Conflicto(s) Vasco(s)
En el transcurso del debate sobre el Estado de la Naci¨®n el presidente Aznar ha sostenido que no existe nada parecido a un "conflicto vasco", m¨¢s all¨¢ de la interesada y artificiosa conflictividad pol¨ªtica provocada por el nacionalismo vasco. Es comprensible el hartazgo que produce todo este asunto desde el momento en que, por diversas razones, hemos desembocado en una situaci¨®n tal en la que hablar del conflicto (o del contencioso) es inequ¨ªvoca se?a de identidad nacionalista. Sin embargo, superando a duras penas ese hartazgo, considero un intento de wishful thinking esta negaci¨®n de la realidad: creer que por no ver, no escuchar, no decir, el problema se va a disolver. En este pa¨ªs existe un conflicto distinto de los conflictos pol¨ªticos propios de las sociedades complejas (por cierto, tambi¨¦n presentes en la sociedad vasca). Y distinto del terrorismo. Otra cosa es que dicho conflicto coincida con la definici¨®n que del mismo hacen los distintos nacionalismos vascos. Que no coincide.
?En qu¨¦ consiste, entonces, el conflicto vasco? Se trata de un doble problema, un problema con dos dimensiones interrelacionadas de tal manera que no es posible abordar cada una de ellas por separado, pero que son muy dif¨ªciles de abordar en conjunto, pues cada una de ellas apunta en direcciones contrapuestas. Primer problema. En Euskadi y en Navarra existe, con muy distinta presencia, un sentimiento nacionalista que se expresa pol¨ªticamente y que choca, tambi¨¦n con mayor o menor radicalidad, con la construcci¨®n estatonacional de Espa?a (Francia es caso aparte). Juan Jos¨¦ Linz public¨® en 1986 un libro titulado precisamente Conflicto en Euskadi en el que se?ala que las reservas del PNV para con el texto constitucional de 1978 van a significar que la democracia espa?ola nazca "contestada en Euskadi". En esta contestaci¨®n originaria descubre Linz un preocupante potencial de quiebra de la legitimidad institucional derivada de la Constituci¨®n, catalogando al PNV como un partido que, claramente diferenciado del radicalismo abertzale en su valoraci¨®n del r¨¦gimen auton¨®mico, mantiene sin embargo una actitud de "semilealtad" hacia el Estado. Aqu¨ª estriba el primer problema, o la primera dimensi¨®n del problema pol¨ªtico vasco: el nacionalismo vasco no acepta que Espa?a sea el marco jur¨ªdico pol¨ªtico para su acci¨®n pol¨ªtica. Pero no siendo este todo el problema, sino s¨®lo una de sus dimensiones, su soluci¨®n no s¨®lo no supondr¨ªa la soluci¨®n del problema vasco, sino que crear¨ªa un problema mayor.
Porque, ?c¨®mo se resuelve un problema pol¨ªtico planteado por una poblaci¨®n concentrada territorialmente que no reconoce la soberan¨ªa del Estado al que en principio pertenece, que se organiza y se moviliza pol¨ªticamente para reivindicar la constituci¨®n de un poder pol¨ªtico independiente? Mediante su secesi¨®n y constituci¨®n en Estado independiente en virtud del ejercicio del derecho de autodeterminaci¨®n. Pero hemos dicho que el conflicto vasco presenta una segunda dimensi¨®n: la enorme diversidad cultural y pol¨ªtica que caracteriza a las sociedades vasca y navarra. En esta situaci¨®n la aparente soluci¨®n al problema que el nacionalismo vasco tiene con Espa?a no supondr¨ªa la soluci¨®n del problema vasco, sino su continuaci¨®n, aunque en otros par¨¢metros, ya que "las poblaciones que viven entremezcladas dif¨ªcilmente pueden ver en la secesi¨®n soluci¨®n a sus problemas de cohabitaci¨®n" (Txema Montero).
?Ser¨¢ posible, alg¨²n d¨ªa, desnacionalizar el conflicto vasco? Estos d¨ªas se vuelve a discutir la naturaleza (independentista o no) del plan Ibarretxe. Urge una clarificaci¨®n. Hace tiempo el lehendakari se?alaba las bases sobre las que ve¨ªa posible establecer un nuevo pacto de convivencia, un nuevo pacto de Estado: "La primera, que hay que cumplir lo que en su d¨ªa acordamos; la segunda, que hay que abrir las puertas al desarrollo de las potencialidades del Estatuto sobre la base del reconocimiento que la propia Constituci¨®n hace de nuestros derechos hist¨®ricos". Falta una tercera base: reconocer expresamente que una Espa?a plurinacional es el marco de desarrollo del autogobierno vasco. Un marco con el que el nacionalismo vasco ha de comprometerse, eliminando as¨ª de una vez por todas los miedos razonados de quienes tememos las consecuencias de la reivindicaci¨®n autodeterminista.
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