Ante un panorama in¨¦dito
La ilegalizaci¨®n de Batasuna y el fin del automatismo en el acceso a la presidencia marcan las elecciones en Navarra
La carrera por el Gobierno de Navarra se presenta condicionada por primera vez por dos circunstancias muy especiales: la desaparici¨®n del mecanismo legal que otorgaba autom¨¢ticamente el sill¨®n presidencial a la lista m¨¢s votada en ausencia de mayor¨ªas suficientes, y la ilegalizaci¨®n de Batasuna, tercera fuerza pol¨ªtica de la comunidad foral. La desaparici¨®n de la izquierda radical hace confiar a UPN en poder obtener una mayor¨ªa absoluta que le permita gobernar sin necesidad de pacto alguno. Los consensos pol¨ªticos han sido, de hecho, un aut¨¦ntico quebradero de cabeza para el Ejecutivo de Miguel Sanz, presidente regional y candidato por tercera vez a la reelecci¨®n.
Los 22 esca?os de UPN han resultado ser demasiado poco esta legislatura reci¨¦n cerrada. Sus acuerdos de conveniencia con su propia escisi¨®n, la CDN del ex presidente Juan Cruz Alli, no le han servido para aprobar materias esenciales frente a una oposici¨®n que sumaba tambi¨¦n 25 votos.
Tras mantener los dos primeros a?os de legislatura acuerdos presupuestarios y de estabilidad, el Gobierno foral y los socialistas protagonizaron una ruptura que,con el paso de tiempo, se ha convertido en enemistad pol¨ªtica absoluta. Las relaciones entre Sanz y el secretario general del PSN y candidato a la presidencia por segunda vez, Juan Jos¨¦ Lizarbe, son fr¨ªas y muy distantes. S¨®lo la amenaza terrorista concita una cierta unidad de criterio de ambos en aspectos fundamentales como la defensa de la Constituci¨®n y el Amejoramiento del Fuero o la identidad diferenciada de Navarra como comunidad.
Pero ni siquiera en este ¨²ltimo terreno hay una paz duradera. Consciente de sus dificultades para articular acuerdos poselectorales, UPN lleva meses sembrando la duda sobre las intenciones pactistas del PSN con el objetivo de reducir su margen de maniobra y socavar su base electoral. ?C¨®mo? Introduciendo el factor miedo al acusar a Lizarbe de buscar acuerdos con el nacionalismo vasco para alcanzar el Gobierno a toda costa, incluso a costa de lesionar la autonom¨ªa foral.
Los socialistas, que niegan la mayor, ven estos comicios con renovadas esperanzas de poder dar un giro progresista al Ejecutivo foral. Al efecto Zapatero y el apoyo de los diputados de UPN a la guerra de Irak, unen el saberse un partido con capacidad de di¨¢logo con el resto de la izquierda y con el nacionalismo democr¨¢tico, con el que el PSN ya lleg¨® a gobernar en 1995 y 1996 bajo la presidencia de Javier Otano. Aquel tripartito permiti¨® a un consejero de EA ocupar la cartera de Industria y demostr¨® que un Ejecutivo de coalici¨®n plural pod¨ªa gestionar la regi¨®n sin que la identidad propia del territorio se viese afectada.
El PSN se resiste ahora a ense?ar sus cartas. Interrogado m¨²ltiples veces al respecto, Lizarbe se remite al 26 de mayo y s¨®lo declara su deseo de ganar las elecciones, pese a que todas las encuestas dan a UPN vencedora, con una tendencia al alza. Los socialistas asisten tambi¨¦n a un aumento de voto declarado en esos sondeos, aunque la ilegalizaci¨®n de Batasuna abre un interrogante demasiado grande como para hacer pron¨®sticos ajustados.
La desventaja de partida, que hunde sus ra¨ªces en los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n del ex presidente Urralburu, obligar¨¢ a un PSN completamente renovado a buscar pactos con m¨¢s de una sigla para superar a los regionalistas.
La decisi¨®n de AuB de propiciar el voto nulo a sus listas anuladas beneficia las perspectivas de UPN de alcanzar la mayor¨ªa absoluta, pero todos los partidos pueden recoger alg¨²n fruto de esa situaci¨®n, especialmente los nacionalistas de EA-PNV, Aralar o Batzarre, e incluso IU.
Desconfianza
Si la suma de esca?os de la izquierda y los nacionalistas alcanzara a UPN, los convergentes de Alli, en funci¨®n de sus resultados, podr¨ªan volver a ser el ¨¢rbitro de un Parlamento nuevamente dividido. Aunque UPN desconf¨ªa extremadamente de Alli, un hombre muy cr¨ªtico con Sanz, no tendr¨ªa m¨¢s remedio que volver a pactar con ¨¦l.
Los socialistas prometen un gobierno progresista y plural, centrado en pol¨ªticas sociales como el empleo, la vivienda, la justicia fiscal, la educaci¨®n o la salud p¨²blicas. Achacan a UPN una mala gesti¨®n y una clara tendencia a la estrategia de crispaci¨®n social con reformas muy conservadoras en pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica, libertades p¨²blicas, fiscalidad o s¨ªmbolos identitarios.
IU, con su coordinador, F¨¦lix Taberna de candidato, y EA-PNV, con la presidenta de Eusko Alkartasuna, Bego?a Errazti, a la cabeza, esperan crecer y est¨¢n dispuestos a hablar con los socialistas para formar un Gobierno plural de progreso. Hasta Aralar ha mostrado su disposici¨®n a hablar con el PSN desde una C¨¢mara que su l¨ªder, elegido diputado por EH en 1999, abandon¨® voluntariamente en desacuerdo con la persistencia de ETA y a la que ahora aspira a regresar.
Las cosas para Sanz est¨¢n m¨¢s claras: si obtiene la mayor¨ªa absoluta retomar¨¢ muchos asuntos rechazados o descafeinados tras su debate en el Parlamento, como la prohibici¨®n de exhibir la ikurri?a en los ayuntamientos o la conversi¨®n de la UPNA en una universidad exclusivamente castellanohablante.
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