"Nadie ha jugado como el Atleti del 62"
Mendoza y Griffa, dos de sus s¨ªmbolos, destacan la gran calidad y el ritmo vertiginoso del equipo campe¨®n de la Recopa
Antes, mucho antes, de que los gritos de "?torero!, ?torero!" aplicados a los futbolistas se popularizaran y, por tanto, se devaluasen, Jorge Mendoza sali¨® del estadio Metropolitano, hoy desaparecido, a hombros de los aficionados. Un caso ins¨®lito. El reconocimiento enfervorizado al matador de un Dinamo de Zagreb que, aunque fiero, fue abatido por el Atl¨¦tico por 4-0. Aquella noche de 1965, el delantero angole?o (Luanda, 1939) se adorn¨® por ver¨®nicas, marc¨® tres goles -el ¨²ltimo, tras eludir a medio equipo contrario- y regal¨® otro a Luis. "?El rival? Mendoza y diez m¨¢s", enfatiz¨® el admirado entrenador del conjunto croata.
"Mendoza era espectacular. Si hubiera puesto toda la carne en el asador, habr¨ªa sido lo m¨¢ximo. Pero jugaba muchas veces al 50% de sus posibilidades. Si incluso as¨ª era fant¨¢stico, ?qu¨¦ habr¨ªa sido de esforzarse m¨¢s? Era un superdotado. No hab¨ªa quien le quitase el bal¨®n. Cabeceaba como los dioses y disparaba con los dos pies como quer¨ªa. Era todo elasticidad y elegancia en el toque, pura plasticidad. Y desequilibrante. Por su estatura [1,85 metros], no ten¨ªa demasiada explosividad y le faltaba un punto de velocidad. Con esas cualidades ya habr¨ªa sido el no va m¨¢s. Como los genios, despertaba pasiones. Por eso nuestros hinchas tambi¨¦n le quisieron pegar alg¨²n d¨ªa desafortunado". Quien se deshace en elogios de su antiguo compa?ero es Jorge Griffa, argentino (Rosario, 1936), el defensa central rojiblanco de aquella ¨¦poca, el responsable actual de la cantera del Boca Juniors, en conversaci¨®n telef¨®nica desde su despacho bonaerense.
Mendoza: "Ahora se dice de alg¨²n conjunto que juega un f¨²tbol de otra galaxia, pero cualquiera de aquellos jugadores sobresaldr¨ªa en ¨¦l"
Griffa: Mendoza era espectacular. Si hubiera puesto toda la carne en el asador, habr¨ªa sido lo m¨¢ximo. Como los genios, despertaba pasiones"
"Muchas gracias", responde con una sonrisa Mendoza en la sala de reuniones de la embajada de Angola en Madrid, en la que dirige el ¨¢rea deportiva y ahora anda organizando el primer Mundialito de la Inmigraci¨®n, cuando se le plantea que, para muchos de sus seguidores, ha sido posiblemente el mejor jugador, el de m¨¢s clase, de la historia del Atl¨¦tico. "S¨ª, ten¨ªa un regate f¨¢cil", comenta con modestia. Pero enseguida matiza con tono reivindicativo: "No es cierto que no me entregase a fondo. Si por mi estilo parec¨ªa lento, que no ap¨¢tico, era porque me mov¨ªa en una delantera de v¨¦rtigo. Y, adem¨¢s, en much¨ªsimas ocasiones actu¨¦ en precarias condiciones f¨ªsicas, obligado por las necesidades del club. Los jugadores de entonces no ten¨ªamos tanta fuerza como los de ahora para negarnos a hacerlo en esas circunstancias. Incluso el cuadro m¨¦dico no se comportaba siempre con la ¨¦tica debida. Por a?adidura, y por desgracia para m¨ª se tard¨® mucho en descubrirla, padec¨ªa una insuficiencia hep¨¢tica que contribu¨ªa a que me lesionara con frecuencia. Pero, aun no estando bien, deb¨ªa saltar al c¨¦sped".
