cosas que deber¨ªamos aprender es dejar a Dios en paz. Pero se sigue invocando a Dios para justificar tropel¨ªas, barbaries y matanzas.
P. Vuelve a hablar el Mefisto de su novela. Dice: "Cuando cagu¨¦ vuestro f¨ªsico mundo y desde Mis alturas contempl¨¦ la Obra Hecha me estremec¨ª de horror: aquello era peor que un moj¨®n, que una cagarruta hedionda, que una f¨¦tida masa pastosa ovillada como un merengue batido". Y a?ade que un burro orin¨® enseguida en ese mundo.
R. Hay antecedentes en la literatura espa?ola. Mateo Alem¨¢n dice que cuando J¨²piter cre¨® el mundo primero cre¨® al asno y luego cre¨® al hombre, y cuando el asno vio la creaci¨®n la roci¨® con lo suyo. Ya Mateo Alem¨¢n consideraba que la creaci¨®n merec¨ªa ser anegada en la meada de un burro. Bueno, es un juicio duro pero un juicio que tiene su tradici¨®n.
P. ?Usted lo ve as¨ª?
R. Digamos que no coincido exactamente con mi personaje, pero la brutalidad del mundo persiste. Aunque los intelectuales modernos y posmodernos no quieran enterarse, la brutalidad persiste. No s¨®lo a trav¨¦s de guerras, sino del hambre, de lo que est¨¢ pasando en el continente africano o en Iberoam¨¦rica.
P. En lo civil usted sigue ah¨ª, no se ha rendido pese a ver que la brutalidad persiste, que la injusticia se prolonga. Usted se niega a encerrarse en la torre de marfil.
R. Creo que son dos cosas distintas. El compromiso verdadero del creador es con su propia lengua. Puede haber creadores canallas como, por ejemplo, Quevedo. Era un perfecto canalla. Odiaba a las mujeres, a los homosexuales, a los jud¨ªos, a los moros, a los negros; alardeaba de un patriotismo extraordinario y luego se descubri¨® que estaba a sueldo de la embajada de Francia: el canalla perfecto. Y sin embargo, un poeta genial. Tomemos tambi¨¦n el caso de C¨¦line. Antisemita, colaboracionista con los nazis y todo lo que se quiera, pero autor del Voyage au bout de la nuit, una de las grandes obras del siglo XX. Para m¨ª son cosas distintas. Mi compromiso ha sido siempre con la palabra, con devolver a la cultura a la que pertenezco un idioma distinto al que he recibido al empezar mi propia creaci¨®n. Pero tambi¨¦n soy una persona que se ha comprometido con causas c¨ªvicas. Primero contra el franquismo y en la actualidad contra los nacionalismos y fundamentalismos, incluido el fundamentalismo de la tecnociencia que es el que me parece m¨¢s amenazador en este momento.
P. Uno lee Tel¨®n de boca y al principio se sobrecoge por la dureza de las reflexiones para encontrarse al final con una sorpresa: el narrador termina con una cierta actitud vitalista. Despu¨¦s de haber dicho que la vida es un par¨¦ntesis breve y m¨¢s bien horrible, despu¨¦s de haber so?ado su propia muerte se despierta y termina as¨ª: "La cita ser¨ªa para otro d¨ªa: cuando se alzara el tel¨®n de boca y se enfrentase al v¨¦rtigo del vac¨ªo. Estaba, estaba todav¨ªa entre los espectadores en la platea del teatro".
R. Es la realidad. El narrador tiene un d¨ªa m¨¢s de vida. Y constata que la pena se desvanece antes que la belleza. La belleza del mundo subsiste y el dolor humano no. El olvido es m¨¢s fuerte que todo.
P. Seis a?os despu¨¦s de estos acontecimientos que tanto dolor le causaron, ?siente que la pena se ha ido desvaneciendo?
R. S¨ª, se desvanecen el dolor, la pena y el recuerdo. Parece imposible pero es as¨ª.
P. Y esto es piadoso. Porque si no, no podr¨ªamos vivir.
R. S¨ª. Por fortuna es as¨ª. Y no creo que vuelva a escribir m¨¢s ficci¨®n; lo que quer¨ªa decir en t¨¦rminos de creaci¨®n novelesca lo he escrito en esta novela. Ahora har¨¦ ensayos y art¨ªculos. Estoy preparando un ensayo largo sobre Manuel Aza?a escritor, quiero llamarlo Aza?a o la pasi¨®n cr¨ªtica. Aza?a era un escritor formidable. Y voy a participar en Sarajevo como actor en un filme de Jean-Luc Godard. Es bastante divertido empezar una carrera de actor a mi edad.
P. Le ha costado seis a?os escribir este libro y, sin embargo, es uno de los m¨¢s cortos de su carrera.
R. S¨ª, he ido podando y podando. Ha sido un trabajo no tanto de escribir como de reducir lo escrito a la m¨¦dula. Este librito m¨ªo tan breve tiene por lo menos la gran ventaja de la que habl¨® C¨¦line. Una vez un admirador de C¨¦line le escribi¨®: "La gran ventaja que tienen sus libros es que cuando se me caen de las manos no me aplastan los pies". Esto me parece un elogio extraordinario. Yo creo que Tel¨®n de boca no va a aplastar los pies de nadie si se le cae de las manos, cosa muy posible.
BIBLIOGRAF?A
Carajicomedia(Seix Barral, 2001).
Las semanas del jard¨ªn(Alfaguara, 1997).
El sitio de los sitios(Alfaguara, 1996/Seix Barral, 2002).
La saga de los Marx (Mondadori, 1994).
Memorias (Coto vedado. En los reinos de taifa) (Pen¨ªnsula, 2002).
Paisajes de guerra. Sarajevo, Argelia, Palestina, Chechenia (Aguilar, 2001).
P¨¢jaro que ensucia su propio nido (Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores, 2001).
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