Irak expulsa a los escudos y acoge a los combatientes ¨¢rabes
El r¨¦gimen argumenta razones de seguridad para deshacerse de los pacifistas occidentales
El r¨¦gimen de Sadam Husein se est¨¢ quedando sin escudos humanos. Los pacifistas de todo el mundo que acudieron a Irak para defender con sus cuerpos las infraestructuras civiles empiezan a volver a sus casas. Las autoridades iraqu¨ªes les han invitado a salir del pa¨ªs argumentando "razones de seguridad". "Intentar¨¦ regresar a Bagdad en los pr¨®ximos d¨ªas", asegura en tono retador Beatriz Almanduz, una catalana-brit¨¢nica de 41 a?os.
Beatriz trata de recuperar sus fuerzas en un hotelucho de Amm¨¢n, cerca de la estaci¨®n central de autobuses, punto de encuentro obligado de los brigadistas internacionales y de los escudos humanos.
Para esta mujer la aventura no ha terminado. No es la primera vez que es expulsada. Semanas atr¨¢s, las autoridades de Bagdad la invitaron cort¨¦smente a salir del pa¨ªs y la acompa?aron por carretera hasta la frontera siria. Pero antes de que sus guardianes se dieran cuenta, reemprend¨ªa el camino de regreso, donde nuevamente fue arrestada y reconducida a la frontera jordana.
"Quiz¨¢s, sin embargo, sea m¨¢s sensato ir a Gaza con los palestinos, o volver a Barcelona para abrir un bar en el barrio G¨®tico", titubea Beatriz en voz alta, como si tratara de buscar un norte en su vida, aferr¨¢ndose a un proyecto solidario. Su experiencia como escudo humano ha tenido como escenario una central el¨¦ctrica cerca de Bagdad, la capital.
Beatriz, en su viaje de regreso a Espa?a, se llevar¨¢, sin embargo, muchas m¨¢s experiencias, algunas tan dolorosas como la vivida con una familia aldeana, cerca de la frontera de Siria, en un interminable bombardeo, en el transcurso del cual los hombres afilaban sus cuchillos y ella indignada pensaba que era su propio pa¨ªs quien les estaba atacando.
Peggi Gish, de 60 a?os, agricultora, natural de Ohio, es abuela. Acaba de regresar de Bagdad en un convoy en el que viajaban otros nueve pacifistas internacionales. Su experiencia como activista ha durado cerca de cinco meses. A ella tambi¨¦n la han expulsado alegando razones de seguridad.
"No los condeno por haberme expulsado. En estas circunstancias los iraqu¨ªes tambi¨¦n ser¨ªan expulsados de Estados Unidos y nadie se fiar¨ªa de ellos", explica Peggi, al tiempo que prepara todas sus cosas para regresar r¨¢pidamente a su pa¨ªs, donde ya ha encontrado una nueva misi¨®n: "Explicar a todo el mundo el sufrimiento del pueblo iraqu¨ª".
Todos coinciden en asegurar que el "r¨¦gimen iraqu¨ª" est¨¢ optando por eliminar complicaciones innecesarias. La presencia de los pacifistas ya no es necesaria. En su lugar, las autoridades han empezado a optar por otros activistas m¨¢s leales, defensores a ultranza de la yihad o guerra santa, dispuestos en cualquier momento a empu?ar las armas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.