Aloize logra la plata prevista tras la incombustible Devers
La pupila de Rafael Blanquer acaba con el mal sue?o de Viena
Glorie Alozie se ajust¨® a los pron¨®sticos en la final de 60 metros vallas, dominada por al incombustible Gail Devers, la ¨²ltima representante de la cuadra de Bob Kersee, el hombre que lanz¨® al estrellato a atletas como Florence Griffith, Jackie Joyner y Valerie Brisco. De aquella ¨¦poca hace tanto tiempo que parece como si Kersee hubiera desaparecido. Su legado se encuentra en Gail Devers, que ya era alguien en las pruebas de velocidad a finales de los a?os ochenta. En una ¨¦poca de discretas especialistas en vallas, su hegemon¨ªa casi no se discute. Bien entrada en los treinta, puede cosechar victorias durante un buen rato.
Para Alozie fue el momento de acabar con el mal sue?o de los Europeos de Viena, donde gan¨® la medalla de oro antes de recibir las noticias de su descalificaci¨®n por un problema burocr¨¢tico con Nigeria, su pa¨ªs natal, que no la hab¨ªa concedido permiso para competir como espa?ola.
Su segundo puesto en los Mundiales es inobjetable. Ya tiene todas las bendiciones legales para defender el pabell¨®n espa?ol. Venci¨® en los Europeos de verano y ahora s¨®lo ha encontrado el muro de Gail Devers. Como la estadounidense, Glorie Alozie procede de la velocidad pura. Lleg¨® a correr los 100 metros en menos de 11 segundos, pero Rafael Blanquer, su entrenador, prefiri¨® encauzarla en la especialidad de vallas, donde la competencia es menor.
Alozie, mujer de talante bondadoso, sigue sin rechistar los consejos del t¨¦cnico. Con ¨¦l ha labrado una m¨¢s que interesante carrera. Lleg¨® a Valencia en 1997, sin referencias en el circuito del atletismo, una velocista diminuta -mide 1,55 metros- que no se arruga en la pista. En los Juegos de Sydney remont¨® a duras penas la noticia de la muerta de su novio, atleta de la delegaci¨®n nigeriana, atropellado por un coche en la ciudad australiana, y logr¨® la medalla de bronce en los 100 metros vallas.
Como su escaso f¨ªsico no la permite medirse a fuerzas de la naturaleza como Marion Jones, Ekaterina Thanou o Zhana Pintus¨¦vich, la idea es hacer de Alozie una especie de replicante de Gail Devers. A pesar de su corta estatura no tiene grandes dificultades en las vallas, que en la categor¨ªa femenina son m¨¢s bajas que en la masculina. Por ahora le falta t¨¦cnica y regularidad. Blanquer dice que comienza a atacar bien el obst¨¢culo, pero que no logra mecanizar el gesto de la pierna libre. Mientras arregla sus defectos, no pierde de vista las medallas. Atr¨¢s han quedado los tiempos en que las atletas del Este dominaban en bloque esta prueba. Excepto Gail Devers, no hay demasiada oposici¨®n en el horizonte, circunstancia que Alozie aprovecha a la perfecci¨®n.
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