Diez asaltos contra la pena de muerte
Thomas Miller-El lleva 17 a?os en el corredor de la muerte de Tejas. Dorothy Miller-El, su mujer, lleva 17 a?os sin tocarle. El pasado martes, el Tribunal Supremo de Estados Unidos admiti¨® que durante todo este tiempo se ha negado injusta y repetidamente a Thomas Miller-El, afroamericano de 51 a?os, el derecho a presentar pruebas de que hubo discriminaci¨®n racial en la selecci¨®n del jurado que le sentenci¨® a muerte. Tejas tendr¨¢ que escuchar lo que Miller-El tiene que decir. Con ocho votos a favor y uno en contra, el del ¨²nico miembro negro del Supremo, la alta instancia ha dado un tir¨®n de orejas al Estado con la mayor tasa de ejecuciones -cerca de 300, de los m¨¢s de 800 ajusticiados- desde que la pena de muerte fue restablecida en 1976.
En 1986, la Fiscal¨ªa de Dallas vet¨® a 10 de los 11 posibles jurados afroamericanos de Thomas. El ¨²nico negro que pas¨® el tamiz de la acusaci¨®n declar¨® que la inyecci¨®n letal le sab¨ªa a poco
Su defensa asegura tener nuevas pruebas y conf¨ªa en que la buena conducta de Miller-El en el 'corredor' (varios guardias se han ofrecido a testificar en su favor) le libren de la pena capital
El caso de Thomas Miller-El, preso n¨²mero 000834 del corredor de la muerte, se dio a conocer en Espa?a por el documental de Javier Corcuera La espalda del mundo. En la reciente edici¨®n de los Premios Goya, Thomas agradec¨ªa en un v¨ªdeo la ayuda recibida por las plataformas de solidaridad contra la pena capital. Un mensaje grabado a trav¨¦s del mismo cristal tras el cual Dorothy y Thomas charlan por un auricular cada lunes, durante dos horas. Juntos han sobrevivido a diez fechas de ejecuci¨®n. "Cada una es un tormento, nadie que no lo haya vivido puede entender lo que se siente; es como que est¨¢s, pero no est¨¢s". Con 54 a?os, ocho hijos "en total" (algunos son de una pareja anterior de Thomas, pero los considera suyos) y cuatro nietos, Dorothy habla con calma y cansancio de estos a?os de batalla legal y de activismo contra la pena de muerte. "No puedo recordar la ¨²ltima vez que abrac¨¦ a mi marido", dice.
Thomas Miller-El, taxista, fue condenado por asesinar en noviembre de 1985, con dos tiros en la espalda, a un conserje del Holliday Inn de Dallas en el que Dorothy trabajaba como doncella. Seg¨²n la sentencia, Thomas (que hab¨ªa cumplido dos penas anteriores por atraco), con la ayuda de Dorothy y otro c¨®mplice, vaci¨® la caja, at¨® y amordaz¨® a dos de los empleados del hotel, ambos blancos, y les dispar¨® con una 9 mm. Uno muri¨®; el otro, ¨²nico testigo de la acusaci¨®n, qued¨® paral¨ªtico. Dorothy pas¨® siete a?os en la c¨¢rcel por su colaboraci¨®n en el crimen y por negarse a declarar en contra de su marido, que siempre ha mantenido su inocencia. A pesar de ser condenada a cadena perpetua, Dorothy fue puesta en libertad, ya que su jurado hab¨ªa sido elegido con prejuicios racistas. La fiscal¨ªa no volvi¨® a presentar cargos. Dorothy y Thomas fueron juzgados por el mismo tribunal, en las mismas fechas. Pero hasta ahora todas las apelaciones de Thomas hab¨ªan sido rechazadas.
La sentencia del Supremo no dice que Thomas merezca un nuevo juicio, lo que hubiera sentado precedente y obligado a revisar multitud de casos. Ni siquiera admite que existiese de hecho discriminaci¨®n. Lo que hace es devolver la pelota a los tribunales inferiores para que lo decidan. Y advierte: de ahora en adelante las cortes de apelaci¨®n deben tener m¨¢s cuidado a la hora de revisar casos que afectan al derecho constitucional a un juicio justo.
En 1986, la fiscal¨ªa del condado de Dallas vet¨® a 10 de los 11 posibles jurados afroamericanos de Thomas Miller-El. El ¨²nico negro que pas¨® el tamiz de la acusaci¨®n declar¨® que la inyecci¨®n letal le sab¨ªa a poco. "Los asesinos deber¨ªan ser untados con miel y colocados sobre un hormiguero". Las preguntas de la fiscal¨ªa a los candidatos variaron dependiendo de la raza para que los negros pareciesen incapaces de aplicar la ley y, por tanto, pudiesen ser descalificados. As¨ª, a los blancos se les preguntaba en abstracto si ser¨ªan capaces de imponer la pena de muerte. Con los negros, la pregunta se cebaba en los detalles: "?Ser¨ªa capaz de condenar a este hombre a ser atado a una camilla e inyectado con una sustancia que le provocase la muerte?". M¨¢s a¨²n, a los blancos se les informaba de que la pena m¨ªnima por asesinato es de cinco a?os, y luego se les preguntaba si impondr¨ªan esta pena en caso de que as¨ª lo decidiese el tribunal. La mayor¨ªa contestaba que s¨ª. A los negros, sin informaci¨®n previa, se les preguntaba a qu¨¦ pena m¨ªnima condenar¨ªan a un asesino "que supiese lo que hac¨ªa". La respuesta sol¨ªa ser superior a los cinco a?os. La fiscal¨ªa entonces argumentaba que el ciudadano negro era incapaz de aplicar la ley. Ni el tribunal estatal de Tejas, ni el federal de Nueva Orleans vieron nada raro. Ambos admitieron estas razones como racialmente neutras. Ahora, varios ex fiscales y ex jueces han declarado en una videoprueba que las pr¨¢cticas racistas eran todav¨ªa moneda com¨²n en el distrito cuando Miller-El fue juzgado.
