Francia sufre una cadena de protestas del profesorado contra las reformas del Gobierno
Esta semana es decisiva para conocer el futuro con los pol¨¦micos proyectos
En mayo de 2002 era nombrado ministro de Educaci¨®n Luc Ferry, fil¨®sofo y consejero de tres ministros del ramo, el centrista Fran?ois Bayrou, el jospiniano Claude All¨¨gre y el incombustible Jack Lang. Por una vez, parec¨ªa la persona adecuada para el cargo, m¨¢xime desde una ¨®ptica conservadora, no en vano Ferry hab¨ªa teorizado los da?os que Mayo del 68 hab¨ªa causado en la ideolog¨ªa republicana de la Educaci¨®n Nacional, reemplazando las nociones de autoridad, trabajo, disciplina y m¨¦rito por las de libertad, individualismo, creatividad y actitud l¨²dica. Un a?o despu¨¦s, Ferry est¨¢ quemado y las huelgas de profesores se suceden, poniendo en peligro incluso la celebraci¨®n de los ex¨¢menes de selectividad que deben empezar a efectuarse a partir del 12 de junio. ?Qu¨¦ ha sucedido para llegar a este extremo?
Los institutos tienen la responsabilidad de salvar valores que son atacados por todos lados
Las huelgas est¨¢n poniendo en peligro la celebraci¨®n de los ex¨¢menes de selectividad
De entrada, Ferry asumi¨® un ministerio con menos dinero que su predecesor, acept¨® que el primer ministro, Jean Pierre Raffarin, le dictase la supresi¨®n de 25.000 puestos de trabajo. Se trataba de empleos para j¨®venes que ayudaban en los institutos a todo tipo de tareas no espec¨ªficamente docentes. Tras varias jornadas de protesta, la mitad de esos empleos ha sido salvada. Ferry tambi¨¦n sugiri¨® la conveniencia de acabar con el llamado "colegio ¨²nico", con la obligaci¨®n de escolarizar a todo el mundo, incluidos los alumnos que no lo desean o que no tienen aptitudes para ello. Parte de los sindicatos puso el grito en el cielo a pesar de que m¨¢s de la mitad de los docentes admite que el "colegio ¨²nico", inspirado por un voluntarismo bien intencionado, es una creaci¨®n ideol¨®gica.
Pero la situaci¨®n del ministro no empez¨® a hacerse muy delicada hasta que el propio Raffarin, el pasado 28 de febrero, no anunci¨® su voluntad de traspasar a las regiones 110.000 empleos de la Educaci¨®n Nacional. Para Raffarin, la medida se inscribe en su proyecto de descentralizaci¨®n, pero coincidi¨® en el tiempo con otra declaraci¨®n, ¨¦sta del ministro de Econom¨ªa y Finanzas, Francis Mer, anticipando que s¨®lo iba a cubrirse la plaza de uno de cada dos funcionarios que se jubilasen. Los sindicatos se temieron lo peor: "Quieren desmantelar el sistema educativo". "Es la puerta abierta a la privatizaci¨®n". "Consagrar¨¢n las diferencias entre las regiones pobres y las regiones ricas". "Pretenden privarnos de nuestro estatuto de funcionarios del Estado".
Puede que haya fundamento para alguna de las sospechas, pero en su d¨ªa se alegaron los mismos argumentos para frenar el traspaso de la gesti¨®n de las escuelas a los ayuntamientos, y hoy todo el mundo admite que fue un acierto, que los poderes locales son m¨¢s eficaces que el lejano Estado. ?Por qu¨¦ raz¨®n lo que fue bueno para las escuelas no lo ser¨ªa para los institutos?
Lo cierto es que el cuerpo profesoral -y los padres de alumnos, los propios alumnos y todo el que tiene que ver con la ense?anza media- es hoy en Francia, tal y como lo ha constatado Jacques Julliard en el peri¨®dico Le Nouvel
Observateur, "un cuerpo psic¨®tico", que ve fantasmas por todas partes, que se siente agredido y mal amado. ?Por qu¨¦? Sencillamente, porque sobre los institutos recae la responsabilidad de salvar los llamados "valores republicanos", del laicismo a la meritocracia, y hoy esos valores son atacados por todos los lados, ya sea a trav¨¦s del pa?uelo en la cabeza de las islamistas, ya sea dejando que se degraden los centros de barrios convertidos en guetos y que ponen en evidencia el angelismo idiota de los voceros del "multiculturalismo".
El colegio y el instituto de secundaria han dejado de funcionar como garant¨ªa de ser un ascensor social, y eso en un contexto en el que los partidos ya no ofrecen esperanza, en el que las parroquias han dejado de ocupar las tardes de los ni?os, en el que los sindicatos ya no encuadran e integran a los emigrantes, y, sobre todo, en el que la familia ya no es el refugio ante todas las amenazas. Al profesor le piden que siga siendo el "soldado civil" de la Rep¨²blica en un contexto que no tiene nada que ver con el del momento de la creaci¨®n de la escuela p¨²blica, gratuita, obligatoria y laica.
Las condiciones del sacerdocio educativo han cambiado. El mundo es menos amable; los alumnos, menos receptivos y sumisos; las diferencias culturales entre ellos, mucho mayores, y el poder de coerci¨®n del profesor, mucho menor. Eso s¨ª, si los ministros y los planes se suceden sin arreglar nada, el sindicalismo ense?ante tampoco parece preocuparse por otra cosa que por defender los privilegios adquiridos, y su lucha contra la descentralizaci¨®n suena a negativa a aceptar un m¨ªnimo de movilidad laboral que adapte la presencia de profesores a las migraciones internas francesas.
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