El olvido de los barrios sin ley
Algunas zonas se han convertido en 'hipermercados' de la droga donde los bomberos, los carteros o los autobuses no entran sin escolta policial
Hay barrios en los que los coches de bomberos y los autobuses no circulan sin escolta policial. Y donde los carteros han dejado de repartir la correspondencia por miedo a un atraco. Son barrios convertidos en hipermercados de la droga de los que casi nadie se acuerda en campa?a electoral. Son barrios sin ley en los que la inseguridad ciudadana ha echado ra¨ªces. Lo que sigue es una muestra del problema.
VALENCIA
Russafa, refugio de marginados
Desempleo, consumo de droga, delincuencia e inmigraci¨®n afectan a las zonas marginales
El barrio de Russafa, s¨ªmbolo de la interculturalidad en la ciudad, se ha convertido en uno de los espacios urbanos m¨¢s conflictivos. La comisar¨ªa de esa zona, en pleno centro de la capital, contabiliz¨® durante el pasado a?o 8.764 denuncias. El barrio de Russafa forma parte del Eixample de la ciudad de Valencia, tiene 24.600 vecinos, se dibuja por edificios de inspiraci¨®n neocl¨¢sica junto a otros funcionales de bajo coste propios de los a?os 60 y 70. Hasta hace poco exist¨ªa una convivencia pac¨ªfica entre vecinos de muy distintas culturas (China, Marruecos, Argelia, Ecuador, Per¨², Colombia...). Las antiguas lecher¨ªas pasaron a ser tiendas de Todo a cien, las tascas de siempre son ahora restaurantes especializados en gastronom¨ªa de otros pa¨ªses... Mientras se explotaba el lado amable, iba creciendo en silencio la marginaci¨®n a la que llegan los inmigrantes irregulares.
Los vecinos han iniciado el ¨¦xodo; los pisos se alquilan a precios muy bajos. Hay quienes est¨¢n haciendo peque?as fortunas para salvarse de su propia miseria traficando con realquileres que alojan en una misma vivienda de 60 metros cuadrados a 15 personas. Robos, tirones, tr¨¢fico de estupefacientes, prostituci¨®n ilegal y reyertas describen en buena medida la vida nocturna de los puntos m¨¢s duros del barrio, a escasos metros de donde debe ubicarse, seg¨²n proyect¨® hace ya casi diez a?os el gobierno del ayuntamiento de Valencia, el llamado Parque Central, obra presentada de nuevo en la reciente precampa?a por la que apuesta el PP.
Para el PSPV-PSOE la situaci¨®n que vive Russafa es la consecuencia de una falta de proyecto de actuaci¨®n integral que pasa por poner en marcha programas espec¨ªficos para la inmigraci¨®n y la vivienda, as¨ª como para el empleo. El PSPV-PSOE a?ade a ello la necesidad de una mayor presencia policial.
SEVILLA
Las Tres Mil Viviendas
Cuando los monitores del Colegio P¨²blico Andaluc¨ªa de Sevilla, en el barrio de Las Tres Mil Viviendas, piden a sus alumnos que piensen en una historia de su vida cotidiana, escriban el gui¨®n e interpreten la escena, los ni?os se decantan por una redada policial o una pelea entre familias. "Es impactante, pero lo viven con naturalidad", dice un portavoz de Uni¨®n Roman¨ª, la organizaci¨®n que coordina el Taller de Arte Gitano al que acuden m¨¢s de 70 alumnos de este colegio, el 85% de los cuales son de etnia gitana.
Las Tres Mil Viviendas es desde siempre uno de los barrios m¨¢s conflictivos de Espa?a. Por extensi¨®n, su fama incluye a todo el Pol¨ªgono Sur, donde residen 40.000 personas que conviven con los problemas derivados de las altas tasas de desempleo, absentismo escolar y tr¨¢fico y consumo de drogas. Una ciudad olvidada para el resto de la capital, que s¨®lo sabe de ella por las noticias de sucesos que genera. "Nosotros nos tenemos que integrar en Sevilla, pero Sevilla tambi¨¦n se tiene que integrar aqu¨ª", pide Rosario Garc¨ªa, portavoz de la plataforma Nosotros Tambi¨¦n Somos Sevilla, constituida por m¨¢s de 20 entidades que exigen que el Gobierno, el Estado y la Junta redacten un plan integral para la zona.
