Tirando
He visto llegar al aeropuerto de Madrid a un inmigrante brit¨¢nico que cobra millones de euros pero viste pantalones rotos, y al que se ha examinado, pesado y medido p¨²blica y minuciosamente, como a una res contenta de serlo. D¨ªas antes me hablaron sin palabras los ojos abiertos, sorprendidos, de un camerun¨¦s no fallecido de muerte natural por patera, sino de arrechucho en pleno campo de f¨²tbol: de ah¨ª su sorpresa, seguramente. Te libras del destino de miles de africanos y cascas en Ly¨®n, como si fueras un espectador blanco.
Voy tirando.
Entre medias, mir¨¦ televisi¨®n y vi debates, y como consecuencia corr¨ª a mi Historia de la decadencia y ca¨ªda del Imperio Romano, y le¨ª lo que Gibbons escribi¨® para nosotros hace dos siglos y pico, aunque se refer¨ªa a una sociedad muy anterior a la nuestra y la suya. Reproduzco, si no les importa: "De todas nuestras pasiones y apetitos, el deseo de poder es el m¨¢s imperioso y asocial, ya que el orgullo de un solo hombre exige la sumisi¨®n de la multitud. En el tumulto de la discordia civil, las leyes de la sociedad pierden fuerza y pocas veces ocupan su lugar las de la humanidad".
De repente, un lloriqueo en el foro reclam¨® mi atenci¨®n. No estoy muy segura, pero parece que un socialista mat¨® al padre de Goebbels, o viceversa. Me refugio en Macbeth, porque "lo que vos sois no pueden cambiarlo mis pensamientos".
Voy tirando.
Asisto, con cautela, al nuevo deporte que, adem¨¢s del f¨²tbol, prospera en nuestro pa¨ªs. Se trata de una extra?a competici¨®n entre jueces: ver qui¨¦n desoye m¨¢s veces a las mujeres maltratadas que acuden a ellos para denunciar a sus verdugos. El juego s¨®lo vale si las mujeres perecen posteriormente, asesinadas por el hombre que las maltrataba. De momento parece que un juez de Barcelona va ganando a otro de Pamplona por 11-9.
Se impone la reposici¨®n urgente e ineludible del Rinoceronte, de Ionesco, su mensaje eterno. ?Tendr¨¢ el ¨²ltimo ser humano la fuerza moral de resistir para mantener una sociedad libre y civilizada? ?Se convertir¨¢ el hombre en bestia? Representada ahora, nos parecer¨ªa un documental del National Geographic. Si Ionesco supiera que, en esta sociedad, los rinocerontes son los buenos.
Tirando, y poco m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.