El llamado de los l¨ªquenes
EL POEMA que m¨¢s me gusta en el mundo dice as¨ª: "te amo - 1 / eres un amor irracional". Y su autor era un hombre exactamente igual a ese poema.
Luis Hern¨¢ndez se presentaba como Luisito, ex campe¨®n de peso welter Interbarrios, el Gran Jefe Un Lado del Cielo o simplemente Billy the Kid, que, como va herido por la espalda, sabe ad¨®nde va. Luis tambi¨¦n se presentaba vestido totalmente de blanco, con dos largas patillas y un porro a medio encender en las comisuras. Y sobre todo, se presentaba con la seguridad, que nunca lo abandon¨®, de tener c¨¢ncer.
A pesar de sus esfuerzos, nunca logr¨® demostrar que estaba enfermo. Su novia le administr¨® potentes analg¨¦sicos, hasta que descubri¨® que los placebos le hac¨ªan el mismo efecto. Para sus dem¨¢s somatizaciones habituales -aproximadamente unas 28- bastaban medicamentos de baja intensidad. Luis era el hipocondriaco perfecto, porque era m¨¦dico.
Escrib¨ªa en cualquier parte, incluso mientras conduc¨ªa, y regalaba los cuadernos a sus amigos cercanos
Con predilecci¨®n por Bach, Beethoven, Raphael y Roberto Carlos, Luis era tambi¨¦n mel¨®mano y pol¨ªglota. Este hombre completamente esdr¨²julo atend¨ªa con m¨²sica de Satie a pacientes sin dinero que le pagaban con bolsas de arroz, gallinas vivas y costales de frijoles. Su carrera m¨¦dica, en consecuencia, no se caracteriz¨® por la prosperidad. Seg¨²n sus posteriores aclaraciones, ten¨ªa planeado ganar un Nobel en F¨ªsica, pero el sol, la playa, la coca-cola, los parques y un amor se lo impidieron.
A los veinte a?os, public¨® las plaquetas Orilla (1961) y Charlie Melnik (1962). Su poemario Las constelaciones (1965) confirm¨® lo que sus primeros trabajos suger¨ªan: que el doctor Hern¨¢ndez era un perfecto fracaso en cualquier ¨¢mbito de la vida profesional, incluido el editorial. Las dos ¨²nicas rese?as que motiv¨® el poemario lo acusaron de inmaduro y disonante.
Luisito Hern¨¢ndez, que dedicaba sus poemas a todos los pr¨®fugos del mundo, a los f¨ªsicos puros, a las teor¨ªas restringidas y a las generalizadas, a todas las cervezas junto al mar y a todos los que, en el fondo, tiemblan al ver un guardia, decidi¨® entonces prescindir de los editores y las rese?as.
Eterno adolescente, empez¨® a escribir con plumones en cuadernos escolares que llenaba con dibujos de elefantes asados, soles de color lila y canciones, porque los malos no tienen canciones. Escrib¨ªa en cualquier parte, incluso mientras conduc¨ªa, y regalaba los cuadernos a sus amigos cercanos, algunos parientes, uno que otro cr¨ªtico, la vendedora de abarrotes de la calle del 6 de Agosto, dos borrachos de los bares de Jes¨²s Mar¨ªa, una enfermera, un mendigo ciego y otros receptores no identificados. Parte de su obra se encontr¨® pegada en el fondo de un ropero.
En 1976, ofreci¨® el ¨²nico recital de su vida en el Instituto Nacional de Cultura, en Lima. Apareci¨® flanqueado por dos enfermeros musculosos y result¨® un ¨¦xito apabullante. Adem¨¢s, estaba enamorado de Betty Adler. Era un buen momento. La vida le sonre¨ªa. Fue entonces cuando el dolor empez¨® a resultarle insoportable.
Poco a poco, perdi¨® el buen humor, fue oscureci¨¦ndose y aisl¨¢ndose, mientras segu¨ªa escribiendo peque?os haces de luz crepuscular. Sus amigos dicen que ya s¨®lo hablaba del dolor y de la muerte. En alg¨²n lugar de ¨¦l hab¨ªa un c¨¢ncer tan real como todas sus dem¨¢s mentiras. A fines del verano siguiente, viaj¨® para internarse en la cl¨ªnica psiqui¨¢trica Garc¨ªa Badaraco de Buenos Aires, desde donde le escribi¨® a Betty cartas a¨²n m¨¢s tristes que la distancia y la soledad.
El 4 de octubre de 1977, Luis Hern¨¢ndez Camarero (36) se suicid¨® arroj¨¢ndose a las v¨ªas de un tren a 200 metros de la estaci¨®n de Santos Lugares, Argentina.
La obra de Hern¨¢ndez que sus amigos reunieron incluye 49 cuadernos de entre 9 y 104 p¨¢ginas, con su caligraf¨ªa de colores y sus dibujos, algunos cuadernillos sueltos y el ropero.
Hern¨¢ndez s¨®lo ha sido publicado en Per¨², pero esos 49 cuadernos de su pu?o y letra fotografiados p¨¢gina por p¨¢gina -incluidas las tapas y p¨¢ginas en blanco- pueden encontrarse (y gratis) en el sitio www.pucp.edu.pe/luishernandez. Quiz¨¢ sea ¨¦se el mejor lugar para apreciar su poes¨ªa como la ve¨ªa ¨¦l mismo, como trazos de los dedos silenciosos que est¨¢n en todas partes y en ninguna al mismo tiempo.
Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) es autor del libro de cuentos Crecer es un oficio triste (El Cobre, 2003), la novela El pr¨ªncipe de los caimanes (El Bronce, 2002) y la obra de teatro Tus amigos nunca te har¨ªan da?o.
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