Una parte del Pol¨ªgono Sur, conocida como las 624 viviendas, ha degenerado en una especie de ciudad sin ley. Correos instal¨® el pasado a?o una oficina a la entrada del barrio y dej¨® de repartir domicilio por domicilio por las continuas agresiones sufridas por sus funcionarios. Las ambulancias y los bomberos evitan entrar sin escolta policial, igual que los autobuses urbanos. La l¨ªnea n¨²mero 30 modific¨® su recorrido la pasada semana por segunda vez en un a?o para suprimir la parada marcada en pleno coraz¨®n del barrio. "Las agresiones a los conductores son constantes. Les han quitado el reloj por la ventanilla, les intentan robar el dinero, nadie quiere pagar el billete, se meten por la puerta de atr¨¢s, fuman hero¨ªna...", asegura Antonio Real, portavoz de UGT en la empresa municipal de transportes. "Hemos probado de todo: hemos ido seguidos de motos o coches de polic¨ªas, luego metieron a vigilantes dentro del autob¨²s, pero no se puede mantener", explica Real para justificar el nuevo cambio de recorrido, que deja sin servicio a todo el barrio.
Las tres administraciones acordaron el pasado a?o la creaci¨®n de una autoridad ¨²nica para que coordine las actuaciones del Gobierno, la Junta y el Ayuntamiento en esta zona. La designaci¨®n de la persona que ejercer¨¢ este papel se ha pospuesto hasta despu¨¦s de las elecciones, pero todos los grupos pol¨ªticos recogen esta iniciativa en su programa electoral. Adem¨¢s, coinciden tambi¨¦n en comprometerse a impulsar el plan integral que demandan los ciudadanos.
El candidato andalucista, Jos¨¦ N¨²?ez, asegura que si llega a alcalde y dentro de cuatro a?os no se ven cambios importantes en el Pol¨ªgono Sur, toda su gesti¨®n al frente del Ayuntamiento habr¨¢ fracasado. El presidente de la Junta, Manuel Chaves, tambi¨¦n se dio el pasado lunes cuatro a?os de plazo para "resolver estructuralmente" el problema de la zona m¨¢s desfavorecida de Sevilla. En la ¨²ltima d¨¦cada, entre las tres administraciones han invertido en el barrio m¨¢s de 36 millones de euros, m¨¢s de 3,25 millones anuales. Pero ahora todos reconocen que la situaci¨®n de Las Tres Mil Viviendas no se arregla a golpe de talonario.
Hay tres bloques id¨¦nticos donde hace a?os desapareci¨® el ascensor y su hueco se usa como basurero, las escaleras de acceso a la primera planta est¨¢n arrancadas de cuajo y carecen de servicio de agua y luz. "No son lugares de residencia, sino plataformas de delincuencia", asegura el alcalde y candidato socialista a la reelecci¨®n, Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn.
BILBAO
San Francisco
Todo se multiplica por cuatro, por cinco o por seis en San Francisco, coraz¨®n del barrio chino de Bilbao y casi la ¨²nica zona del Pa¨ªs Vasco donde la inseguridad, el desempleo, la venta de drogas al pormenor, una variada colonia de inmigrantes y grupos ¨¦tnicos o la tasa de delitos conviven con un ambicioso plan quinquenal de revitalizaci¨®n y con un ¨ªndice asociativo -30 grupos distintos- sin parang¨®n en la comunidad aut¨®noma. 14.375 almas residen en este barrio donde se trapichea con la droga, se ejerce la prostituci¨®n y los toxic¨®manos se pinchan en la calle.
"El volumen de delitos es elevad¨ªsimo y dif¨ªlmente soportable". Esta es una de las conclusiones de un estudio publicado por el Departamento de Interior vasco en 2001 sobre la incidencia de la delincuencia en San Francisco-Bilbao La Vieja. La tasa de delitos por cada mil habitantes, 226,3, cuadruplica la media del municipio (54,1).
Siete de cada 10 infracciones penales est¨¢n relacionadas con el tr¨¢fico de drogas. El ¨ªndice de paro alcanza el 20,1%, frente al 9,5% de la media. El 70% de los vecinos tiene a lo sumo estudios primarios. El plan integral del Gobierno vasco, Diputaci¨®n de Vizcaya y consistorio bilba¨ªno para esta zona urbana m¨¢s degrada ha comprometido 170,6 millones de euros, de los que el 30% est¨¢ destinado a iniciativas sociales y el resto a iniciativas urban¨ªsticas.
Pero la coordinadora de grupos para la rehabilitaci¨®n de la zona habla m¨¢s de "refrito de medidas" que de un plan integral real.
Reportaje elaborado con informaciones de Lydia Garrido, Tereixa Constenla y Aitor Guenaga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.