?Derecho a la educaci¨®n?
El nacimiento de un hijo es, posiblemente, el momento m¨¢s profundamente humano que podemos experimentar. A¨²n no se ha apagado en nuestro coraz¨®n la alegr¨ªa por el nacimiento de nuestro hijo, cuando comienza a surgir la sensaci¨®n de la responsabilidad: esa criatura no ha elegido venir a este mundo, sino que hemos sido los padres los que hemos decidido traerla, y por tanto, somos los padres los que tenemos la responsabilidad, primero de cuidar de ella hasta que est¨¦ en disposici¨®n de cuidarse por s¨ª misma, y segundo de darle lo que est¨¦ en nuestra mano para que pueda labrarse un futuro personal, familiar y profesional.
Y uno de los ¨¢mbitos en que m¨¢s claramente se proyecta dicha responsabilidad es en el de la educaci¨®n. Lo que nuestros hijos sean en el futuro depende mucho de la educaci¨®n que reciban hoy; y la educaci¨®n que reciban hoy es, dado que ellos no tiene a¨²n uso de raz¨®n, la que los padres optemos por darle.
Por eso, porque en el primer momento es a los padres a los que corresponde la decisi¨®n de qu¨¦ orientaci¨®n quieren para la educaci¨®n de sus hijos, es por lo que la Constituci¨®n dice en su art¨ªculo 27.3 que "los poderes p¨²blicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formaci¨®n religiosa y moral que est¨¦ de acuerdo con sus propias convicciones". Este derecho subjetivo constitucional exige a los poderes p¨²blicos poner lo medios para que se vea satisfecho.
Es decir, que si los padres quieren para sus hijos una educaci¨®n basada en unos principios religiosos y morales, los poderes p¨²blicos tienen que volcar sus esfuerzos (personales y materiales) para darles satisfacci¨®n, y no de otro modo puede entenderse el derecho a la educaci¨®n.
Sin embargo, la Junta de Andaluc¨ªa se pasa los principios constitucionales por el arco del triunfo. As¨ª de claro y as¨ª de rotundo: la Junta de Andaluc¨ªa est¨¢ negando a un importante n¨²mero de andaluces el derecho a elegir para sus hijos el Colegio que ofrezca una educaci¨®n basada en sus principios religiosos y morales. Si quieren, lo digo m¨¢s claro: la Junta de Andaluc¨ªa est¨¢ vulnerando el derecho constitucional a la educaci¨®n.
Todo esto viene a cuento de que esta semana ha tenido lugar en muchos centros educativos de Andaluc¨ªa el "sorteo" para cubrir las plazas en Educaci¨®n Primaria. Pocos sistemas pod¨ªa haber ideado la Junta de Andaluc¨ªa m¨¢s perversos para cubrir dichas plazas que el sorteo, pero no debemos dejarnos confundir: el problema no es el sistema para cubrir unas plazas que son escasas, sino precisamente la escasez de esas plazas, es decir, el incumplimiento por la Junta de Andaluc¨ªa de su obligaci¨®n de poner los medios para que haya suficientes plazas en los centros que demandan los andaluces.
L¨ªbreme Dios de querer mediar en la pol¨¦mica entre ense?anza p¨²blica y ense?anza privada. No pretendo (no es el momento ni el lugar) discutir sobre si la ense?anza privada es de mayor calidad que la p¨²blica, o si la ense?anza p¨²blica es m¨¢s solidaria que la privada. No quiero enfocar el problema desde esa perspectiva.
Quiero, en cambio, acercarme a ¨¦l desde la perspectiva de los padres que quieren dar a sus hijos una educaci¨®n sustentada sobre unos determinados valores religiosos y morales, y no pueden. Estos padres, en gran n¨²mero, se ven privados de este derecho por la negligencia, la incompetencia, la ineptitud y, posiblemente, la torcida voluntad de la Junta de Andaluc¨ªa.
Si los andaluces queremos mayoritariamente una educaci¨®n basada en principios cristianos, la Junta de Andaluc¨ªa tiene que poner los medios personales y econ¨®micos para dar satisfacci¨®n al derecho que nos asiste a los padres, concertando el suficiente n¨²mero de plazas con los colegios que ofrecen dicha ense?anza, o ampliando los conciertos que tiene ya suscritos. Los propios Centros est¨¢n dispuestos a ampliar su oferta educativa, incrementando el n¨²mero de plazas escolares. Lo dem¨¢s es ir contra los deseos (y los derechos) de los andaluces.
En consecuencia, las pocas plazas que ofrecen los colegios concertados hay que sortearlas entre los muchos hijos de los padres que queremos para ellos la educaci¨®n que en esos Centros van a recibir. Y, obviamente, hay un n¨²mero importante que no obtienen plaza, que ven frustrado su derecho y su aspiraci¨®n a dar a sus hijos la educaci¨®n que desean. Pocos momentos m¨¢s dram¨¢ticos he vivido en mi vida como padre que aquel en que el nombre de mi hijo entr¨® en el bombo para ser sorteado. Tan mal lo pasamos, que no puedo desear ese trance ni para mi peor enemigo; comprendo bien, pues, a todos los padres que estos d¨ªas est¨¢n viviendo esa angustia de la incertidumbre sobre la educaci¨®n que recibir¨¢n sus hijos.
Es la tradicional desconfianza de los partidos de izquierdas hacia una educaci¨®n en libertad, porque el hombre que es libre para elegir (y la educaci¨®n que reciba es la que determinar¨¢ el mayor o menor grado de an¨¢lisis en que se base dicha libertad) dif¨ªcilmente apoyar¨¢ los postulados del socialismo real: y si no, vean lo que pas¨® en los pa¨ªses "de la ¨®rbita socialista". En el fondo, lo que late es el recelo del socialismo hacia la libertad, no vaya a ser que, por ser libres, los andaluces decidamos apoyar y dar nuestro voto a otro.
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