?Hay que cambiar!
Hace un par de meses, cuando la movilizaci¨®n contra la guerra alcanz¨® una m¨¢xima intensidad, fue l¨ªcito pensar que se aproximaba un vuelco en el panorama pol¨ªtico. El PP y la figura de Aznar bajaban en las encuestas de opini¨®n. Tras el esperpento del chapapote, la aventura diplom¨¢tico-militar del presidente era vista por la mayor¨ªa de los espa?oles como un desprop¨®sito. Volv¨ªa a estar de actualidad el eslogan que acompa?¨® la victoria del PSOE hace algo m¨¢s de 20 a?os: "?Hay que cambiar!".
Hoy, en v¨ªsperas de la jornada electoral, el impulso hacia el cambio se ha amortiguado considerablemente. De entrada, porque si bien la guerra ha cedido paso al caos en Irak y las famosas armas de destrucci¨®n masiva no aparecen por lado alguno, por lo cual hay m¨¢s razones que antes para protestar contra la opci¨®n de Aznar unci¨¦ndose al yugo trasatl¨¢ntico, el silencio de las armas provoca de modo inevitable un enfriamiento del tema. Hay un evidente cansancio en la opini¨®n, fundado, de una parte, en la sensaci¨®n de que cuanto se haga es in¨²til, y de otra en la configuraci¨®n de una pugna electoral extraordinariamente larga, donde ya estaba todo dicho por los contendientes al abrirse el plazo legal de la verdadera campa?a. As¨ª que a repetir tocan, por parte de Aznar las acusaciones contra unos socialistas irresponsables, y por parte de Zapatero, el reproche contra el belicismo y el sentido autoritario del presidente. Beneficiario de este clinch dial¨¦ctico: sin duda el primero, con la ayuda recibida de una pl¨¦yade de medios de comunicaci¨®n sometidos a un estricto control de la calle G¨¦nova.
El entusiasmo por el cambio se ha diluido, y a ello contribuye sin duda la pedestre campa?a de Gaspar Llamazares, el aliado imprescindible del PSOE en muchos sitios, cuyas salidas de tono vienen a inutilizar en parte los esfuerzos de los buenos candidatos de IU -por ejemplo en Madrid, pero tambi¨¦n Rosa Aguilar en C¨®rdoba- que hab¨ªan logrado lo m¨¢s dif¨ªcil, que los electores olvidasen los dislates de Madrazo y la sucursal del PNV que hoy por hoy representa Ezker Batua en Euskadi.
Adem¨¢s, hemos asistido a una campa?a prematura para elecciones generales, cuando se trata de renovar gobiernos locales y de comunidad. Son niveles de poder en los que en Espa?a va consolid¨¢ndose la continuidad de las personalidades y de los partidos que desarrollan una gesti¨®n aceptable. No habr¨¢, pues, trasvase masivo de administraciones populares hacia el socialismo y s¨®lo una p¨¦rdida de votos que hubiera sido decisiva para jubilar de una vez como pol¨ªtico a Fraga, en caso de celebrarse all¨ª las auton¨®micas. En el plano simb¨®lico, todo depende de lo que ocurra en Madrid, capital y comunidad. Confiemos en una saludable derrota de Esperanza Aguirre. Si el PP conserva la doble presidencia de Madrid, significar¨¢ que el electorado absuelve a Aznar de sus irresponsables compromisos con el nuevo imperialismo yanqui.
Donde habr¨¢ inevitablemente cambio ser¨¢ en Euskadi, como consecuencia de la aplicaci¨®n de la Ley de Partidos y, conviene no olvidarlo, de la mezcla de fanfarroner¨ªa y falta de iniciativas que ha exhibido la llamada izquierda abertzale, es decir, el brazo pol¨ªtico de ETA. Hubiera bastado prescindir en las candidaturas de AuB de todo militante marcado por su pasada pertenencia a HB, EH o Batasuna para que la intenci¨®n de sacar al terrorismo de la escena electoral hubiese fracasado estrepitosamente. Se han quedado a mitad de camino y como corolario la suerte del nacionalismo en su conjunto se juega el 25-M a la ruleta rusa. En contra de lo que apuntaban los agoreros, no parece que esa eliminaci¨®n de los violentos vaya a producir otra cosa que sosiego. Puede incluso ser posible una elecci¨®n de alcaldes constitucionalistas en las tres capitales y la presidencia de las Juntas de ?lava. S¨®lo que llegados a este punto emerge el peligro de que los candidatos socialistas, Elorza en Donosti y Sa?udo en Bilbao, rechacen las alianzas estatutistas por ser "contra natura" (sic), y prefieran el acuerdo con quienes buscan la soberan¨ªa y protegen a aquellos que asesinaron a sus compa?eros. Ante las declaraciones de ambos, cabe preguntarse si Patxi L¨®pez cuenta algo como l¨ªder pol¨ªtico. Zapatero no debe enga?arse. La suerte del PSOE en 2004 se juega en Euskadi. Y de veras, a la vista del proyecto de nueva ley de extranjer¨ªa, hay que cambiar.
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