Al tapiz, sobre el que le esperaban implacables defensas dispuestos a todo -"me han dado mucha le?a", resume- para impedir que les dejara en evidencia. Y menos mal que enfrente no ten¨ªa a Griffa m¨¢s que en los entrenamientos. "No los distingu¨ªa de los partidos. Siempre se empleaba a fondo. No se tomaba nada en broma. Digamos que era... muy profesional. Y, s¨ª, era duro, pero ahora hay tambi¨¦n cada angelito que...", dice de ¨¦l Mendoza con cari?o.
"?Noble? Por supuesto que s¨ª. ?Duro? No, no; tremendamente duro. Adem¨¢s, impresionaba por mi altura [1,81 metros]", dice de s¨ª mismo Griffa, que se lamenta de sus muchas expulsiones, pero que advierte de que nunca lesion¨® a nadie y que, en cambio, ¨¦l se lastim¨® numerosas veces por lo que se arriesgaba en sus entradas "casi suicidas". "Para m¨ª, la pelota era la billetera", explica; "si alguien me la robaba, le persegu¨ªa hasta debajo de la cama". "Era muy eficaz", concluye.
Mendoza y Griffa, dos estandartes, el ofensivo y el defensivo, el creador y el destructor, de un Atl¨¦tico realmente grande, "una maravilla": campe¨®n de la Copa en 1960, 1961 y 1965, de la Recopa en 1962 y de la Liga en 1966. Lo parad¨®jico es que el primero, natural de una colonia portuguesa, no llegase a la selecci¨®n de su pa¨ªs. Un runr¨²n apuntaba a que el gran Eusebio, La Pantera Negra, le vet¨® por celos: "En absoluto", lo desmiente Mendoza; "¨¦ramos amigos. Incluso quiso que me incorporase a su club, el Benfica. Y, en una mala etapa suya all¨ª, tambi¨¦n yo medi¨¦ para que se viniera al Atl¨¦tico. Lo que sucedi¨® es que me negu¨¦ a hacer el servicio militar y se me declar¨® pr¨®fugo. Yo no pod¨ªa ir a Portugal, cuyas autoridades hasta me invalidaron la documentaci¨®n".
- El fichaje
Griffa. [1959] Tras ganar con Argentina el Campeonato de Suram¨¦rica, un intermediario, Arturo Boghossian, me ofreci¨® ir a Espa?a, al Barcelona. Era un salto trascendental desde un club chico como el Newell's Old Boys, de Rosario. Y, de golpe y porrazo, aparec¨ª en el Atl¨¦tico. Encantado.
Mendoza. [1958] Del Sporting de Braga me fui con mi hermano, Fernando, a reforzar al Deportivo, en peligro de bajar de Segunda a Tercera. Y antes de terminar la temporada Fernando Daucik, el entrenador del Atl¨¦tico, habl¨® con mi padre y me contrat¨®.
- La primera ficha anual
G. Surgi¨® un problema econ¨®mico con el Newell's. Quer¨ªa que el Atl¨¦tico le diese m¨¢s. El asunto lo resolv¨ª yo descont¨¢ndome el dinero que faltaba. En mi primera temporada iba a ganar 250.000 pesetas y s¨®lo gan¨¦ 125.000. La mensualidad era de unas 4.000, con las que me pagaba la pensi¨®n de do?a Sofi, en la que coincid¨ª con Alvarito, Calleja... Por entonces, un buen piso en Madrid costaba unas 200.000. No me lo compr¨¦. Incluso tard¨¦ bastante en tener coche, un Seat 600. Como los compa?eros me llevaban en los suyos...
M. 200.000 o 300.000 pesetas.
- El once base entre 1960 y 1966: Madinabeytia; Rivilla, Griffa, Calleja; Ramiro, Glar¨ªa; Jones (despu¨¦s, Ufarte), Adelardo (Luis), Mendoza, Peir¨® (Adelardo) y Collar. La Recopa del 62.
