Castro justifica la oleada represiva como un intento de frenar "la agresi¨®n de EE UU"
La disidencia cree que las ejecuciones y detenciones son una prueba de la debilidad del r¨¦gimen
Los acontecimientos en Cuba se suceden a ritmos vertiginosos. En menos de un mes, 75 opositores acusados de "conspirar" con EE UU han sido detenidos, sometidos a procesos sumar¨ªsimos y condenados a penas que oscilan entre los 6 y los 28 a?os de c¨¢rcel. En el mismo espacio de tiempo se han producido dos secuestros de aviones, uno de una lancha -abortado por la polic¨ªa- y otro intento m¨¢s de tomar por la fuerza una aeronave, desarticulado el jueves. El juicio contra los 11 secuestradores del ferry comenz¨® el 5 de abril: seis d¨ªas despu¨¦s, los tres cabecillas eran fusilados.
La ejecuci¨®n de Lorenzo Copello, de 31 a?os; B¨¢rbaro Leodanis Sevilla, de 21, y Jorge Luis Mart¨ªnez ha sido el ¨²ltimo, m¨¢s crudo y evidente episodio de la vuelta de tuerca que tiene lugar en la isla estos d¨ªas.
Los tres cubanos formaban parte de un grupo de 11 personas que el 2 de abril secuestraron una lancha con el prop¨®sito de llegar a EE UU. En el remolcador, que realizaba el trayecto entre La Habana Vieja y el cercano poblado de Regla, viajaban 50 personas que fueron tomadas de rehenes. Al quedarse sin combustible, la lancha fue remolcada hasta el puerto del Mariel y all¨ª los secuestradores, armados con pistolas y cuchillos, amenazaron con matar a varios rehenes si no se les dejaba seguir viaje. Despu¨¦s de 38 horas de tensi¨®n, el secuestro se resolvi¨® sin heridos gracias a dos turistas francesas que se lanzaron al mar y permitieron a la polic¨ªa controlar la situaci¨®n.
El 5 de abril los secuestradores fueron llevados a juicio y tres d¨ªas despu¨¦s el Tribunal Provincial de La Habana dict¨® sentencia: tres penas de muerte, cuatro cadenas perpetuas, una sanci¨®n a 30 a?os de privaci¨®n de libertad, y tres mujeres condenadas a 2, 3 y 5 a?os de c¨¢rcel. El mi¨¦rcoles el Tribunal Supremo ratific¨® las penas de muerte y un d¨ªa despu¨¦s hizo lo propio el Consejo de Estado, bajo la presidencia de Fidel Castro.
El Consejo de Estado argument¨® su rechazo a conmutar las penas capitales en la "gravedad de los hechos" y en "los peligros potenciales que implicaban no s¨®lo para la vida de numerosas personas inocentes, sino tambi¨¦n para la seguridad del pa¨ªs", seg¨²n La Habana, "sometido a un plan siniestro de provocaciones fraguado por los sectores m¨¢s extremistas del Gobierno de EE UU y sus aliados de la mafia terrorista de Miami con el ¨²nico prop¨®sito de crear condiciones y pretextos para agredir a nuestra patria".
Prop¨®sito ejemplarizante
Tanto en los juicios contra los disidentes como en el proceso sumar¨ªsimo contra los secuestradores, las autoridades cubanas han esgrimido argumentos de "seguridad nacional". En ambos casos, seg¨²n la tesis oficial, la creciente hostilidad del Gobierno de Estados Unidos es lo que habr¨ªa provocado este endurecimiento para evitar males mayores.
Los disidentes habr¨ªan ca¨ªdo para evitar que cuajen los "planes" de Washington de formar "una quinta columna" capaz de desestabilizar la revoluci¨®n y de "subvertir el orden interno". Las ejecuciones sumar¨ªsimas de los tres principales secuestradores de la lancha Baragua tendr¨ªan un prop¨®sito ejemplarizante: para evitar que en el futuro otros cubanos intenten desviar por la fuerza naves y aviones hacia Miami, estimulados por la pol¨ªtica de bienvenida que durante 40 a?os les ha dado EE UU, con la pretensi¨®n de provocar inseguridad y caos dentro de la isla.
Sin embargo, seg¨²n disidentes y diplom¨¢ticos, esta tesis no se sostiene. "En todos los casos, las penas son desmedidas. El secuestro de la lancha Baragua, aunque fue violento, se resolvi¨® sin heridos. Y lo m¨¢s que pudieron demostrar las autoridades en el caso de los disidentes es que recib¨ªan peque?as sumas de dinero de organizaciones anticastristas o vinculadas al Gobierno norteamericano, que enviaban noticias cr¨ªticas a medios extranjeros o que se reun¨ªan en casa del jefe de la Secci¨®n de Intereses de EE UU en La Habana, James Cason", se?ala un diplom¨¢tico europeo.
