Apuesta cervantina
El narrador de El mal de Montano no tiene reparos en autodescribirse como un individuo de "triste figura". Cervantino es su perfil an¨ªmico y su predisposici¨®n al juego de encontrar sentido a la vida desde el arte, y cervantina su apuesta contra la excesiva cordura y comodidad que reina en un sector cada d¨ªa m¨¢s extenso del mundo literario. Una de las facetas m¨¢s provocadoras e inteligentes de la obra narrativa de Enrique Vila-Matas es el riesgo que supone hacer ficci¨®n desde los propios presupuestos literarios, el riesgo a que por ello lo tilden de hacer una literatura sin anclaje en el mundo social, en el mundo de la acci¨®n. Sin embargo mucha inquina habr¨ªa que sentir por lo literario para no ver en la narrativa del escritor una manifestaci¨®n de lo humano, de lo sensible y de la acci¨®n de las ideas. Ya en Bartleby y compa?¨ªa, Vila-Matas demostr¨® el espesor literario de su propuesta, una idea estructuradora que nac¨ªa de los m¨¢rgenes de la literatura, de los ins¨®litos lugares del sufrimiento literario, de la impotencia y el autoexilio. Como dir¨ªa Roland Barthes, con gente de papel hizo ficci¨®n, no menos aut¨¦ntica y necesaria que la que hicieron los realistas y naturalistas con gente de los suburbios y los lupanares.
De vez en cuando, los novelistas, am¨¦n de oficiar de tales, deber¨ªan rendir un homenaje a la ficci¨®n, ese arte de la transposici¨®n que los humanos nos hemos dotado para vernos tal como somos como si lo hici¨¦ramos ante un espejo. Enrique Vila-Matas rinde ese homenaje. Lo hace en El mal de Montano dibujando la encarnaci¨®n de lo literario, de lo predestinado a ser puesto en duda, urdiendo una trama en donde una vida (la vida) se impregna de una enfermedad crucial y saludablemente incurable. Por una vez, el narrador, esa voz insondable de la imaginaci¨®n, tiene apetito de existencia real. Todo narrador ficticio tiene derecho a su lugar en el mundo de los sentidos, derecho a su felicidad y a su salvaci¨®n, parece decirnos quien en esta espl¨¦ndida novela premiada no sabe nutrirse de otra cosa que no sea sus fantasmas literarios, sus obsesiones, sus fobias y sus afinidades. Nada de lo que acontece en este relato h¨ªbrido y plet¨®rico de mundos distintos y distantes parece extra¨ªdo de la experiencia. Y sin embargo no hay experiencia humana pasada por el filtro de las grandes y genuinas ficciones de la modernidad que no est¨¦ en este singular mapa del miedo al fin de la literatura que es El mal de Montano.
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