G. Todos ser¨ªan hoy internacionales. En el curso 61-62, cuando nos impusimos en la final de la Recopa al Fiorentina, con Jos¨¦ Villalonga, un gran t¨¦cnico y un gran preparador f¨ªsico, al frente, hicimos el mejor f¨²tbol que he visto en mi vida. Al menos durante seis meses, jugamos con tal precisi¨®n y velocidad, con tal aptitud, con tal est¨ªmulo... Algo imposible de superar. Ni por el Ajax de Cruyff, en los 70, ni por nadie. Peir¨® y Collar, delante, eran rapid¨ªsimos. En la media, el brasile?o Ramiro y Glar¨ªa parec¨ªan lentos, pero pensaban las jugadas deprisa y mov¨ªan el bal¨®n con claridad.
M. Formamos un equipo muy bueno y la campa?a de la Recopa fue magistral. Llegamos a un nivel inigualable. Ahora se dice de alg¨²n equipo que juega un f¨²tbol de otra galaxia, pero cualquiera de aquellos jugadores sobresaldr¨ªa en ¨¦l.
- Las Copas ganadas al Madrid de Di St¨¦fano, Puskas y Gento en el estadio Bernab¨¦u en 1960 (1-3) y 1961 (2-3)
G. La primera me la perd¨ª porque en las semifinales tuve un... desequilibrio emocional y agred¨ª a Pahuet, del Elche, cuando venc¨ªamos por goleada. Reaccion¨¦ mal ante una plancha suya. Si hubiera tenido un rev¨®lver, me habr¨ªa pegado un tiro. La segunda, no. En los ¨²ltimos minutos, Di St¨¦fano, que nunca hab¨ªa ganado ese torneo, me dec¨ªa cariacontecido: "?Ser¨¢ posible que perdamos de nuevo?". Yo me regodeaba: "Pues s¨ª, Pelao; est¨¢is listos. Y van dos". El club nos dio 50.000 pesetas de prima.
M. No estuve en la primera porque todav¨ªa no me hab¨ªa nacionalizado espa?ol y los extranjeros no pod¨ªan entonces disputar ese trofeo. En la segunda, s¨ª. Uno de mis mejores recuerdos. Vencer al Madrid y en su terreno ten¨ªa un sabor especial. Encima, logr¨¦ un gol. ?Que yo era muy sobrio festejando mis tantos? Bueno, me limitaba a levantar un brazo. Pero con el pu?o abierto, eh; nada de black power. Entonces ¨¦ramos as¨ª. Los de penalti casi ni se celebraban. Ahora se montan unos numeritos que... No es que yo los critique, pero no van con mi esquema. Y eso que algunos son originales y graciosos. Es el show televisivo. Hay que venderlo todo.
- Frente a Di St¨¦fano
G. No planificaba nada. Segu¨ªa mi instinto. Procuraba imponerme a ¨¦l f¨ªsicamente. Yo me dec¨ªa: "Si coge la pelota, me lo va a complicar". Entonces, intentaba anticiparme a ¨¦l y le entraba con vigor para que supiera que ten¨ªa a alguien enfrente. ?l era algo gru?¨®n y se iba envenenando. A menudo, cambiaba de territorio, se bajaba a la l¨ªnea medular... Pero yo le esperaba en alerta permanente.
- Frente a Santamar¨ªa
M. Un central fuera de serie, un adversario muy dif¨ªcil. Superarle era todo un reto. Yo me val¨ªa de mi t¨¦cnica y de mi corpulencia, aunque ¨¦l tambi¨¦n era alto, as¨ª como de su poca flexibilidad. ?Si se enfadaba mucho si le dejaba atr¨¢s? Era callado, nada provocador.
- La pasi¨®n de los seguidores
G. Igual que la de ahora. Los latinos somos muy impulsivos.
M. Ahora hay m¨¢s juventud en las gradas y es m¨¢s ruidosa. Los grupos extremistas no exist¨ªan entonces. El comportamiento era m¨¢s moderado. Ahora se confunden los t¨¦rminos. Algunos no van a los estadios a ver f¨²tbol, sino a reivindicar otras cosas.