Buena conducta
"No son las mejores noticias, pero son buenas noticias". Dorothy sabe que con la decisi¨®n del martes el Supremo no se moja del todo. Aun as¨ª, Jim Marcus, abogado de Thomas, y miembro de una ONG que asiste gratuitamente a los condenados a muerte, espera que la resoluci¨®n del Supremo "tenga un amplio impacto en c¨®mo se revisan los casos que llegan de las cortes estatales. Ocho votos a uno supone una firme llamada de atenci¨®n". Por eso Dorothy espera que Thomas consiga un nuevo juicio. Su defensa asegura tener nuevas pruebas (han contratado a un detective privado), y conf¨ªa en que la buena conducta de Thomas en el corredor (varios guardias se han ofrecido a testificar en su favor) le libren de la pena capital. Pero, aun si se le concede una segunda oportunidad, es casi seguro que el Estado de Tejas apelar¨¢ al Supremo, lo que en el mejor de los casos retrasar¨¢ todo el proceso dos a?os m¨¢s. "Existe el mito de que los abogados defensores se aprovechan de tecnicismos para exculpar a sus clientes, pero muchas veces es el Estado el que utiliza la burocracia en su favor", afirma el letrado.
La vida del marido de Dorothy acumula una cascada de sentencias, apelaciones, alegatos, aplazamientos. Ella lo explica a su manera: "Otra vez entramos en el juego de papeles; un juego que destroza familias". Y que a veces acaba en la c¨¢mara de la muerte. Dorothy ha presenciado una ejecuci¨®n, de un amigo de Thomas, aunque dice verla cada vez que cierra los ojos. "No ten¨ªa ni idea, no estaba preparada". Ella se hab¨ªa apuntado en la lista de visitas previas, y por error la pusieron en la de los testigos. Una vez dentro no se atrevi¨® a abandonar a la familia del reo. As¨ª son los errores burocr¨¢ticos para quienes viven en el corredor.
Buenas noticias desde Espa?a
DOROTHY MILLER-EL vive en una casita roja a las afueras de Huntsville, 35.000 habitantes, en un bosque a 100 kil¨®metros de Houston, la capital financiera de Tejas. A unos ocho kil¨®metros del corredor de la muerte. En Huntsville est¨¢ la sede del Departamento de Justicia Criminal de Tejas, que emplea a 7.100 personas y se ocupa de 8.395 presos en las siete c¨¢rceles de su zona. Dorothy se mud¨® cuando trasladaron a Thomas a la unidad Polunsky: "Para estar cerca de la persona que amo", dice. All¨ª ocupa sus d¨ªas organizando a la comunidad de familiares de condenados a muerte. Emprende protestas, ayuda a los parientes a enviar dinero a los presos, imprime camisetas. "Me mantengo ocupada, no hay otra forma de sobrevivir a esto". Hace unos cinco a?os mont¨® una casa de acogida para los familiares de los presos del corredor de la muerte. "Fue idea de Thomas, y yo la llev¨¦ a cabo; somos un equipo". Por fuera es un tr¨¢iler; por dentro, esta modesta pensi¨®n, en el jard¨ªn de la casa de Dorothy, tiene lo b¨¢sico. Tres habitaciones, una cocinilla, una sala de estar, algunos libros sobre la pena de muerte, unas flores. "Lo importante es que las familias sientan que es un sitio de la comunidad, algo parecido a un hogar, no un fr¨ªo hotel". Hay familias que vienen de lejos, y Dorothy, que antes los alojaba en su propia casa, ofrece hospedaje gratuito en el que ser¨¢ probablemente el peor viaje de sus vidas.
En su casa, leyendo una carta de Thomas, recibi¨® el mi¨¦rcoles una llamada de este peri¨®dico anunci¨¢ndole la sentencia favorable del Supremo. Dorothy no tiene tel¨¦fono fijo, y su m¨®vil da constantes mensajes de error, por lo que ni sus abogados ni quienes se enteraron por la prensa lograron dar con ella. Con la buena nueva se march¨® a la biblioteca p¨²blica para usar la cabina y el correo electr¨®nico y compartirla con amigos y familiares. "Es la segunda noticia maravillosa que recibo de Espa?a". La primera se la dio hace un a?o el equipo de La espalda del mundo, cuando se encontraban en Tejas rodando un segundo documental sobre los Miller-El, que se estrenar¨¢ pr¨®ximamente en V¨ªa Digital. Entonces le anunciaron que el de Thomas era uno de los alrededor de cien casos que el Supremo admit¨ªa a tr¨¢mite, de entre los 7.000 presentados. Se suspend¨ªa, por tanto, a siete d¨ªas de la fecha, la ejecuci¨®n prevista para el 21 de febrero de 2002.
"En Tejas no se trata de justicia, sino de econom¨ªa", asegura Dorothy, que gracias a las donaciones de grupos abolicionistas de la pena capital y de las plataformas de apoyo a Thomas Miller-El por todo el mundo financia su casa de acogida, sus proyectos y la defensa de su marido en un posible nuevo juicio. Los abogados calculan que har¨¢n falta entre 100.000 y 200.000 d¨®lares. En Espa?a existe un grupo de apoyo, con el que se puede colaborar a trav¨¦s de la compra de un disco, y con donativos, en: www.laespaldadelmundo.com.
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