Fugaz Joselito
Joselito sorprendi¨® a todos cuando, tras pedir permiso al presidente, se dirigi¨® en su primer toro al centro del ruedo con andares jacarandosos y brind¨® a la concurrencia. ??ste no es mi Joselito, que me lo han cambiado, ole!, dec¨ªa el vecino de localidad, mientras la mayor¨ªa de la plaza le dedicaba una atronadora ovaci¨®n.
Desde el mismo anillo del ruedo cit¨® al toro para dar unos estatuarios con las zapatillas asentadas; sigui¨® con un pase de la firma y un ligado de pecho, una garbosa trincherilla y otro de pecho que vino a cerrar un inicio art¨ªstico y pinturero. Joselito sonre¨ªa, se le ve¨ªa feliz. La gente lo miraba y no se lo cre¨ªa. Lo cierto es que tom¨® la mano derecha, se alej¨® del toro y traz¨® cuatro redondos a c¨¢mara lenta; despu¨¦s, con la zurda, una tanda largu¨ªsima y honda en la que el torero se regode¨® como en sus mejores tiempos. Pero el animal se apag¨® y la faena continu¨® en tono menor, culminada con un bajonazo impropio de matador tan certero. La faena result¨® bien trazada, pero le falt¨® emoci¨®n; algunos pasajes convencieron, pero no entusiasmaron. La raz¨®n hay que buscarla en el toro: justo de presencia, c¨®modo de cabeza, nobil¨ªsimo y con las fuerzas muy justas. Falt¨® la emoci¨®n de la casta porque fue un toro de hoy para una figura de hoy.
Cort¨¦s, Concha y Sierra / Joselito, Caballero, Garc¨ªa
Dos toros de Cort¨¦s (4? y 5?) -otros dos fueron rechazados en el reconocimiento-, el primero fue devuelto por inv¨¢lido y el otro, de la misma condici¨®n; el sobrero, de El Torre¨®n, bien presentado y mansurr¨®n. Y cuatro toros de Concha y Sierra -otros cuatro fueron previamente rechazados-, justos de presentaci¨®n, blandos y nobles. Joselito: bajonazo -aviso- (ovaci¨®n); estocada perdiendo la muleta (gran ovaci¨®n). Manuel Caballero: dos pinchazos y casi entera (silencio); pinchazo, estocada, un descabello y el toro se echa (silencio). Iv¨¢n Garc¨ªa: estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y media ca¨ªda (silencio). Plaza de Las Ventas, 21 de mayo. 10? corrida de feria. Lleno.
En el cuarto sali¨® dispuesto a refrendar lo ya realizado. Pero el sobrero sali¨® rana: de embestida descompuesta, no permiti¨® estar delante con tranquilidad. Joselito recibi¨® con lances rodilla en tierra y tom¨® la muleta con la mejor disposici¨®n. Lo intent¨® por ambos lados, cambi¨® varias veces de terreno, y el toro, rebrincado, derrotaba y le enganchaba la franela. Pas¨® el tiempo y el torero no consigui¨® hacerse con la embestida. Al final gan¨® el toro; es decir, todo transcurri¨® en tono menor, sin la eficacia de otro tiempo pasado. Mat¨® de una estocada ca¨ªda y muchos espectadores pidieron la oreja. Eso no est¨¢ bien, porque queda demasiado claro que o se es un forofo de bufanda y bandera o de esta historia no se sabe absolutamente nada. Valga, sin embargo, la nueva y fugaz imagen que quiso dar Joselito, que no pudo o no supo confirmar en ninguno de sus toros.
Caballero, sin embargo, no sonri¨® en ning¨²n momento. Por el contrario, se mostr¨® triste y desangelado, como un alma en pena. Ni un pase en los dos toros; todo un r¨¦cord. En el primero, blando y descastado, se coloc¨® siempre mal y toda su tauromaquia la bas¨® en tirones, enganches y desarmes. En el otro, un inv¨¢lido absoluto, estuvo sin estar en ¨¦l. En resumen, as¨ª no se debe venir a Madrid.
Y al m¨¢s joven se le notan el ¨ªmpetu. Debe asentarse porque el toreo no es conducir un f¨®rmula 1. Y como si estuviera al volante tore¨® a su primero, acelerado, el¨¦ctrico, y como ense?an a torear a los toreros de hoy: despegado, al hilo del pit¨®n y con la muleta retrasada. Sali¨® con las mismas ganas en el sexto. Lo recibi¨® con garbosos capotazos rodilla en tierra que remat¨® con una larga cambiada. Lo banderille¨®, como a su primero, con facilidad y escasa ortodoxia, y, muleta en mano, porfi¨® ante un toro que se neg¨® a embestir porque no pod¨ªa con su alma. El que embisti¨® fue el otro, y no lo tore¨®.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.