- La celebraci¨®n de los ¨¦xitos
G y M. Fundamentalmente, con comilonas.
- La camarader¨ªa y la bohemia
G. Era otro tiempo. Hoy parece que los afectos se pierden mucho m¨¢s a medida que se sube de categor¨ªa. Nosotros nos llev¨¢bamos muy bien. Nos pon¨ªamos motes. A San Rom¨¢n le llam¨¢bamos Elefante; a Mendoza, Gostoso, en portugu¨¦s, por su buen gusto con el bal¨®n; a Calleja, Chato, por su prominente nariz; a m¨ª me dec¨ªan Camello porque era algo desgarbado. El que fu¨¦ramos m¨¢s o menos juerguistas depend¨ªa de la idiosincrasia de cada cual. Algunos, como Mendoza y yo, cuando nos ¨ªbamos por ah¨ª, dec¨ªamos que est¨¢bamos de cumplea?os. Pero no nos pas¨¢bamos. Incluso Calleja, que es como mi hermano, nos impon¨ªa una pena de dos semanas sin salir, sin diversi¨®n alguna, cuando perd¨ªamos un partido importante.
M. Hab¨ªa un ambiente muy familiar entre nosotros. Algunos matrimonios sal¨ªamos juntos. Incluso compart¨ªamos las vacaciones. Con Glar¨ªa, con San Rom¨¢n... Collar y yo seguimos siendo grandes amigos. ?De farra? ?Qu¨¦ si uno de nosotros se escap¨® una vez con una vedette? Puede ser. Los directivos tampoco nos daban buenos ejemplos, eh. Lo que s¨ª recuerdo fue algo tan inocente como que, estando concentrados en El Plant¨ªo y aprovechando que Daucik se iba a jugar a las cartas, je, je..., con una familia de un chalet cercano, nos vinimos con los coches a Madrid, al cine. Los jugadores de ahora tambi¨¦n tienen sus cosas. Eso s¨ª, quiz¨¢ sean m¨¢s prudentes porque est¨¢n m¨¢s vigilados. Pero, conste, tambi¨¦n nosotros ¨¦ramos buenos profesionales. ?Que me fui a Braga en v¨ªsperas de un partido de la Copa de Europa contra el Madrid? Un tema privado que no admit¨ªa dilaci¨®n y del que el club estaba perfectamente informado.
- Las relaciones con los madridistas
G. Con Rial me reun¨ªa a tomar caf¨¦. Aunque en el terreno nos pusi¨¦ramos caras de perros y nos ladr¨¢semos, hab¨ªa familiaridad. Puskas era un tipo formidable.
M. Buenas. Coincid¨ªamos con Pach¨ªn, Marquitos, Amancio..., nos beb¨ªamos unas copas y nos olvid¨¢bamos de la tensi¨®n.
- Muchos t¨ªtulos, pero s¨®lo una Liga
G. Casi siempre estuvimos ah¨ª, pegados al Madrid o al Barcelona. Eran magn¨ªficos, pero no nos quitaban el sue?o. Al Madrid, por ejemplo, le ganamos m¨¢s veces de las que perdimos con ¨¦l. Los enfrentamientos directos nos ven¨ªan mejor. Por eso, s¨ª, ¨¦ramos m¨¢s coperos. Sin soberbia, con naturalidad, nos dec¨ªamos: "?Cu¨¢ntos goles vamos a meterles a ¨¦stos?". ??nicamente una Liga? Quiz¨¢ porque, aparte de un buen equipo, un club debe tener una buena estructura y apenas era entonces cuando el Atl¨¦tico, con menos potencial financiero, reci¨¦n hab¨ªa comenzado a armarse, a crecer dentro y fuera del campo, a acostumbrarse a la gran competencia... La ganamos, en 1966, superando (0-2) al Espa-nyol en Sarri¨¤ en la ¨²ltima jornada. Ufarte marc¨® el primer gol y yo, a pase de Jones, el segundo. Antes, viendo tanto seguidor rojiblanco en el estadio, pregunt¨¦ a Glar¨ªa: "Si perdemos, ?c¨®mo vamos a salir de aqu¨ª". "?Corridos a hostias", me respondi¨®.
