?Qu¨¦ fue de Lula?: 100 d¨ªas de gobierno
La invasi¨®n de Irak lo ha expulsado de la centralidad medi¨¢tica. Y sin embargo, Lula est¨¢ a punto de cumplir los primeros 100 d¨ªas al frente del Ejecutivo de Brasil, esa medida de tiempo a partir de la cual empieza el fuego cruzado de las cr¨ªticas y se acaba la virginidad pol¨ªtica de un gobernante. No es de extra?ar que Lula haya preferido trabajar en un ambiente de neblina, mejor que la luz directa de miles de focos con la que empez¨® su mandato.?Qu¨¦ objetivos se traz¨® el primer d¨ªa del a?o y qu¨¦ ha conseguido Lula? De los primeros hab¨ªa uno instrumental y otro finalista; el primero era recuperar con urgencia la confianza de los inversores privados y de las instituciones financieras multilaterales, sobre todo del FMI. El finalista, para la obtenci¨®n del cual necesitaba ese ambiente de confianza, lo expuso muy gr¨¢ficamente: lograr que al cabo de su legislatura todos los ciudadanos brasile?os pudieran hacer tres comidas al d¨ªa; es decir, exterminar el hambre, poner en pr¨¢ctica con eficacia el Programa Hambre Cero.
Lula est¨¢ consiguiendo la normalidad financiera, lo que no es poco teniendo en cuenta que pese a su abrumadora victoria en las urnas no dispone de la mayor¨ªa suficiente en las c¨¢maras legislativas, por lo que ha de negociar cada proyecto de ley. A veces, las mayores dificultades no provienen de los grupos de oposici¨®n sino de la opini¨®n de la l¨ªnea m¨¢s izquierdista del Partido de los Trabajadores (PT). Hace escasos d¨ªas logr¨® una victoria muy significativa en este terreno al lograr tanto en el Congreso como en el Senado el apoyo mayoritario para presentar un proyecto de ley sobre la autonom¨ªa del Banco Central, cuesti¨®n clave en la carta de intenciones firmada con el FMI para que este organismo le siga ayudando crediticiamente. T¨¦ngase en cuenta que el principal factor de estrangulamiento de la econom¨ªa brasile?a, habiendo varios, es el dificil¨ªsimo manejo del pago de la deuda. El antecesor de Lula, Fernando Henrique Cardoso, hab¨ªa dado en la pr¨¢ctica esta autonom¨ªa al Banco Central, pero no estaba protegida legalmente. Al buen recibimiento que tuvo el nombramiento de Henrique Meirelles (un banquero privado que en su juventud hab¨ªa pertenecido al trotskismo) como banquero central se le unir¨¢ pronto la autonom¨ªa de la autoridad monetaria.
La reacci¨®n de los mercados fue espectacular: el real se revalu¨® respecto al d¨®lar (un d¨®lar equivale a 3,28 reales) y el riesgo pa¨ªs -que mide lo que de m¨¢s ha de pagar Brasil para obtener financiaci¨®n, por los hipot¨¦ticos riesgos pol¨ªticos, econ¨®micos y sociales de quien concede los pr¨¦stamos- se redujo al nivel m¨¢s bajo en un a?o.
La autonom¨ªa del Banco Central tiene dos valores; en s¨ª misma y por lo que significa de capacidad de negociaci¨®n de Lula. Esto ¨²ltimo es importante si se tiene en cuenta que las siguientes prioridades socioecon¨®micas del presidente brasile?o son impulsar una reforma de las pensiones p¨²blicas (las de muchos funcionarios, civiles y militares, son escandalosas en un pa¨ªs que no ha superado las hambrunas y que figura en el primer puesto de las calificaciones de desigualdad en el mundo) y la reforma fiscal.
Una de las contrapartidas de esa negociaci¨®n tiene que ver con el Programa Hambre Cero y con la parte social de su pol¨ªtica econ¨®mica: subida del salario m¨ªnimo en un 20%. Esta medida, imprescindible, tiene importantes costes en gasto p¨²blico y de impulso inflacionista. Otra de las contrapartes de la ayuda del FMI es que Brasil obtenga un super¨¢vit fiscal primario (que ingrese m¨¢s de lo que gaste, sin tener en cuenta el pago de los intereses de la deuda), y que reduzca la cultura de la inflaci¨®n, que este a?o puede superar el 10%. Todo ello en un ambiente econ¨®mico de escaso crecimiento del Producto Interior Bruto; se prev¨¦ que el de este a?o superar¨¢ por poco el 2%, un porcentaje con el que es casi imposible reforzar las medidas redistributivas b¨¢sicas de Lula.Por ello es por lo que se dice que si Lula ha conseguido convencer a los mercados, la parte social de su programa es todav¨ªa difusa. Como siempre, la m¨¢s dif¨ªcil.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.