Las huellas milenarias del hielo

Hace unos 100.000 a?os, un suspiro en tiempo geol¨®gico, durante la ¨²ltima glaciaci¨®n del cuaternario, denominada del W¨¹rm, se instal¨® sobre las monta?as del noroeste de la provincia de Zamora una gran masa de hielo, que aguant¨® impert¨¦rrita el paso del tiempo durante 90.000 a?os. Con su g¨¦lido casquete agarrado a las cumbres de Pe?a Trevinca y Pe?a Survia, desplegaba sus fr¨ªas lenguas por el valle del Tera. La potente acci¨®n erosiva y excavadora de la masa congelada cre¨® con el paso del tiempo la enorme cubeta que hoy alberga el lago de Sanabria.

El periodo de glaciaci¨®n termin¨® hace 12.000 a?os, y quedaron al descubierto profundos y encajonados ca?ones, ibones, morrenas y todo un singular conjunto geomorfol¨®gico. Pero el trabajo escondido de este nevero gigante no modific¨® ¨²nicamente el valle de Sanabria; en las llanuras del altiplano, la manta blanca socav¨® gran n¨²mero de peque?as cubetas, que han dado vida a un humedal formado por m¨¢s de 20 aguazales de gran belleza. La sedimentaci¨®n natural de algunas de las antiguas lagunas han creado las llamadas turberas, formadas por capas de musgos que alcanzan varios metros de espesor, capaces de conservar en su interior los restos f¨®siles de la historia clim¨¢tica y bot¨¢nica de miles de a?os. Estas valiosas turbas act¨²an adem¨¢s como esponjas, acumulando en el invierno ingentes cantidades de agua, que sueltan poco a poco durante el periodo estival para alimentar los caudales de arroyos y veneros.

Valles colgados, ibones, rocas aborregadas y, en medio de este singular panorama geol¨®gico, el gran lago. Una tierra esculpida por las aguas heladas en las sierras Cabrera y Segundera.

Campanas de San Juan

Las profundas aguas del lago de Sanabria han inspirado cuentos y leyendas. Como la que relata la existencia de un pueblo sumergido en medio de la masa acu¨¢tica, llamado Valverde de Lucena, y cuyas campanas de la iglesia dicen que repican cada noche de San Juan para que nadie se olvide de su existencia. La l¨¢mina cristalina, de m¨¢s de 350 hect¨¢reas de superficie y una profundidad de 50 metros, es el m¨¢ximo representante de este tipo de formaciones en Espa?a. Sus mansas orillas se miden en una altitud que ronda los mil metros, con la cabecera de Pe?a Trevinca como punto m¨¢s elevado del entorno (2.124 metros).

El cauce del r¨ªo Tera alimenta la gran hoya del Sanabria despu¨¦s de recoger en su lecho las aguas de todos los arroyos que de las sierras Segundera y Cabrera rompen con sus ca¨ªdas en sentido sur. Desde el macizo de Pe?a Trevinca, el Tera recorre el antiguo valle glaciar salteado por un rosario de peque?os lagunazos de id¨ªlica estampa. Las lagunas de los Peces y de la Yegua prestan su imagen a los visitantes de este parque natural por ser las m¨¢s accesibles, pero el resto de las formaciones lacustres quedan ocultas entre las amplias planicies serranas mostrando sus encantos tan s¨®lo a los monta?eros m¨¢s atrevidos. Lacillo, Fueyo Grande, Pay¨®n o Mancas son los nombres de algunas de las mejor conservadas.

Este rinc¨®n zamorano es, adem¨¢s, un escondrijo natural para algunas especies de la fauna ib¨¦rica. El lobo campa todav¨ªa por estos desolados montes con total libertad. Las profundas aguas del lago, como las someras de arroyos y r¨ªos, cobijan una buena poblaci¨®n de nutrias, alimentadas por una abundante fauna pisc¨ªcola de barbos, carpas, gobios,colmillejas y truchas. Y entre los tupidos bosques del valle del r¨ªo Truchas, donde se descuelgan las aguas del arroyo Cabrite?o en la mayor cascada del entorno, nombrada del Sotillo, se refugia un gran n¨²mero de peque?os pajarillos forestales, como petirrojos, zarceros, herrerillos y carboneros.