M. Tal vez nuestra plantilla no estuviera equilibrada y lo acus¨¢ramos en los torneos largos. Salvo excepciones, hab¨ªa cierta diferencia entre titulares y suplentes. Si nos carg¨¢bamos de lesionados...
- Un lunar (1963-64): algunos jugadores en rebeld¨ªa por motivos econ¨®micos y la amenaza del descenso
G. Lo pasamos muy mal, pero nos salvamos. El Madrid nos cedi¨® a Grosso. ?l y yo, con un gol cada uno, dimos la vuelta a un choque decisivo con el Murcia.
M. S¨ª, estuvimos en rebeld¨ªa varios meses. Est¨¢bamos descontentos porque el club nos deb¨ªa mucho dinero y no encontraba soluciones porque no ten¨ªa cr¨¦dito entre los bancos. Fue casi una actitud colegiada, pero el plante lo protagonizamos unos pocos: Collar, yo mismo... La afici¨®n nos consider¨® unos traidores. Estaba mal informada porque la directiva manipul¨® la cuesti¨®n ante los medios de comunicaci¨®n. La culpable fue ella. Nosotros fuimos las v¨ªctimas.
- Man¨ªas y supersticiones
G. Ninguna.
M. Ninguna. ?Que siempre jugaba con una rodillera en la pierna derecha? Era algo obligado. En Lisboa, a los 11 a?os, intentando escaparme de mi madre, que quer¨ªa sacudirme por una travesura, me golpe¨¦ contra una esquina de una cama. La contusi¨®n da?¨® el cart¨ªlago y se me produjo una osteocondritis disecante, una degeneraci¨®n ¨®sea. Era un proceso irreversible, pero, acaso por mi edad, tuve mucha suerte.
- El traspaso
G. [1969] Como dice el tango, "la plata, como la vida, parece que no se acaba y, en una vuelta de taba, t'encontr¨¢s que ya no hay m¨¢s". Enferm¨¦ de hepatitis, como mi mujer. Y, ya con 32 a?os, el Atl¨¦tico no me renov¨® el contrato. Fue muy doloroso. Por lo futbol¨ªstico, porque antes hab¨ªa rechazado proposiciones del Boca Juniors y el Madrid -a Pepe Samitier, el secretario t¨¦cnico de los blancos, le dije que me perdonase, pero que c¨®mo iba a cruzarme de acera para tirar ladrillos contra mi casa-. Y por lo psicol¨®gico, porque no sab¨ªa si me hab¨ªa curado del todo. Afortunadamente, el Espanyol, en Segunda, me tendi¨® una mano. Subimos a Primera de inmediato y se me pas¨® la tristeza.
M. [1967] Mi traspaso al Barcelona fue una sorpresa. Me llam¨® a su casa Vicente Calder¨®n, el presidente, y all¨ª estaba Enric Llaudet, el del Bar?a, que debi¨® de pagar 15 millones de pesetas por m¨ª. Cambiar de aires me atrajo y, deportivamente, me fue bien. Pero luego surgieron problemas personales entre el nuevo dirigente, Narc¨ªs de Carreras, y yo y acab¨¦ y¨¦ndome al Mallorca.
- La fundaci¨®n de la Asociaci¨®n de Futbolistas Espa?oles (AFE)
M. Advert¨ª al presidente del club balear de que ya pensaba en retirarme y no sab¨ªa si aguantar¨ªa todo el a?o. ?sas fueron mis condiciones para firmar. Me fi¨¦ de su palabra, pero me la neg¨® al ir a rescindir el contrato. Aquel pleito m¨ªo ante la Magistratura del Trabajo, el primero de un jugador y... ganado, sent¨® jurisprudencia y supuso los cimientos de la AFE, que nunca ha tenido un gesto hacia m¨ª cuando si existe es porque yo d¨ª la cara por todos.
