Bush, bailando con Nasarre
Hab¨ªan previsto respuestas para todo: la guerra, el Prestige, las pancartas; ten¨ªan incluso previsto machacar con una idea luminosa: los comunistas y los socialistas son malos, y juntos ser¨¢n peores, para Madrid y para Espa?a. Lo dijeron en Madrid y en todas partes; es la lluvia fina llegando con su clima pavoroso hasta los estratos de lo que fue la vida antes de la guerra. De la Guerra Civil, por supuesto.
Para todo ten¨ªan una respuesta y han cumplimentado muy bien el cuestionario. Pasara lo que pasara, para cualquier recuerdo que se hiciera de esos acontecimientos a los que el PP teme como Dr¨¢cula a la claridad, hab¨ªa un quite en el formulario. Aunque ocurrieran lejos, esos asuntos iban a estar ah¨ª, en la campa?a, en la Casa de Campo, en la Castellana, en Lavapi¨¦s, en el Rastro, reventando la antigua quietud de los m¨ªtines. Pero el Partido Popular ten¨ªa previsto c¨®mo salir de ellos.
Los formularios electorales se hicieron, sobre todo, para hacer frente a cualquier manifestaci¨®n perturbadora; han tenido efecto en muchos sitios; Esperanza Aguirre las sufri¨® en el Rastro; Ana Botella, en el barrio de Chueca; Ruiz-Gallard¨®n fue asaltado en la Universidad, y as¨ª sucesivamente, desde antes de la campa?a hasta su epicentro, que tiene lugar mientras se achicharran los toros de San Isidro.
Los formularios los dirigi¨® Eugenio Nasarre, que es un hombre serio y barbado, que no barbudo. Barbudo es Fidel Castro; barbado es Antonio Banderas. Nasarre ha trabajado a?os en la educaci¨®n y en la tele; es, pues, un hombre barbado y pulcro que sabe de im¨¢genes y las domina. Los Beatles ten¨ªan a un personaje pulcro en Qu¨¦ noche la de aquel d¨ªa. Nasarre es un pulcro que escuch¨® a los Beatles, y acaso por eso se deja la barba. En el PP, digo, no hay barbudos; algunos tienen barba, o bigote, pero ninguno es montaraz, controlan bien sus pelos, se peinan bien, y se despeinan de mejor manera: si uno se fija en los fijadores, encontrar¨¢ que ¨¦stos se han perdido para Ana Botella y para Esperanza Aguirre; pero ¨²ltimamente veo muy bien peinada a Alicia Moreno. Quiz¨¢ porque le quisieron cortar la melena cuando dec¨ªa no a la guerra en las manifestaciones de los socialcomunistas...
No se desmelenan, en general. Tampoco se desmelena Zapatero, por cierto. Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez cuenta en sus memorias que cuando lo llevaron a ver al presidente de la Rep¨²blica colombiana, siendo a¨²n ¨¦l mismo un estudiante, su rector le exigi¨® que se afeitara el bigote desordenado y se cortara su pelo salvaje. En el PP no queda ning¨²n pelo fuera de su sitio. Y en el PSOE, tampoco. Y Llamazares, el tercero en discordia (?o el cuarto?), est¨¢ pelado casi al rape, el viento no le peina los cabellos como aquella mano maternal de la que hablaba Horacio Guaran¨ª.
Nasarre, pues, pein¨® el formulario y lo dej¨® listo para que los dem¨¢s copiaran. Para hacerlo m¨¢s digerible a los candidatos, ¨¦l mismo predic¨® con el ejemplo, y en la entrevista desenfadada que en este peri¨®dico le hizo Karmentxu Mar¨ªn cometi¨® la imprudencia del baile del twist, que hizo subido sobre la mesa de madera de su despacho en la calle G¨¦nova. La traici¨®n po¨¦tica que siempre hay detr¨¢s de cualquier persona pulcra quiso que el fot¨®grafo, Bernardo P¨¦rez, le captara en ese momento sublime del tr¨ªpode que siempre es el twist siendo observado, desde una pantalla de televisi¨®n, por el mism¨ªsimo Bush seguramente hablando de la guerra...
As¨ª que la guerra ha sido un imprevisto controlado..., hasta cierto punto. Y en Madrid ha sido todo tan controlado que ni Nasarre ni nadie tuvo tiempo para pensar en los imprevistos. Ana Botella -seg¨²n cuenta Rafael Manzano en su espacio de b¨²ho de la cadena SER- no se pod¨ªa imaginar que las mujeres que acuden a sus encuentros (?desde cu¨¢ndo no va a un mitin madrile?o la tercera del PP por Madrid?, ?qui¨¦n es el segundo?) tuvieran tanta curiosidad por sus rebecas: ?se las deshilachan, creyendo que est¨¢n descosidas!
Y el propio Aznar no pod¨ªa prever tampoco que los sindicalistas de Sintel tuvieran tiempo tambi¨¦n para romperle sus previsiones. ?l cre¨ªa que esos sindicalistas estar¨ªan ocupados con la crisma alt¨ªsima de Fidalgo, el l¨ªder de Comisiones, y se los encontr¨® de frente desluci¨¦ndole el ba?o de multitudes del barrio de Carabanchel. Ni Manolito Gafotas le sigui¨® luego, pues tuvieron que hacer el mitin imprevisto en un lugar cerrado al que s¨®lo fueron fieles bien pasados por el cedazo de los formularios.
Fuera de Madrid tuvo Aznar otro imprevisto: la se?ora que se le puso de parto cuando hablaba en Las Palmas. Y aun otro: Llamazares, que es m¨¦dico, revel¨® que el presidente, y presidente del PP, tiene cistitis. La gracia le viene de la encuesta del CIS: que un m¨¦dico como Llamazares haga un juego de palabras as¨ª s¨®lo es un retrato (imprevisto) de la campa?a. Una campa?a en la que todo est¨¢ atado y bien atado..., menos los imprevistos y la rebeca de Ana Botella. Y como la foto de Bush bailando con Nasarre.
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