Butinizas y longafarras

En un art¨ªculo publicado en 1934, Francesc Pujols recurr¨ªa a un s¨ªmil charcutero para definir el mapa pol¨ªtico catal¨¢n: "Si pudi¨¦semos comparar las dos alas pol¨ªticas de Catalu?a, derecha e izquierda, a los embutidos t¨ªpicos de nuestra tierra, dir¨ªamos que la derecha es longaniza y la izquierda butifarra". Jordi Portabella, pues, ser¨ªa butifarra, ya que circula y adelanta por la izquierda, defendiendo un nacionalismo barcelon¨¦s ajeno a la socioverg¨¨ncia bipolar. Licenciado en Biolog¨ªa, militante de ERC desde 1987, Portabella se especializ¨® en medio ambiente. La crisis de la ideolog¨ªa conceptual ha hecho que, en los ¨²ltimos a?os, se valore m¨¢s la gesti¨®n de proximidad que el serm¨®n electoral, dos caras de una moneda que ERC debe cuidar, ya que lo ambicioso de su soberanismo tiene que compensarse con una gesti¨®n correosa en alcald¨ªas y parlamentos.

En eso est¨¢ Portabella, media melena al viento, apostando por una ciudad sue?o, tricapital de la paz, del Mediterr¨¢neo y de una Catalu?a que le permita crecer sin el halo castrador que impone Madrid. Es una ciudad desacomplejada, que combate el monocultivo econ¨®mico y que ¨¦l define como polic¨¦ntrica, multifuncional, compacta, relativamente densa y habitada por ciudadanos y no residentes. Para creer en este sue?o hay que haber nacido en un decorado porcionu?ista y, al mismo tiempo, haber sido copart¨ªcipe de la mutaci¨®n de una ciudad que, con equilibrios, le ha ido ganando batallas a la especulaci¨®n a cambio de tolerar una enajenaci¨®n de los precios.

Hace unos a?os, coincid¨ª con Portabella trabajando en el programa L'aparador, con Neus Bonet. ?l hablaba de medio ambiente. Gustaba a las mujeres y practicaba una ret¨®rica que ya apuntaba a la correcci¨®n pol¨ªtica y en la que destacaba una muletilla que todav¨ªa salpica su discurso: "?s a dir". Su tono, grave, algo impostado (de locutor al que le gusta escucharse), contrastaba con la estridencia de la ERC de entonces, adicta a reyertas en las que vociferaban cl¨¢sicos de la estridencia. Con los a?os, Portabella ha sofisticado su discurso, pero mantiene unos arranques de contundencia que sientan mejor a sus denuncias que a sus propuestas, quiz¨¢ porque la rauxa ("la for?a de la ciutat ¨¦s la ciutadania") tiende a ser m¨¢s obvia que el seny. O quiz¨¢ por la erosi¨®n que implica compatibilizar un soberanismo responsable de pactos con el PSC e IC mientras ense?as el escote del programa a ver si se anima el neopujolismo de Trias sin perder la honra. Oyendo sus reflexiones sobre retos, turismo, protecci¨®n de animales, urbanismo, con su mezcla de pasi¨®n y preparaci¨®n, de voluntad y experiencia, concluyo que en pol¨ªtica no se puede tener todo. Y que de tanto buscar un gusto que consens¨²e todos los apetitos, cada vez es m¨¢s dif¨ªcil diferenciar la butifarra de la longaniza.