La mala ca¨ªda m¨¢s inoportuna de Kovacevic
Un inocente salto con Sergio ilustr¨® el infortunio que desde el primer momento se apoder¨® de la Real. No le bast¨® con el peculiar gol de Mostovoi, desviado por Edu, ni con las nefastas noticias llegadas desde Madrid. Por si fueran pocos contratiempos, el equipo de Raynald Denoueix perdi¨® pasada la media hora su mejor baza, la de su m¨¢ximo anotador, Darko Kovacevic, al que Sergio le pudo en un bal¨®n a¨¦reo y forz¨® su mala ca¨ªda. El delantero serbio no se volvi¨® a levantar y la Real tuvo que tirar de Khokhlov.
En medio del batiburrillo que formaron las aficiones del Celta y la Real en Bala¨ªdos, mezcladas en los grader¨ªos, resultaba dif¨ªcil distinguir los gritos de unos y otros. Pero, ya que no los videomarcadores, s¨ª funcionaron los transistores, que parecieron transmitir al campo las vibraciones de los sucesos del Calder¨®n. Se fue encogiendo el equipo donostiarra a medida que Ronaldo y Ra¨²l iban tomando ventaja en el marcador. No hab¨ªan transcurrido dos minutos desde ese momento y el Celta ya hab¨ªa tomado la delantera.
A primera vista, Westerveld tuvo m¨¢s protagonismo que el propio Mostovoi en el gol que adelant¨® al cuadro de Miguel ?ngel Lotina en el minuto siete, apenas 60 segundos despu¨¦s de que el Madrid marcara. Y tambi¨¦n los centrales, que se obsesionaron con Edu y perdieron de vista a Mostovoi, que pudo controlar la pelota, prepar¨¢rsela con cierta tranquilidad y disparar. La persigui¨® el portero realista con la mirada, pero hab¨ªa salido mordida despu¨¦s de pegar en una pierna de Jauregui. No acab¨® ah¨ª la comunicaci¨®n entre la grada y el c¨¦sped. A medida que el Madrid incrementaba su ventaja, los jugadores de la Real parecieron deslizarse por el tobog¨¢n de la desesperaci¨®n, al que le empuj¨® un Celta menos encogido de lo que cab¨ªa esperar.
Para corroborar a quienes opinan que es m¨¢s importante el estilo que el dibujo, Lotina aline¨® su versi¨®n m¨¢s precavida, pero envi¨® a sus futbolistas a presionar en el campo de enfrente. Algo realmente in¨¦dito en el t¨¦cnico vasco.
Tal vez no esperaba la Real tantos problemas para salir de su propio terreno y, entre esa presi¨®n y las noticias de la goleada del Madrid, se evadieron los de Denoueix del choque.
Pero si hubo un momento determinante para los transistores se produjo en el minuto 43. Bala¨ªdos recibi¨® con algarab¨ªa sucesivamente el penalti a favor del Barcelona, la expulsi¨®n de Carew y el gol de Mendieta, que en esos momentos dejaba al Celta oficialmente en la Liga de Campeones.
Y al poco de la reanudaci¨®n lleg¨® el segundo gol de Mostovoi. Si se tiene en cuenta que lleva el equipo de Vigo seis temporadas cay¨¦ndose de la Champions en las ¨²ltimas jornadas, se comprender¨¢ la alegr¨ªa del celtismo. Quiz¨¢s para lograrlo necesitaba enfrente a un equipo con mayor alergia al ¨¦xito que la que es proverbial en Bala¨ªdos.
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