Planeta Beckham
Cada vez importa menos si el del Manchester es un buen o mal jugador; lo que trasciende es su calidad de icono mercantil
La consideraci¨®n de popballer, es decir, estrella pop y jugador de f¨²tbol, corresponde exclusivamente a David Beckham en estos d¨ªas. Hubo otro popballer legendario en los a?os 60, pero George Best lo fue en el aspecto m¨¢s sentimental del t¨¦rmino, como una expresi¨®n de los efervescentes d¨ªas que vivi¨® la juventud inglesa alrededor de la m¨²sica, el arte, la moda y todo lo que significara una idea de emancipaci¨®n generacional. Best fue el producto genial de un tiempo. Beckham es la consagraci¨®n de una industria que ha incorporado con eficacia el valor econ¨®mico de aquella explosi¨®n de creatividad. Su destino se escapa a la simple condici¨®n de futbolista, hasta el punto que cada vez importa menos si es un buen o un gran jugador. Hace tiempo que eso ha perdido importancia, porque el jugador David Beckham s¨®lo es una excusa para defender el jugoso negocio que se ha tejido a su alrededor. Claro que lanza unos centros excelentes y que sus tiros libres son espectaculares, pero eso cada vez significa menos en la carrera del chico que est¨¢ casado con una Spice Girl, que se satisface del tratamiento de estrella pop en el espumoso mundo de las celebridades y que dispone de los asesores que le recuerdan convenientemente su importancia en el negocio, pues lo que trasciende de Beckham es su calidad de icono mercantil.
El Madrid sostiene que el ¨¦xito deportivo no es tangible si no va seguido del econ¨®mico
Junto a Ronaldo es el rostro m¨¢s reconocible, parece sacado de un c¨®mic para adolescentes
Junto a Ronaldo es el rostro m¨¢s identificable del f¨²tbol. Y en ciertos lugares del planeta, Beckham funciona como la gran esperanza de un negocio que busca desesperadamente nuevos mercados. En Asia, por ejemplo, donde cerca de 1.700 millones de personas comienzan a acercarse a un fen¨®meno arraigado desde hace un siglo en Europa y Suram¨¦rica. En el extremo oriente Beckham responde, con su aire juvenil de cantante prefabricado, a los criterios que triunfan entre la juventud que se aproxima al f¨²tbol: parece sacado de un c¨®mic para adolescentes. Es all¨ª donde se pretende que la figura de Beckham alcance proporciones gigantes, y donde se ventile la hegemon¨ªa que permita a ciertas marcas, a ciertos clubes, a cierta industria, sacar ventaja definitiva sobre sus adversarios. Sucede que Beckham juega en el Manchester y que el Manchester es la principal caja registradora del f¨²tbol. Y sucede que el Real Madrid ha descubierto que no hay un ¨¦xito deportivo tangible si no est¨¢ acompa?ado del ¨¦xito econ¨®mico. Hasta puede ocurrir que el ¨¦xito econ¨®mico ampare al fracaso deportivo. No al rev¨¦s. Son las reglas del nuevo mercado del f¨²tbol y el presidente, Florentino P¨¦rez, lo sabe muy bien. Y tambi¨¦n sabe que ahora mismo el Real Madrid est¨¢ en condiciones de atacar el liderazgo del Manchester en el ¨¢mbito mercantil. No se ganan tres Copas de Europa y se ficha a Figo, Zidane y Ronaldo, no se genera, en definitiva, la idea de que el centro del universo del mundo est¨¢ en La Castellana para que el club admita la supremac¨ªa de un rival. Si ese rival es el Manchester, y si el Manchester depende en buena medida de la imagen de Beckham en unos cuantos rincones del planeta, la conclusi¨®n es que Beckham ser¨¢ el pr¨®ximo objetivo del Madrid.
