Y ruede por el mar tu caracola

De las m¨²sicas sueltas de cada d¨ªa, como dir¨ªa Rafael Alberti, los organizadores del concierto de anteayer en el teatro de la Zarzuela optaron por un bloque dedicado al flamenco y otro al mundo sinf¨®nico, en esta primera entrega de homenajes musicales al poeta andaluz con motivo del centenario de su nacimiento. La vinculaci¨®n afectiva est¨¢ en un primer plano de las afinidades. La admiraci¨®n de Rafael Alberti hacia unas m¨²sicas determinadas adquiere otra dimensi¨®n gracias a la amistad con sus autores. "Pulsos de mi coraz¨®n, latidos de ritmo roto", en versos confidenciales del artista ahora recordado.

Lleg¨® Morente y la arm¨®. Cuando uno menos se lo espera se encuentra frente a frente con la emoci¨®n pura del arte, con el escalofr¨ªo de lo verdadero. Esto sucede muy de cuando en cuando, pero sucede. La entrada de Enrique Morente y su grupo fue, en cierto modo, premonitoria de un tipo de seriedad popular: estaban todos la mar de elegantes con sus chaquetas oscuras, a las que a?adieron las pegatinas rojas y negras con el "no a la guerra". Desde los primeros compases por alegr¨ªas y, sobre todo, tras el estremecedor quej¨ªo inicial de las soleares, se detect¨® que la noche iba a ser de las inolvidables. Lo fue, en efecto: por la hondura, por el desgarro, por la sensaci¨®n de ir inventando la m¨²sica a cada instante, por esa manera tan peculiar que tiene el cante flamenco de ir construyendo el fraseo desde el estremecimiento, por ese ir m¨¢s all¨¢ de las convenciones hasta rozar el misterio de lo inaprensible... Fue una conmoci¨®n de principio a fin, una explosi¨®n de sabidur¨ªa, un manifiesto l¨²cido contra las ortodoxias, sin abandonar nunca las ra¨ªces. Enrique Morente puede no tener la voz en su mejor momento. Qu¨¦ m¨¢s da. Canta como nunca. Se apoya en textos de Le¨®n Felipe, Nicol¨¢s Guill¨¦n, Federico Garc¨ªa Lorca, Bergam¨ªn o Alberti. Lo hace desplegando una gran variedad de palos, desde siguiriyas hasta tangos. Tiene, adem¨¢s, una enriquecedora comunicaci¨®n con el guitarrista Ni?o Josele, y con su cuadro de percusi¨®n y palmas: un modelo de sobriedad y precisi¨®n. Con todo ello la magia se instal¨® en la sala, el p¨²blico enloqueci¨® de entusiasmo, y, en pleno proceso de fervores compartidos, un espectador lanz¨® frases de apoyo a la plataforma Nunca M¨¢is. No en vano Alberti era, a su manera, marinero en tierra y hac¨ªa sonar metaf¨®ricamente por los mares la m¨²sica de su caracola.

Dif¨ªcil papeleta para la Orquesta de la Comunidad de Madrid coger el relevo en la situaci¨®n emocional existente. Pues bien, tocaron francamente bien las p¨¢ginas de ?scar Espl¨¢ y Rodolfo Halffter, y, ya en las propinas, la Sonatina de Ernesto Halffter, para terminar repitiendo la danza final de La madrugada del panadero, con resultados a¨²n m¨¢s chispeantes que en la primera ocasi¨®n. La di¨¢fana, sutil y equilibrada direcci¨®n de Juanjo Mena contribuy¨® en gran manera a que la fiesta continuase en un clima de amabilidad y sosiego, tal vez el ¨²nico posible, o al menos el m¨¢s aconsejable, despu¨¦s del hurac¨¢n Morente.