"Lo sucedido es una muestra de preocupaci¨®n del Gobierno, un Gobierno que se siente fuerte no act¨²a de este modo", opina el disidente Elizardo S¨¢nchez. Para ¨¦l est¨¢ claro que el Gobierno de Castro lo que ha hecho es "dar la cl¨¢sica patada encima de la mesa", un "aqu¨ª mando yo, cojones".
"El mensaje es claro: que se aliste todo el mundo, dentro y fuera, porque aqu¨ª no vamos a permitir que se mueva un alpiste. Y nos da lo mismo lo que pueda pensar, hacer o decir la Uni¨®n Europea, Espa?a, la Unesco o la ONU", afirma otro opositor.
Para Fidel Castro, el endurecimiento y el ritmo vertiginoso de los acontecimientos no es expresi¨®n de debilidad ni de temor a perder el control interno, sino que su pa¨ªs est¨¢ ante una escalada de "provocaciones" de Washington y debe defenderse. "Ahora estamos enfrascados en esta batalla contra las provocaciones que pretenden conducir a un conflicto y a una agresi¨®n militar de EE UU", dijo el viernes en un discurso. Y apostill¨®: "Vamos a ver c¨®mo termina esa batalla... Si hacen una guerra contra nosotros, se equivocan... porque venimos desde hace mucho rato estudiando cada guerra, cada tecnolog¨ªa, cada cosa de lo que hay que hacer".
El papel clave de los infiltrados
En los cen¨¢culos y jardines diplom¨¢ticos de La Habana, y en las oficinas de los periodistas extranjeros, se supon¨ªa: la disidencia cubana estaba penetrada hasta el tu¨¦tano por la polic¨ªa. Los activistas de derechos humanos y opositores m¨¢s veteranos, como Elizardo S¨¢nchez o Vladimiro Roca, lo admit¨ªan en privado: los l¨ªderes de varios grupos anticastristas y algunos de sus colaboradores pod¨ªan ser agentes de la Seguridad del Estado. Sin embargo, una cosa es creer o suponer, y otra muy distinta, ver.
El jueves pasado, nueve informantes del Ministerio del Interior que durante a?os simularon ser opositores al r¨¦gimen fueron presentados como h¨¦roes en sus barrios y en televisi¨®n. Los Comit¨¦s de Defensa de la Revoluci¨®n, de los que muchos hab¨ªan sido expulsados, los nombraron miembros de honor o les hicieron reconocimientos p¨²blicos, obsequi¨¢ndoles calurosos ep¨ªtetos patri¨®ticos.
Uno de los agentes destapados, Manuel David Orrio, Miguel para la Seguridad del Estado, llam¨® a la oficina de EL PA?S en La Habana el 14 de marzo para convocar a este corresponsal a un Taller Nacional de ?tica Period¨ªstica que se estaba celebrando en ese instante en la residencia particular del jefe de la Secci¨®n de Intereses de EE UU en Cuba, James Cason. En aquel entonces, todav¨ªa Orrio era presidente de la ilegal Federaci¨®n de Periodistas Cubanos. En el comedor de la casa de Cason, alrededor de una gigantesca mesa, hab¨ªa sentadas una treintena de personas, entre ellas N¨¦stor Baguer, fundador de la Asociaci¨®n de Periodistas Independientes de Cuba, que critic¨® duramente al r¨¦gimen.
El pasado 4 de abril, el agente Miguel fue testigo de la acusaci¨®n en el juicio contra el poeta y periodista Ra¨²l Rivero, condenado a 20 a?os de c¨¢rcel. En la vista se exhibi¨® un v¨ªdeo en el que Baguer, de 81 a?os, descubri¨® su verdadera personalidad: el agente Octavio, colaborador de la Seguridad del Estado desde 1960. Baguer y Orrio declararon que los periodistas independientes eran en realidad "mercenarios" y "vendepatrias" que cobraban para "desprestigiar" a la revoluci¨®n.
Durante los 29 juicios contra 75 opositores que se celebraron entre el 3 y el 7 de abril declararon una decena de agentes de la Seguridad del Estado infiltrados en los grupos disidentes. Seg¨²n Orrio, los aut¨¦nticos opositores ahora est¨¢n desconcertados: "Est¨¢n terriblemente confundidos porque no saben cu¨¢ntos Octavios hay, y no lo van a saber".
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