En apariencia es una ecuaci¨®n muy sencilla, una suma por sustracci¨®n: lo que Beckham a?ade al Madrid se lo resta al Manchester. En t¨¦rminos mercantiles se trata de una ganancia doble, porque el club ingl¨¦s no tiene posibilidad alguna de sustituir a Beckham por algo parecido en el negocio. Si ese jugador existe, juega en el Madrid, el equipo de Ronaldo, Zidane, Figo, Ra¨²l y Roberto Carlos. Fuera del planeta blanco hay muy buenos jugadores, pero ninguna superestrella capaz de convocar la imaginaci¨®n popular. Aunque el Madrid niega cualquier contacto oficial con Beckham, todo encaja con la pol¨ªtica de Florentino P¨¦rez: un gran fichaje es mejor que tres buenos fichajes; un gran fichaje es mucho mejor si procede de los pocos clubes interpares -Figo, del Bar?a; Zidane, de la Juve; Ronaldo, del Inter-; un gran fichaje es, sobre todo, un factor de despegue econ¨®mico; un gran fichaje es necesariamente un jugador de ataque. Parece evidente que Beckham cumple con todas las condiciones requeridas para convertirse en el nuevo fichaje del Madrid.
?C¨®mo afectar¨ªa su llegada? Desde el punto de vista econ¨®mico, trasladar¨ªa al Madrid a una posici¨®n incontestable de liderazgo de imagen en el mundo del f¨²tbol. Probablemente ya lo es ahora, pero Beckham cerrar¨ªa definitivamente el c¨ªrculo. Ser¨ªa cosa de los gestores del club hilar tan fino como para no convertir el capital de imagen que a?ade Beckham en un gravamen para el valor de las otras estrellas. Pero finalmente el futbolista ingl¨¦s tendr¨¢ que jugar al f¨²tbol alg¨²n d¨ªa. ?Existen las mismas condiciones favorables en el terreno deportivo como en el econ¨®mico? No. Beckham pertenece a la categor¨ªa de fichajes nada prioritarios en el Madrid. Nada de lo que hace agrega un beneficio futbol¨ªstico. Para empezar es interior derecha, como Figo, el jugador favorito de Florentino P¨¦rez. Para algo fue instrumental en su victoria en las elecciones a la presidencia. Es cierto que Figo ha cumplido 30 a?os y no tiene ni la velocidad, ni el desborde, de sus mejores a?os, pero no es precisamente Beckham el jugador que puede resolver esos problemas. Tiene menos velocidad y menos desborde que Figo.
Por sus caracter¨ªsticas, hay alguna posibilidad de ubicarle como medio centro. Es un gran pasador, no cabe duda. Y no s¨®lo en largo: juega bien y es muy r¨¢pido a un toque. El problema es que Guti puede jugar mejor y con m¨¢s vuelo en esa posici¨®n, y la realidad es que Guti sigue siendo un recurso circunstancial en el medio campo. En un equipo claramente descompensado por la abundancia de jugadores de ataque, la presencia de Beckham como medio centro multiplicar¨ªa el desequilibrio. Como no hay ninguna otra ubicaci¨®n posible para el jugador ingl¨¦s, su fichaje tendr¨ªa un dificil¨ªsimo encaje en un equipo con unos defectos que de ninguna manera arreglar¨ªa Beckham.
Hay razones para pensar que al Madrid le compensar¨ªa el valor mercantil de Beckham de casi todas las inconveniencias en el apartado futbol¨ªstico. Hay, sin embargo, otro aspecto que estar¨ªa asociado a la llegada de Beckham como popballer: el clamor period¨ªstico que le acompa?a. Clamor de un tipo de periodismo que triunfa en Espa?a, pero que hasta ahora no ha penetrado en el mundo del f¨²tbol, donde sus viejos c¨®digos han resultado impermeables a la voracidad de la prensa del coraz¨®n y sus peores suced¨¢neos. Con Beckham no habr¨¢ barrera posible: es una estrella del pop, casado con una estrella del pop, haciendo la vida de una estrella del pop. Como reclamo para el ardiente sector de la prensa que se ocupa de las vidas de los dem¨¢s, Beckham es una mina. No habr¨¢ c¨®digos en el f¨²tbol que impidan el acecho a un hombre cuya celebridad es el producto de una imagen perfectamente comparable a la de un ¨ªdolo pop. Y no habr¨¢ manera de limitar ese acecho al jugador ingl¨¦s. Cuando se rompan los diques de la discreci¨®n, y hay unos cuantos ejemplos en otros ¨¢mbitos de la vida social espa?ola para confirmarlo, quedar¨¢n alteradas las reglas que han preservado al f¨²tbol de la curiosidad fan¨¢tica. El Madrid ser¨¢ entonces el nuevo escenario donde se diriman muy p¨²blicamente las pasiones que alimentan el tipo de periodismo que abruma a los futbolistas.
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