La escalofriante responsabilidad de la riqueza
Me llam¨® la atenci¨®n esta frase, en un libro sobre la globalizaci¨®n de Alessandro Barico. Next es una obra pol¨¦mica que indaga en algunos de los temas clave de nuestro tiempo. La globalizaci¨®n produce riqueza, pero la distribuye mal, dice Barico, y, en el otro extremo, "para los pobres del planeta un peque?o incremento de su renta es una enorme oportunidad". Con una sencillez desarmante se desvela, as¨ª, el nuevo marco de relaciones en el que se plantea uno de esos conflictos esenciales de las sociedades humanas, la relaci¨®n entre la pobreza y la riqueza.
En nuestros d¨ªas, la responsabilidad de los ricos es "escalofriante", concluye el escritor italiano, m¨¢s que en ninguna otra ¨¦poca de la historia, podr¨ªamos a?adir. Claro que los ricos pueden mirar para otro lado, ignorar o desde?ar los peligros para su fortuna personal y la de sus hijos, distanciarse de las desgracias y las cat¨¢strofes del mundo, como si no fueran con ellos. O como si no fuera con nosotros, porque ?qui¨¦nes son los ricos? ?Son individuos como usted o como yo, que vivimos relativamente bien en la sociedad opulenta? Digo relativamente bien y otros pensar¨¢n que me quedo muy corto. Y es que en esto de la riqueza, como de la pobreza, todo es muy relativo. Los ricos son siempre los otros, pues parece que la tendencia m¨¢s com¨²n es medirse con el que tiene m¨¢s que nosotros... Adem¨¢s, hay que reconocer la existencia de un prejuicio muy arraigado contra los ricos, as¨ª, en general, como gente ego¨ªsta y despreocupada Y como cualquier prejuicio, al no discriminar, es injusto, aunque desvele una situaci¨®n de enfrentamiento y de conflicto que viene de lejos. Pero no parece recomendable hurgar en esa herida cuando lo que se pretende aqu¨ª y ahora es justamente lo contrario. Por eso, por todas esas dudas y malentendidos, prefiero hablar de riqueza que de ricos.
En esta perspectiva, la riqueza no es un jard¨ªn privado y lejano, sino que es un espacio en el que, en distintos niveles, entramos muchos; porque, de esta forma, la riqueza engloba muchas cosas: dinero, inversiones, conocimientos, empresas, fundaciones, poder, tecnolog¨ªa, pa¨ªses ricos y pa¨ªses pobres; en ese concepto entramos tambien usted y yo, preocupados por comprarnos un nuevo coche, por adquirir el ¨²ltimo modelo de tel¨¦fono m¨®vil, DVD, cine en casa, cadena de m¨²sica, etc¨¦tera. Uno a uno, los que componen ese grupo, esa, en definitiva, clase social, tiene una responsabilidad de car¨¢cter individual, pero, y vuelvo a la idea de Baricco, puede producir escalofr¨ªos pensar en el tremendo compromiso de esa riqueza colectiva para hacer frente al compromiso hist¨®rico de la globalizaci¨®n.
Porque, y aqu¨ª es donde quer¨ªa llegar lo antes posible, sin la colaboraci¨®n de todo eso que hemos llamado riqueza los problemas sociales que generan los procesos de internacionalizaci¨®n de los mercados o que afloran con ellos, no se podr¨¢n acometer con visos de soluci¨®n viable y realista. ?No fue as¨ª como lo entendi¨® Lula cuando acudi¨® a Davos despu¨¦s de intervenir en el Foro de Portoalegre? Los elementos m¨¢s radicales del PT le recriminaron por acercarse a la cumbre del capitalismo; pero Lula, comprometido hasta la m¨¦dula en la lucha contra la pobreza en su pa¨ªs, consider¨®, probablemente, que no hab¨ªa otra soluci¨®n posible y cre¨ªble. Portoalegre es muy importante, pero no es suficiente. Hay razones para pensar que sin las miles de iniciativas individuales y sociales que clamaban por la justicia y los derechos humanos en la ciudad brasile?a no llegar¨ªa nunca a tener alma... Pero tambi¨¦n las hay para creer que sin la colaboraci¨®n de lo que Davos representa, los problemas de la pobreza no podr¨¢n llegar nunca a entrar en v¨ªas de soluci¨®n.
Ante este planteamiento, las ideas y los proyectos que representan Davos y Portoalegre podr¨ªamos decir, en abstracto, fuera del tiempo y de las circunstancias reales, que, en buena l¨®gica, se necesitan y se complementan. Pero lo cierto es que las cosas de la vida real no son tan claras, responden a una "l¨®gica" distinta, y lo mismo que existen v¨ªas de encuentro y de di¨¢logo posibles y tangibles, se observan motivos de desconfianza, desencuentro y enfrentamiento. Factores, parece que inevitables, del mundo real en el que vivimos. Ambas iniciativas, la del "c¨®nclave" de la ¨¦lite financiera y la del de la ?lite social, nacen de una nueva percepci¨®n del mundo: interconectado, interdependiente; tienen, pues, una base com¨²n de la que parten, pero, al mismo tiempo, son la representaci¨®n dual del nuevo marco en el que se relacionan la riqueza y la pobreza, respuesta y expresi¨®n de los avances tecnol¨®gicos, de la sociedad del conocimiento y del saber, de nuevos valores sociales, de nuevas formas de crear riqueza, y, tambi¨¦n, nuevas formas de distribuirla.
Si en este nuevo escenario, como ya se ha advertido, la riqueza adquiere (o le atribuimos) una mayor responsabilidad, y la injusticia y la gravedad de la pobreza se hacen m¨¢s visibles, m¨¢s evidentes, la pregunta surge por s¨ª sola: ?d¨®nde y ante qui¨¦n colocamos esa responsabilidad? Lo primero, dir¨ªamos, ante s¨ª misma, ante su propio sentido de la supervivencia, ante su propia conciencia, si as¨ª lo queremos, pero, sobre todo, ante la sociedad, ante el mundo y su futuro. Esta apelaci¨®n gen¨¦rica a la riqueza puede y debe, para no quedar en el limbo donde nadie se encuentra, cifrarse en nombres y apellidos concretos (el suyo, el m¨ªo, el de grandes empresarios, el de los mutimillonarios de las listas de Forbes, el de los Estados y las sociedades m¨¢s avanzadas...). Algunos lo podr¨¢n ver como una carga, como un peso inmerecido, pero que la fuerza de las circunstancias obliga como una necesidad no deseada. Otros quiz¨¢s lo vean, lo veamos, de una forma polarmente distinta.
Hay, adem¨¢s, otro enfoque posible, m¨¢s leve, m¨¢s fluido, que tiene que ver con una visi¨®n inmaterial de la felicidad y de la vida, una vida que es corta: "Un hombre, despu¨¦s de barrer el polvo y las astillas de su vida, tiene que enfrentarse tan s¨®lo a estas duras y escuetas preguntas: ?fue mi vida buena o mala? ?he hecho bien o mal" (Steinbeck). Comprendo que esta ser¨ªa una conclusi¨®n moral, discutible, y de resultados ambivalentes. Pero, a mi juicio, es la m¨¢s s¨®lida, la m¨¢s fuerte, la que deber¨ªa valer... Si no fuera as¨ª, tras el 11-S habr¨ªa triunfado la lecci¨®n del miedo, del riesgo, de la supervivencia... Y deber¨ªamos pensar en algo m¨¢s, m¨¢s digno, m¨¢s "humano". ?Es posible?
Antonio S¨¢enz de Miera es autor de La responsabilidad global de la riqueza.
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