Amenaza de guerra

Escuchaba el s¨¢bado la cobertura que la SER estaba ofreciendo de las manifestaciones en contra de la guerra en numerosas ciudades y pueblos de todo el Estado. Al igual que ocurri¨® cuando la cat¨¢strofe del Prestige, la SER supo conectar con el sentir generalizado de la poblaci¨®n y, rompiendo una de las supuestas sagradas normas del periodismo, la neutralidad, sus locutores tomaron partido (su entusiasmo les delataba) por los cientos de miles de personas que a esas horas expresaban un ¨²nico grito solidario: "?No a la guerra!" Por as¨ª decirlo, los locutores se sumaron con sus micr¨®fonos a la manifestaci¨®n y convirtieron la transmisi¨®n en una aut¨¦ntica fiesta c¨ªvico-reivindicativa.

A esa misma hora, los locutores de la COPE, la cadena desde cuyos p¨²lpitos se alienta la guerra contra Irak, disimulaban como pod¨ªan el escaso entusiasmo que les produc¨ªa ver a tantos cientos de miles de ciudadanos gritando las consignas que tanta urticaria despiertan a sus locutores estrella. Pero ellos, inasequibles al desaliento, y refiri¨¦ndose a la manifestaci¨®n multitudinaria de Madrid, comentaron esa misma noche que el manifiesto le¨ªdo por Almod¨®var, Leonor Watling y Fern¨¢n-G¨®mez hab¨ªa convertido el acto en una clara defensa del r¨¦gimen iraqu¨ª.