- La ¨²ltima ficha anual
G. Unas 425.000 pesetas.
M. Rozaba el mill¨®n. Yo era uno de los privilegiados.
- La trayectoria tras la retirada
G. Regres¨¦ a Argentina, compr¨¦ unos terrenos a 90 kil¨®metros de Rosario y me dediqu¨¦ a la agricultura y la ganader¨ªa. Despu¨¦s, un cami¨®n me atropell¨® y me rompi¨® la pelvis: 70 d¨ªas enyesado. Al recobrarme, me llam¨® el presidente de mi primer club, el Newell's. Trabaj¨¦ muchos a?os con sus juveniles y volvimos a ganar t¨ªtulos. No me entend¨ª luego con el nuevo dirigente y en 1995 me fui al Boca Juniors, en el que sigo con la cantera: seis divisiones, 200 muchachos.
M. Al principio, me volqu¨¦ en una empresa de limpieza que hab¨ªa montado. Despu¨¦s pas¨¦ algunos a?os en Francia, en La Fert¨¦-Mac¨¦, en Normand¨ªa, contratado por su Ayuntamiento para dirigir su f¨²tbol. Estudi¨¦ medicina deportiva, trabaj¨¦ en escuelas futbol¨ªsticas y campus... Finalmente, llevo siete a?os en la embajada de Angola como responsable de Deportes.
- Rojiblanquismo eterno
G y M. ?La final de la Copa de Europa de 1974, perdida ante el Bayern M¨²nich? Un berrinche. ?El descenso? Incre¨ªble, irreal.
- Jes¨²s Gil
G. No tengo suficiente conocimiento de causa para opinar.
M. No quiero enturbiar el clima festivo del centenario. Pero en este Atl¨¦tico faltan ideas, imaginaci¨®n. Se necesita gente m¨¢s id¨®nea para la transformaci¨®n que requiere el club para ser el que fue.
- El equipo actual: de Coloccini a Fernando Torres
G. No lo veo tanto como para enjuiciarlo. Pero conf¨ªo en Luis, en su gran car¨¢cter. ?Coloccini? Es bueno, pero en formaci¨®n.
M. No ha asimilado todav¨ªa la m¨¢xima categor¨ªa. Carece del ritmo adecuado, del exigible a todo un Atl¨¦tico. ?Torres? Tiene condiciones. ?Un crack? Ya se ver¨¢. Es muy dif¨ªcil llegar a la ¨¦lite y resistir en ella. Hoy se pretende hacer un crack de la noche a la ma?ana, en cuanto que uno da tres buenas patadas. Se le presiona demasiado, lo que le perjudica. Es joven e inmaduro en muchos aspectos. Por fortuna, parece que razona bien, que se da cuenta de qui¨¦n es, de d¨®nde est¨¢ situado, y que no se deja deslumbrar por las cr¨ªticas favorables.
- La evoluci¨®n del f¨²tbol: del marcaje al hombre a la zona. El espect¨¢culo.
G. Lo zonal acaba siempre en los mano a mano. El f¨²tbol es flexible y depende de las circunstancias, a las que hay que adaptarse. ?Mejor o peor espect¨¢culo? En mi ¨¦poca la t¨¦cnica era lo superlativo.
M. Tambi¨¦n entonces se jugaba por zonas o de forma mixta. Todo est¨¢ inventado. Se gira en torno a unas pocas variantes. ?Mejor o peor espect¨¢culo? Antes estaba en el propio f¨²tbol, en la t¨¦cnica de los jugadores, que ten¨ªan m¨¢s oportunidades para mostrarla. Ahora est¨¢ en lo que rodea al f¨²tbol. En el c¨¦sped s¨®lo se ve a atletas. Su preparaci¨®n es excepcional, pero la calidad del juego ha disminuido.
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