Cambio de decorado
Con m¨¢s de treinta t¨ªtulos en su haber y tomada en su (deliberadamente desigual) conjunto, la obra de Juan Goytisolo se configura como una de las m¨¢s importantes con las que cuentan las letras hisp¨¢nicas de hoy. Pues al final y desde siempre se nos aparece como una piedra de esc¨¢ndalo, de toque, una especie de prueba de fuego o de catarsis, de fiel contraste para todas nuestras seguridades, que conforme se construye nos destruye, corriendo el riesgo de autodestruirse en una suerte de holocausto general que nos (y se) pone a prueba sin parar. Se compone adem¨¢s de la implacable sucesi¨®n de una serie incesante de vueltas de tuerca, una de las cuales acaba de dar ahora con la aparici¨®n de esta breve novela -apenas un centenar de densas p¨¢ginas- con la que cambia su decorado, su inspiraci¨®n y su tono general, enfrentado en esta ocasi¨®n a un tema que se me aparece como el final y el fundamental a la vez de todos: el de la muerte en resumidas cuentas, que es el que concede el verdadero sentido general de toda una vida y de toda su obra en profundidad, pues como dijo Malraux, "la muerte convierte la vida del hombre en destino".
TEL?N DE BOCA
Juan Goytisolo El Aleph. Barcelona, 2003 104 p¨¢ginas. 15 euros
De ah¨ª que su persona y obra susciten tanta irritaci¨®n como admiraci¨®n a la vez; es un elemento que afirma y traiciona, construye y corrompe, perturba, inquieta y arde sin parar, consumi¨¦ndonos y consumi¨¦ndose en una especie de incesante holocausto implacable. Por eso creo que hay que considerarlo todo en su conjunto, sin renegar de nada, y confieso con ello que no me parece correcta la ocultaci¨®n de ninguna de sus partes, como a veces hace su propio autor repudiando, ignorando, corrigiendo o negando lo que le parece m¨¢s fr¨¢gil o endeble de toda ella, sus torpezas, ingenuidades o simplismos, o al menos todo aquello con lo que ya no est¨¢ de acuerdo. Ya s¨¦ que toda vida es demasiado larga para sostenerse igual de principio a fin. Pero, aparte de que podr¨ªa citarse todo, aclarando cada punto de disentimiento -algo en lo que Juan Goytisolo es maestro- o refinando sus propuestas con claridad, no veo raz¨®n para ocultar o ignorar la parte inicial y realista de su obra, compuesta por seis novelas (una de ellas, El circo, definitivamente repudiada) y dos libros de relatos, as¨ª como por dos reportajes (corregidos y recuperados) y otros dos ensayos m¨¢s, uno de ellos asimismo repudiado del todo y el otro parcialmente. Y ello sin hablar del proceso de correcci¨®n a que est¨¢ sometiendo a su obra anterior en las nuevas apariciones actuales, pues considero que toda la obra de Juan Goytisolo fue y es importante, tom¨¢ndola en su discurso cronol¨®gico verdadero y real, ya que en todo momento fue -y es- una lecci¨®n de dignidad pol¨ªtica y moral y negarlo u ocultarlo ser¨ªa en todo caso contribuir a la desmemoria colectiva, algo que el esfuerzo personal de su autor quiere hoy negar para siempre.
Bien, las cuentas claras: de los 15 libros publicados por Juan Goytisolo hasta la muerte del dictador, s¨®lo seis pudieron aparecer en su propio pa¨ªs, y adem¨¢s el autor repudi¨® dos de ellos despu¨¦s. Pese a haber sido galardonado con premios importantes -el de Europalia, el Nelly Sachs o el de la Fundaci¨®n Octavio Paz-, en su propio pa¨ªs no se le ha concedido ninguno, ni p¨²blico, ni privado, ni institucional -ni el Cervantes, ni el de las Letras, ni ning¨²n nacional y ni siquiera el de la Cr¨ªtica-, como si nos neg¨¢semos a premiar una especie de mosca cojonera que nos pica sin parar, eso me inquieta y confieso que me desasosiega incesantemente asimismo, que conste. Y paso, ya al final a este breve y significativo Tel¨®n de boca, el que se utiliza en los teatros para impedir que el espectador vea el escenario cuando se procede a los cambios de decorado que la obra exija. Aqu¨ª, tras las etapas de rebeli¨®n pol¨ªtica y cultural total (la trilog¨ªa de Se?as de identidad, Don Juli¨¢n y Juan Sin Tierra) o de experimentaci¨®n ling¨¹¨ªstica y rebelde (Makbara y Paisajes despu¨¦s de la batalla) a la m¨ªstica heterodoxa, tanto cristiana -Las virtudes del p¨¢jaro solitario- como ¨¢rabe -La cuarentena- como pol¨ªtica (La saga de los Marx, El sitio de los sitios, Las semanas del jard¨ªn) como la injustamente desatendida parodia cl¨¢sica de Carajicomedia y los dos tomos de su espectacular Memorias, Goytisolo vuelve la vista atr¨¢s, arranca de su infancia y adolescencia de nuevo, y se contempla en un personaje partido por tres, el viudo narrador que nos recuerda su propia voz tras la desaparici¨®n de la que fuera su esposa, la escritora francesa Monique Lange, cuya ausencia constituye aqu¨ª el fiel contraste que le hace reflexionar sobre su vida, delante de un demiurgo que le persigue tras el abandono de toda b¨²squeda trascendental, pues le han fallado ya todas las muletas y su sempiterno agnosticismo rechaza tambi¨¦n las de la fe musulmana que tampoco le ofrecen seguridad alguna. Hay aqu¨ª en la cuarta secuencia (que evoca al demiurgo) fragmentos brutales contra toda idea de dios, contra toda trascendencia, que es una blasfemia tan total que ni siquiera la resignaci¨®n final a su pr¨¢ctica colectiva podr¨¢ dominarla jam¨¢s. Al final, el viudo irremediable -cuya voz es la ¨²nica detr¨¢s de las tres evocaciones- se ir¨¢ al desierto a morir, pero al ser rechazado una vez m¨¢s, tendr¨¢ que resignarse a desgranar de nuevo el sentido de una vida sin significado alguno. ?C¨®mo seguir adelante en estas condiciones? Pues quiz¨¢ el cambio de decorado no nos sirve nunca del todo, ni las monta?as que nos rodean, ni el tel¨®n de boca que hemos improvisado de nuevo para seguir haci¨¦ndonos la ilusi¨®n de que la vida contin¨²a, sin pensar que ¨¦sa es quiz¨¢ la mayor de las tragedias.
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