Atenciones para los amantes de la monta?a

Diez generaciones lleva la familia Pallar¨¦s trabajando en el campo, primero, y cuidando a los hu¨¦spedes, despu¨¦s, en el solar de Can Boix. Un vigoroso andurrial de pinos, olivos, retamas y bojes al pie de la Roca del Corb, que ba?a el r¨ªo Segre, a medio camino entre Lleida y Andorra. M¨¢s de dos siglos los contemplan, desde 1763. En la r¨²brica de sus viejos legajos, enmarcados frente a la recepci¨®n de la mas¨ªa, los abuelos. En la actualidad son Jes¨²s, su hijo Joan y el nieto, como su padre tambi¨¦n llamado Joan, quienes reciben al visitante y, con indisimulado orgullo, lo grad¨²an en conocimientos geogr¨¢ficos. Le obsequian con esas habitaciones reci¨¦n salidas del horno -tras una reforma en profundidad del edificio antiguo- y disponen con todo mimo lo necesario para su buen cenar. Castell del Remei 1780, vino de autor, de preferencia sobre la mesa.

Se ve que el tiempo, en esta casa, da mucho juego. Los jardines invitan a un paseo matutino, en parte incomodado por el per¨ªmetro de una cancha de tenis en proyecto de ser trasladada a otro lugar. El rinc¨®n formado por la capilla y el nuevo edificio de habitaciones llama a la abstracci¨®n vespertina, despu¨¦s de una jornada repleta de im¨¢genes pirenaicas a bordo de los todoterreno que Joan Pallar¨¦s pone a disposici¨®n de cualquier hu¨¦sped con hambre de monta?a. No hay ¨¢ngulo ni arista sin el toque personal de la familia, a veces extremadamente barroco, siempre puntilloso en limpieza y blancura. De la pared cuelgan unos cuadros de dudoso gusto, pero el encanto de los detalles y la amplitud confortable de los salones y dormitorios compensan de sobra el d¨¦ficit art¨ªstico de la casa.

Cada uno de sus cuartos se identifica con alguno de los 20 manantiales existentes en la comarca: la Font Viva, la Font del Capell¨¤, la Font del Can¨¦, la Font de la Vila... Dif¨ªcil decidir. Aunque, si no se presenta la oportunidad de repetir estancia, mejor ser¨¢ instalarse en el edificio primitivo, con m¨¢s sabor a madera y una ambientaci¨®n ciertamente coqueta. Incluso si esta elecci¨®n implica renunciar a un desayuno soleado en la terraza de los nuevos dormitorios, con la visi¨®n del Alt Urgell hasta la ¨²ltima l¨ªnea del horizonte y alg¨²n libro interesante entre las manos, por ejemplo, Fusta de Boix, escrito por el abuelo Pallar¨¦s sobre la historia del establecimiento y las leyendas que perviven entre las monta?as circundantes. Una lectura para desear volver siempre al mismo lugar.